FELICES FIESTAS

| martes, 22 de diciembre de 2009 | 23:25


ESTE BLOG SE VA A TOMAR UNAS VACACIONES NAVIDEÑAS HASTA EL 4 DE ENERO. MUCHAS GRACIAS POR SEGUIRME HASTA ESTA ORILLA DEL 2009. ESPERO QUE CUANDO CRUCEMOS AL 2010 SIGAMOS DESCUBRIENDO JUNTOS EL TERRITORIO QUE NOS AGUARDA. PEQUEN MUCHO Y PEQUEN BIEN. FELICES FIESTAS.

El pis del miedo o la pistola de Belmonte

| lunes, 21 de diciembre de 2009 | 0:01


Esta semana tuve dos conversaciones curiosas y muy seguidas sobre el miedo. El sábado hablaba con un colega del miedo, y de que quien más quien menos ha pasado por una situación de pánico -cada uno conoce sus demonios-. Uno de los síntomas es querer ir rápidamente al servicio aunque se esté más seco que un desierto alcalino. Eso mi colega lo llamaba el pis del miedo. Casualmente, el viernes había estado con un empresario taurino, uno de esos sabios que hablaba como Juncal, y que me contaba anécdotas muy socorridas del mundillo. Una de ellas fue la de Juan Belmonte. Por cierto, quien no haya leído la biografía de Chaves Nogales está cometiendo un pecado de lesa majestad. A lo que iba, que este señor me refería que Belmonte, el torero por excelencia, el más valeroso, el más tirado palante, el inventor del toreo parado, tenía verdadero pánico a entrar en el coso, ataques de terror pálido y sudoroso, de forma que él mismo decía que el día que toreaba, la barba le crecía más deprisa, por la disfunción, por la anomalía que causaba el miedo en su organismo. Total, que dicho empresario me contó la forma que tenía Juan Belmonte de no tomar las de villadiego. El torero siempre viajaba con un revólver, y horas antes de salir a la plaza, en el hotel, lo colocaba siempre en la mesilla, bien a la vista. Un día, uno de los subalternos le preguntó al maestro por qué ejecutaba aquel ritual. Y Juan Belmonte contestó:
-Porque hay cosas peores.

Desmayarse

| jueves, 17 de diciembre de 2009 | 0:34

Hoy tocaba otra cosa, pero me lo encontré de nuevo, y queda confirmado que sigue siendo una de las mejores definiciones del asunto. Es Lope. Quién si no.
Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso:
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso:
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño:
creer que el cielo en un infierno cabe;
dar la vida y el alma a un desengaño,
¡esto es amor!, quien lo probó lo sabe.

¿Lejos de dónde?

| lunes, 14 de diciembre de 2009 | 0:33



El cardenal de Retz -gran personaje de enredos políticos y caracterólogo del siglo XVII-, sabía que todas las cosas y todas las situaciones tienen su punto, son lo que son por ese instante preciso, como definir a una persona o situación con una palabra, en donde se ha colocado el hecho y queda reflejado el temperamento. A mí en particular me gustan las frases, tengo debilidad por ciertos enunciados, porque definen a la gente, la retratan a su pesar o con su venia. Me gusta el anuncio de Ernest Shackleton en los periódicos británicos buscando voluntarios para una expedición a la Antártida en 1914: se buscan hombres para un viaje peligroso. Sueldo bajo. Frío extremo. Largos meses de absoluta oscuridad. Peligro constante. No es seguro volver con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito. Adoro a Philippe Ricard, un psiquiatra francés del XIX que vio entrar en su consulta de enfermedades venéreas a un señor de más de 80 años, y le dijo: antes de nada, señor, permítame felicitarle. Me descojono con Foxá cuando le preguntan por qué es de derechas y él responde: porque soy gordo, soy conde y soy diplomático, cómo no voy a ser de derechas. Houllebecq también tiene su miga cuando afirma que vivir sin leer es peligroso, obliga a conformarse con la vida, y uno puede sentir la tentación de correr riesgos. O Julio Camba cuando le comunicaron que el ayuntamiento iba a ponerle una calle y exclamó: ¿una calle?, pero si yo lo que necesito es un piso… Frases, frases, hay un amplio espectro, una panoplia de todos los tamaños y formas que dan el tono, el carácter. Me fascina aquel alto dirigente chino cuando le pidieron su valoración sobre la Revolución Francesa y tras un rato pensativo, resolvió: es demasiado pronto para opinar. Y qué me dicen de ese fragmento de Cervantes: ¿es necedad amar? No es gran prudencia. Metafísico estáis. Es que como poco.También hay personajes que provocan admiración-repulsión, como el general Lasalle, el húsar preferido de Napoleón, que afirmaba que no morir antes de los treinta te convierte en un canalla -él vivió hasta los 34-. ¿Y sabían de la obsesión de Paul Newman porque en su epitafio se grabase que quiso ser parte de su época? Y cómo olvidar la megalomanía y la coña marinera de Bruckner cuando asertó que el artista debía hacer concesiones al público y que por eso le había dedicado una sinfonía a Dios. O aquel judío que antes de emigrar a América fue interpelado por otro: ¿te vas muy lejos?, y él contestó: ¿lejos de dónde?… En fin, ya lo escribía nuestro Inglés más fusilado: words, words, words…
Fascinantes.
Enredadoras.
Superfluas.
Cardinales.

Gore climático

| viernes, 11 de diciembre de 2009 | 0:33


Esto va para los negacionistas tipo Sarah Palin y demás banda. La foto está tomada en Canadá. El oso polar se pasa el verano y el otoño en tierra esperando que el mar se congele para saltar a la plataforma helada del Ártico, donde se alimentan de focas durante los meses más duros. El problema es que el calentamiento retrasa las fechas en que el mar se hiela, retrasando también al animal, que ve reducidas así sus posibilidades de alimentarse. ¿Y qué hace todo macho de oso polar que se precie cuando tiene gusa? Arramblar con todo lo que encuentre, en este caso las crías de su misma especie. Entiendo que esta semana estoy un poco gore, pero es lo que hay.

Carne humana

| martes, 8 de diciembre de 2009 | 23:50


Se llama Irina. No tiene trabajo y vive en una ciudad de Bielorrusia o de Moldavia o del Transniéster o de Ucrania. Está contenta, haciendo las maletas para viajar a una ciudad que puede ser de Israel o de España o de Alemania o de Italia. No tiene un duro, y su familia menos que un duro, pero una amiga que trabaja en Occidente le ha ofrecido un buen empleo como limpiadora o camarera o modelo o secretaria. Una vida mejor, un futuro sostenible. Al otro lado del teléfono a su amiga la encañonaban con una Glock obligándola a ejercer de gancho, pero evidentemente esto sólo lo sabe el narrador de esta historia. Irina también puede ser una chica raptada directamente, o una niña reclutada en cualquiera de los orfanatos a reventar del bloque del este. A Irina le han conseguido un billete de avión, un visado y un poco de dinero. En el aeropuerto de llegada le esperará uno de esos hijos de puta con el pelo rapado al uno, un cuello de toro y cadenas de oro, cerrándose la trampa. De inmediato se le retirarán todos los medios para viajar, se la desnudará y se la examinará como ganado para venderla. Después se le comunicará que su precio ha sido tanto y que tiene que devolver el doble a sus dueños, y para ello trabajará todos los días, esté enferma o con la regla, en un peepshow, club de streaptease, casa de masajes, en la orilla de una carretera… es decir, que será violada por cientos de hombres al año, gordos, viejos, jóvenes, policías, marineros… Si se pone farruca, se la internará en un centro de sometimiento donde la golpearán y la violarán y le harán cosas que a usted y a mí nos harían vomitar, lector. Allí quebrarán su voluntad y su espíritu de una forma inexpresable. Eso si tiene suerte, porque a lo mejor le toca cruzar uno de esos desiertos alcalinos del norte de África, en un trayecto donde puede morir deshidratada o por la violación en grupo de los beduinos encargados de la travesía. En su día a día recibirá alguna que otra hostia o mutilación o forzamiento anal o simplemente le pueden pegar un tiro, así, como quien va a comprar el pan. También podrá contraer el sida o alcoholizarse o engancharse a las drogas. Lo más seguro es que en un par de semanas su psique quede desmantelada de por vida. Esto es lo que hay detrás de esa chica simpática y complaciente llamada Irina que usted y yo podemos comprar por una hora si nos vamos de putas. Una esclava. Violada, vejada. Aplastada. Sí, lo sé, no es artículo bonito. Tampoco era mi intención.

En el clavo

| miércoles, 2 de diciembre de 2009 | 16:45


La lucidez, el orgullo, la cultura, la risa... son analgésicos temporales. Con suerte dan para ir tirando. Y bien administrados, sirven hasta el final.
Arturo Pérez Reverte.

ALAN ÁLVAREZ O EL ÉXITO DE LOS AMIGOS

| domingo, 29 de noviembre de 2009 | 22:14






Este señor y yo tenemos unas cuantas cosas en común:

Somos amigos desde hace más de diez años.

Nadie daba ni un duro por ninguno cuando empezamos.

Nos hemos apuntalado mutuamente cuando cedíamos terreno.




A los dos nos apasiona lo que hacemos.

Este señor ahora está pinchando en Ekaterinburgo, en San Petersburgo, en Ibiza... en media Europa. Este señor es una rareza, un Dj de conservatorio, que toca el piano como dios, y que cuando se va de parranda y llegamos a casa, tira de violín y se pone a tocar a Bach a las tantas.





Para mí es una alegría, después de diez años, poder hacer esta entrada.

Y lo suyo acaba de empezar...







Ellas

| jueves, 26 de noviembre de 2009 | 19:00


Ellas nos huelen, señor, mucho, mucho antes de atender a nuestro torso, nuestro rostro o nuestras palabras, ellas nos huelen, chequean nuestro sistema inmunológico de una manera inconsciente, a metros de distancia, para calibrar las ventajas competitivas de su hipotética prole. Ellas sólo quieren hombres que luchen, señor, si usted no lucha puede creer que está con ellas, pero ellas no están con usted, créame. Puede usted empatar, puede usted perder, una y otra vez incluso, pero si lucha seguirán con usted, en todas las derrotas, igual que en todas las victorias; lo único que no perdonan es que usted no luche, señor. Ellas necesitan verse más grandes, más inteligentes, más guapas en sus ojos, porque ellas desean devolvérselo, señor. Ellas quieren creer que son especiales para usted y hacerle creer que usted también lo es. Si no le admiran, aquí se acabó todo, señor. Ellas, ellas, ellas saben que no existe la armonía, sólo pedazos de armonía, pero esos pedazos se los exigirán con la usura de los decimales. Ellas conocen que una relación es cualquier cosa menos lo que se lee en los cuentos de hadas, que los arquetipos minan nuestras relaciones, por eso desean compartir, los problemas y la gloria, la ansiedad y el deseo. Ellas le requerirán complicidad, señor. Y que las folle durante toda la noche, y que les dé mimos durante todo el día, y que las cubra de besos el resto de su vida. Lo quieren todo, señor. Ellas, ellas anhelan que estemos en guardia, pero que la bajemos de vez en cuando, es tierno, es romántico, señor, que ellas sepan que les confía su debilidad. Si su idea de la diversión es prolongar su adolescencia, olvídese de ellas, señor, y vaya a cazar Wendys, porque ellas demandan compromiso, cómo si no enfrentarse a una vida en la que todo es negociación o pelea. No quieren estar solas ante la vida, señor. Nosotros tampoco. Ellas quieren ver cómo se arriesga, cómo da el primer paso, cómo pasa el apuro, el peligro, la inseguridad de pedirles una cita, quieren saber si tiene el valor, si posee la constancia, si será de fiar. Ellas reclaman que les quitemos la razón cuando no la tienen y cuando sí, que las hagamos pensar. Y eso es el amor, señor: no dorarles la píldora. Pero, sobre todo, hágame caso, llámelas al día siguiente, señor, de tomar un café, de ir al cine, de hacer el amor, de una discusión, de lo que sea. De lo que sea. Que sepan que, al menos, valió la pena. Lo que sea.

Budapest

| miércoles, 25 de noviembre de 2009 | 11:12

Es que a mí estos tíos me gustan mucho, y esta versión de Budapest es excepcional.

FIRMAS EN EL RASTRILLO

| lunes, 23 de noviembre de 2009 | 1:05

ESTARÉ FIRMANDO DEMONIOS LOS DÍAS 23 Y 24 DE NOVIEMBRE, A PARTIR DE LAS SEIS DE LA TARDE, EN EL RASTRILLO DEL RECINTO FERIAL DE LA CASA DE CAMPO, PABELLÓN DE LA PIPA. UN ZOCO SOFISTICADO EN EL QUE VERÁN UN MONTÓN DE CARAS FAMOSAS, AYUDARÁN A RECAUDAR FONDOS PARA LOS PROYECTOS DE LA ONG NUEVO FUTURO, Y PODREMOS TOMARNOS UN MOJITO CADA CINCUENTA LIBROS AUTOGRAFIADOS -MÁS O MENOS-. LES ESPERAMOS.

La juventud salvaje

| viernes, 20 de noviembre de 2009 | 10:24



De todas las definiciones de la vida, la que más me gusta es la de Dustin Hoffman: dicen que la vida tiene tres actos, juventud, madurez y senectud, pero yo soy de los que piensan que no hay más que dos, uno en el que tienes la suerte de disfrutar de todas tus facultades y otro en el que ocurre ese algo que altera tu vida de forma dramática y lo que queda por ver es cómo reaccionas ante esa situación. Redonda. No obstante, todavía existe una sutil diferencia, existen clases en ese primer acto, una categoría en la que se puede disfrutar de todas las facultades, sí, pero añadiéndole algo que se va desleyendo con el tiempo, todas las posibilidades, toda la belleza, toda esa energía que te incita a desafiar al mundo con ese dime lo que prohíbes y te diré lo que voy a hacer. Ese intervalo en que sales de la adolescencia y todavía no te has estabulado en un trabajo, esa parte digamos Erasmus de tu vida. Por los talleres que imparto, tengo la fortuna de relacionarme con gente universitaria, y contra la marea de clichés que no hacen más que retratarles como unos descerebrados del botellón, yo no hago más que dar con chicas y chicos más despiertos de lo que yo era a su edad, más inteligente, más ágiles, más inquietos, más curiosos. Yo les pregunto cómo ven su generación, y aunque no me desvelan nada nuevo, porque aún tengo muy fresco cómo era yo a sus años, hay algunos matices que son sabrosos. Ellos creen que no son una generación especialmente tecnológica, porque el cambio decisivo se dio en 1990 o 1991, es decir, afectó de lleno a los que vienen detrás, una brecha real similar a la que pueden tener mis padres respecto a mí. También me cuentan que se siente perdidos, que leen pocos periódicos, que buscan la singularidad, las etiquetas que les diferencien de la marea homogénea -aunque después esa misma particularidad se convierta en otro uniforme reglado-, emos, heavys, góticos, los inefables pijos, raperos, ska, floggers, bohemios... Que posiblemente beban lo mismo que juventudes anteriores, pero que se drogan más. Que sexo lo que se dice sexo, se practica con más facilidad y menos empachos. Hasta ahí nada que no haya sido bajo el sol, cero arriba o cero abajo. Lo que me quitó el habla fue la tendencia a que, una vez que el sexo ha ardido y la relación se consolida, el conservadurismo impera, el sentimiento de posesión es muy fuerte, el machismo por ambas partes se enquista, con el riesgo de ser un embrión para futuros malos tratos. Eso me cuentan. Y esa parte no me la esperaba...

Bocatto di cardinale XXXIII

| miércoles, 18 de noviembre de 2009 | 0:04


Esta peli necesita un Óscar. Y nosotros necesitamos esta peli. Porque el amor es eterno. Pero el odio es perpetuo...

Ávila o cómo conservar el patrimonio

| lunes, 16 de noviembre de 2009 | 12:13


Agradecido y emocionado de pasar el finde en Ávila. Me invitaron unos amigos, e inevitablemente me cogí el portante y a sacarme mis fotos de guiri por toda la ciudad. Un frío del carajo, y un viento que hacía de Chicago y Zaragoza sucursales. Pero el grado de conservación, el mimo, la delicadeza conque se ha manipulado el tiempo para que lleguen hasta nosotros maravillas como la basílica de San Vicente, son de aplaudir. Para más información Wikipedia, y para tomarse unas salchichas regadas con un Ribera, la Taberna de Guillermo. No dejen de trasegar algo por allí.






FESTIVAL Ñ

| jueves, 12 de noviembre de 2009 | 10:43



EL VIERNES 13, A LAS SIETE, EN EL MARCO DEL FESTIVAL Ñ, CONVERSARÉ CON LORENZO SILVA SOBRE STIEG LARSSON. SERÁ EN EL CÍRCULO DE BELLAS ARTES, SALA DE LAS COLUMNAS. LES ESPERAMOS.

Las leyes de la termodinámica

| miércoles, 11 de noviembre de 2009 | 13:54



Quienes frecuenten este blog, se apercibirán de lo fructíferas que me resultan las comidas con mis amiguetes. Tuve otra hace poco, y ese día en particular andaba yo un poco nervioso, con cierta ansiedad. Mi tovaritsch, que debe andar por los ochenta, pero que está como un roble y se mete entre pecho y espalda un plato de cuchara sin despeinarse, lo notó y me habló desde la tribuna y la tranquilidad que da esa franja de edad -eso espero-.
-Mira, tienes que tomarte la vida con más calma, y para ello has de memorizar las tres leyes de la termodinámica.
-Dime, dime... -contesto.
-Primera ley: no puedes no jugar. Segunda ley: no puedes empatar. Tercera ley: ganar es imposible.
Medité unos instantes. Efectivamente: no es más que la vida. Ni menos.

BARRIO SÉSAMO: 40 ANIVERSARIO

| lunes, 9 de noviembre de 2009 | 13:18


Arriiiba, abaaajo, más leeejos, más ceeerca, izquieeerda, dereeecha... al final, todos hemos aprendido a jugar... maná maná -mah nah mah nah mah-, maná maná -mah nah mah nah-...

La primera vez que vi a Ayala

| miércoles, 4 de noviembre de 2009 | 23:28




La primera vez que vi a Ayala tendría yo unos treinta y pocos; llevaba ya unos años en Madrid y recuerdo con claridad meridiana que iba casi corriendo hacia el gimnasio -yo, no Ayala-. El día de autos fue a la altura de Génova, y como siempre he tenido una facilidad especial para reconocer caras, gestos, expresiones, aires... de repente, en la misma acera, vi venir a un señor que se adivinaba longevo, con esa largura de los más de seis tomos de 1.500 páginas que reunirán su obra oceánica. Coño, Ayala, pensé. Caminaba pasito a pasito, con la mirada ida, apoyado en una chica que podía ser su hija o alguien encargado de asistirle. Recuerdo que me detuve en seco, y aunque nunca he sido mitómano, aguardé a que se colocase a mi altura, y manteniendo una distancia de respeto para no alarmarle, le dije: Hasta luego, maestro, saludándolo ceremoniosamente con mi mejor sonrisa. Francisco Ayala me miró como quien mira a alguien que no acaba de reconocer, pero que intenta hacer memoria, y aunque como es de recibo no logró hallar mi rostro entre la galería de miles que almacenaba, me devolvió la sonrisa safadinho, como dicen los brasileiros, pícaro. Yo continué mi camino. Él continuó el suyo.


Esa fue la primera vez que vi a Ayala. Y la última. Más adelante, estuve en la cámara acorazada del Cervantes que ha sido rebautizada como Caja de las Letras, donde depositó una carta manuscrita y un legado personal, cuyo contenido no ha desvelado, y que será guardada hasta 2057, fecha elegida por él para que se abra la caja de seguridad correspondiente. Con su habitual sentido del humor entre la ironía y el sarcasmo, comentó que no se preocupasen, que a este paso él mismo iba a abrir la caja en el futuro. No pudo ser. Pero casi.
Y entremedias, ¿qué es lo que ha quedado de Francisco Ayala? Pues una obra con la longitud y el calado del 'Queen Mary', que en cada etapa se lanzó a morder el corazón de su tiempo. Un compromiso con la libertad y con la condición humana. Un poco de lucidez, un pellizco de burla, una pizca de coherencia, cierta ternura, un sano escepticismo, el deseo de vivir y disfrutar intensamente, el trato diario con los libros, la obsesión inequívoca de escribir. A Ayala la letra impresa siempre le sonó a salmodia y a rito, esas palabras que conectan con la divinidad todo lo que de paradójico contiene el hombre, esa coexistencia, esa dialéctica, esa complementariedad de lo antitético: lo objetivo y lo subjetivo, la sátira y lo lírico, el intelecto y el espíritu, lo público y lo íntimo. Y los años fueron pasando gracias a una afortunada mezcla de biología, suerte y fortaleza; un flujo de tiempo que no es más que la relación de lo existente con lo no existente, como aseguraba Dostoievski, y en medio Ayala, al que yo me imagino como el coronel Travis en El Álamo, a la sazón al mando de un intelecto sitiado, lanzando un discurso no del todo alentador, pero siempre íntegro: estamos rodeados por un ejército que puede aniquilarnos de un solo golpe, la ayuda no llegará a tiempo y no nos vamos a rendir. Y un día, así, sin comerlo ni beberlo, durante un paseo de los cientos dados a lo largo y ancho de su aventura vital, whisky y miel mediante, con Quijotes, exilios, memorias, filosofías y amor también mediante, he aquí que un conocido desconocido le saluda con la mejor de sus sonrisas y mira qué bien, a saber quién será, pero como todo en la vida es relativo, aproximado y provisional, pues le devuelvo el saludo y santas pascuas. Así pudo suceder. Sí, así tal cual. Me refiero a la primera vez que vi a Ayala.

Encuentros con lectores

| lunes, 2 de noviembre de 2009 | 11:32

BIBLIOTECAS, UNIVERSIDADES, CÍRCULOS DE LECTORES, CENTROS CULTURALES... QUIENQUIERA QUE ESTÉ INTERESADO EN TENER UN ENCUENTRO PARA HABLAR DE MI OBRA O DE LITERATURA EN GENERAL, LO TIENE FÁCIL:

A vivir que son dos días

| viernes, 30 de octubre de 2009 | 18:51

EL SÁBADO A LAS ONCE DE LA MAÑANA ESTARÉ EN EL PROGRAMA A VIVIR QUE SON DOS DÍAS, DE LA CADENA SER.





http://www.cadenaser.com/a-vivir-que-son-dos-dias/

Nyerere, Nyerere

| jueves, 29 de octubre de 2009 | 0:03


Que los cubanos las están pasando moradas, eso es un hecho, pero que también son unos cachondos y utilizan el humor contra los abusos, es otro hecho. Con todo lo tragicómico que resulta, hay un episodio que a mí me encanta. Cuando el fallecido dirigente africano Julius Nyerere se disponía a visitar Santiago de Cuba, el Partido Comunista había ordenado que se le recibiera como a un hermano y como a un héroe. El avión se retrasó cinco horas. Y los santiagueros, que esperaban bajo el sol, sin almuerzo y sin agua, le dieron la bienvenida con un toque de tambor y este estribillo: Nyerere, Nyerere, venimo a velte sin sabel quien ere...

Genios

| martes, 27 de octubre de 2009 | 0:01



He practicado 14 horas diarias durante 37 años y ahora me llaman genio...
Pablo Sarasate.

Johnny Cash en España

| domingo, 25 de octubre de 2009 | 17:37



No había leído a Manuel Vilas, pero entre otros libros que me envió mi editorial se hallaba este Aire Nuestro. Es un libro de cuentos, por mucho que se empeñe la contraportada en asegurar que es una novela, y efectivamente es un buen cuentista. Pero hay uno en especial que me pareció maravilloso: Johnny Cash viaja por España. Resulta tierno, inesperado, tiene gracia, es especial.

Bibliorretorno

| viernes, 23 de octubre de 2009 | 19:36



Si no siembras libros, cosecharás cadáveres. Recuerda. Recuerda. La historia de los libros está iluminada por las hogueras de los censores de Roma, anegada por las cenizas de la biblioteca de Alejandría, por los crímenes de los bibliocastas en Grecia, por los esfuerzos de los emperadores chinos por eliminar el pasado, por las obras paganas destruidas por los primeros cristianos, por el pavoroso saqueo mongol de Bagdad, cuando las aguas del Tigris bajaban alternativamente rojas por la sangre de los habitantes y negra por la tinta de los libros arrojados al río; por los libros musulmanes y judíos expurgados en España, por los códices quemados en México, por las piras del Santo Oficio, por la censura de la Inglaterra puritana, por el Holocausto nazi, por las llamas de Sarajevo... Si no siembras libros, cosecharás cadáveres. Recuerda. Recuerda.


Eso me susurraban los tomos de la biblioteca pública de Oviedo, me lo musitaban como una oración, con la misma cadencia, con la misma esperanza de que los escuchase, antes siquiera de saber que yo sería escritor, mucho antes de sufrir mis primeras y aplastantes derrotas en incipientes intentos.
Recuerda, me decían mientras acariciaba sus lomos llenos de polvo, azules, ocres, marrones, rojos, y mi mente quedaba grabada con sus párrafos al igual que en Bizancio marcaban la piel de los herejes con fragmentos de libros sagrados mediante hierro al rojo. Recuerda. Recuerda. Allí donde queman libros, luego quemarán a los hombres.
Y salía y entraba de aquella biblioteca en una historia cuyo comienzo no recuerdo y que tampoco tendrá ya un final. Ni siquiera cuando muera, porque mis libros seguirán existiendo para que le susurren a otro incauto atrapado en sus telas híbridas e impuras, recuerda, recuerda, donde no hay libros, no hay memoria.
Y otro imprudente, y otro más que quedarán atrapados después de él, que querrán escribir los libros que devoran, que desearán perderse en ellos, hasta el punto de la chifladura, de la insensatez, de la irracionalidad. Una forma de alegría sin explicación, sin rumbo, ciega maquinaria que nos rodeará de más libros, para leerlos o para recrearnos en la futura lectura, para mirarlos, para acariciarlos, para olerlos, para conservar hasta la muerte esa angustia por saber, por perdernos más profundamente en el inmenso, inabarcable océano de saber humano.

La política del corcho

| miércoles, 21 de octubre de 2009 | 0:01



A mediodía, comiendo con un amigo y hablando -cómo no- de la política y sus desmanes. En un momento dado, su gesto se dirime entre la resignación y el hastío, y por último decide que todo es una mierda.
-Nachín, a estas alturas la única política que me interesa es la del corcho. La única que practico.
Nachín -un servidor- se queda con cara de póker.
-¿Y esa cuál es?
-Fácil. ¿Has intentando alguna vez hundir uno...?

La clase

| sábado, 17 de octubre de 2009 | 13:21

Si hay algo que me fascina en la vida es la clase. Me refiero a ese algo, esa actitud, esa forma de ser que hace que una persona pueda caminar sobre el fuego sin chamuscarse, que no se despeine ni en medio del Katrina. No tiene nada que ver con la educación, ni con el dinero, ni con el estrato social, ni con la belleza, ni con la familia, ni con las prendas que lleves. Ni siquiera está relacionado con la seguridad en ti mismo. No se puede aprender, no se puede enseñar, no se puede fingir ni copiar.

No se compra, no se ostenta, no se hereda. Viene de fábrica, va de dentro hacia fuera, y creo que acaso está conectada con la dignidad y el honor, con la integridad y la coherencia, con la discreción y la prudencia, con dar y no con recibir. Aunque también hay excepciones, porque curiosamente un canalla puede tenerla. Tú puedes ilustrarte, desarrollar tu elegancia, estilo, modales e, incluso, ducharte todos los días, pero a lo mejor no tienes clase. Es algo que imana, que arrebata, en la sonrisa, en la forma de hablar, en cómo se camina, no se puede explicar. Los ejemplos clásicos son Paul Newman, Cary Grant, Sean Connery. Pero yo siempre pongo como modelo a Pierce Brosnan. Hay una escena de la película Matador en la que hace de asesino chungo y macarra, muy alejado de la imagen dandi de 007. En un momento de la cinta cruza el hall de un hotel de lujo en calzoncillos paqueteros, calzado con unas botas de cowboy horterísimas, con una panza de embarazado, un bote de cerveza en una mano y un puro en la otra. Un poema.

Y sin embargo: qué clase. Una de las rarezas de la clase es que, si de repente eres demasiado consciente de ella, la pierdes. Le ha pasado a George Clooney. Otra es que alguien con clase se mueve con la misma facilidad en una favela que en una recepción de una embajada, trata con igual amabilidad a un conserje que a un aristócrata. En el mundillo literario la he visto poco; últimamente, la he descubierto en Antonio Gómez Rufo, pero el señor que más me ha admirado es un escritor portugués, Almeida Faria.

Vaya por delante que no hay interés, es más, seguro que nunca leerá este artículo. Sencillamente me resulta fascinante comprobar su clase, una especie de energía que resplandece, a la que él no le da importancia y que sin embargo está ahí, delante de nosotros. Majestuosa.

Sí, la clase. No se mide, no es trascendente, no es consciente, no seduce, no grita, no es altiva. La clase jamás amenaza, pero tampoco deja nunca que la amenacen. La clase. En efecto, es muy agradable alguien con clase.

Bocatto di cardinale XXXII

| miércoles, 14 de octubre de 2009 | 0:17







Herzog en estado de gracia. Herzog herzogizando la Antártida. Una galería de personajes dignos de Doctor en Alaska. Belleza. Crueldad. Locura. Humor. Esta no es otra dichosa película de pingüinos...
















Es sencilla. Es delicada. Es la Bien Querida. Regáleselo a quien lo merezca.

FOXÁ

| domingo, 11 de octubre de 2009 | 22:56


Todas las revoluciones han tenido como lema una trilogía: libertad, igualdad, fraternidad lo fue de la Revolución Francesa; en mis años mozos yo me adherí a la trilogía falangista que hablaba de patria, pan y justicia. Ahora, instalado en mi madurez, proclamo otra: café, copa y puro. Un señor que respondió así en una entrevista de Ruano, es probable que se la traiga al pairo que una concejala del Ayuntamiento de Sevilla haya prohibido un homenaje en honor a su persona, aduciendo que podría convertirse en un acto de apología del franquismo. En fin, esa señora se define espléndidamente con su burrada. La calidad literaria de Agustín de Foxá, conde de Foxá, marqués de Armendáriz, abogado, diplomático, poeta, autor teatral, novelista, articulista, feo y adorador de la belleza, con sus ojos llenos de mucha noche y amigo de Curzio Malaparte, está por encima de esas pamemas y disparates, y es probable que conociendo su carácter cachondo y guasón suscribiera la propuesta.
Su obra Madrid de Corte a Checa, al margen de derivas ideológicas a veces inasumibles -al cabo, alguien gordo, aristócrata y diplomático no puede ser más que de derechas, como afirmaba-, es un monumento literario, un novelón, un documento esencial de una época dolorosísima. También fue un articulista glorioso, elegíaco, y desde luego nadie que lo haya leído podrá olvidar nunca aquel poema suyo: Y pensar que después que yo muera, aún surgirán mañanas luminosas… Orador, glotón, perezoso, desaliñado, taurófilo, viajero, madrileño de raíces catalanas, falangista y monárquico… Foxá también compuso con otros conjurados en los sótanos de La Ballena Alegre el himno de la Falange, Cara al sol, con música de Tellería, volverán banderas victoriosas, al paso alegre de la paz…
Foxá no cree en nada y cree en todo, es amigo de Serrano Súñer, el Darth Vader patrio, es un rostro en una postal antigua, es un romántico y un cínico, noble y maledicente, agrio, cursi, gamberro y enamorado. Fue un proscrito cultural junto con Pemán, García Serrano -grande, grande-, Sánchez Mazas, Rosales, Neville, Maeztu, Fernández Florez, Ridruejo, d´Ors… Y, a la postre, lo que va a quedar no son los intentos de ninguneo, los lapsus interesados, el sambenito de autor fascista o las necedades varias, sino los tremendos versos de su Melancolía del desaparecer. A pesar de todo, aún surgirán mañanas luminosas.

Irving Penn 1917-2009

| viernes, 9 de octubre de 2009 | 0:01

Alguien tiene que hacerlo

| miércoles, 7 de octubre de 2009 | 0:20



Hay una escena en la película El reino de los cielos, de Ridley Scott, en la que el malo más malo llega a un pueblo y se dedica a llevar a cabo las salvajadas que nadie tiene ni el valor ni el estómago de ejecutar. En un momento dado, uno de sus secuaces, asombrado por la violencia gratuita que han desatado, le pregunta: ¿es necesario todo esto? Y el malo más malo le responde con cierta melancolía visionaria: alguien tiene que hacerlo.
En efecto, parece como si supiera que si no hay un malo como él en la peli, esta perdería la mitad de sus kilates. No es exactamente el caso de Maurice Grimaud, recientemente desaparecido a los 95 años, que es de quien voy a hablar hoy, pero en su momento todo el mundo creyó que era el malo de turno sin adivinar que en realidad fue uno de los héroes secretos, y les aseguro que tuvimos mucha, muchísima suerte de que este señor fuera el malo oficial que tenía que hacerlo.
Les sitúo, mayo del 68, en las calles de París se estaba armando la de San Quintín, la chavalería había salido a la calle a luchar, como ellos decían, contra la muerte climatizada que nos quieren vender como porvenir. Maurice Grimaud era a la sazón el prefecto de París y el encargado de reprimir la revuelta. Objetivamente, los rebeldes cargaban sus armas con balas de plata porque su figura era la del monstruo a abatir; no obstante, un monstruo exótico y excepcional éste, cuya principal obsesión cuando llegó a la prefectura era reducir el tráfico en las calles, lograr una ciudad sin automóviles, y que cuando los jóvenes comenzaron a quemar coches, ironizó: no podía sospechar que compartíamos las mismas preocupaciones. Un malo extraño por cuanto fue él quien convenció a De Gaulle para no sacar el ejército a la calle. Un malévolo que nunca tuvo miedo, porque sabía que sólo eran estudiantes que hacían una purga necesaria en la sociedad para que esta entendiera sus fallos, como la definió. Un canalla sin conciencia que mandó una carta a todos los policías de París advirtiéndoles que golpear a un manifestante que está en el suelo es como golpearse a uno mismo, y aunque ganasen la batalla en la calle, perderían algo más importante: la reputación. Un villano que se defendía de los ataques con ironía: para convertirse en eso que las necrológicas llaman un gran servidor del Estado, no basta con una buena educación, hace falta también ser incompetente. Resumiendo, que tengo entendido que Daniel Cohn-Bendit todavía se hace cruces agradecido porque fuese Grimaud quien tuviera que hacerlo.

La tribu carnívora

| lunes, 5 de octubre de 2009 | 11:15


La tribu literaria es carnívora. No sé de quién es la frase, pero más razón que un santo, oigan. Entiendo que quien enemigos no tenga es señal de que no tiene ni talento que haga sombra, ni valor temido, ni carácter que impresione, ni honra de la cual se murmure, ni bienes que se codicien, ni cosa buena que se envidie. Esto sí sé de quién es: Martí.


Pero a lo que iba, que si tener enemigos es índice de tu condición, que esos mismos enemigos sean los que te hagan el elogio post-mortem es una desfachatez. Es tradición antigua: tienes que morir para que te reconozcan. Los mismos cabrones que en vida te ponen verde -a ti y a tu obra-, una vez en el nicho te hacen elogios desmedidos, panegíricos demenciales y textos consoladores con esa generosidad exagerada que te regatean en vida. Pasó con Sebald, pasó con Bolaño, pasó con Foster Wallace; mientras en vida el primero pasó inadvertido, el segundo pasó miseria y el tercero no pasó de las listas de jóvenes promesas. Personalmente creo que ninguno de ellos era un genio, tienen algunas cosas estimables y otras no tanto, pero en cuanto la espichan inmediatamente les elevan a los altares, les otorgan premios y les dedican ditirambos. Debe de ser porque ya no molestan. O para joder a los vivos. Quién sabe.


En el mundillo hay tantos componedores, árbitros, medianeros, mediadores, correveydiles y celestinas entre la página impresa y el lector, que no aciertas en qué momento se extravía la literatura. Por eso cada vez que algún novel me pide consejo sobre el oficio, lo primero que le digo es que no acepte consejos, y lo segundo que no haga ni caso de esa nube de críticos, compiladores y comentaristas que oscurecen el rostro del saber, como decía Gibbons, sino que vayan a su bola y no se dejen influir, ni antes de espicharla, ni después.


Porque el canon literario es ridículo, dogmático, y establecido por cuatro individuos que dan vuelo a sus preferencias y prejuicios, por consensos de grupos de presión, por criterios muchas veces ajenos a la literatura. Y que si necesitan un buen epitafio para enmarcar su muerte, no busquen gente que vive el 99% de su vida sexual a través de la envidia, sino que escuchen a Graham Greene, que recitaba el poema de Robert Browning como la más perfecta lápida: nuestro interés estuvo en el lado peligroso de las cosas, el ladrón honesto, el asesino afectuoso, el ateo supersticioso.

Viva el Emperador

| viernes, 2 de octubre de 2009 | 10:39




Bueno, ya que hemos comenzado la semana con política, vamos a acabarla con política. A continuación una de mis historias preferidas, los titulares de Le Moniteur Universel que se sucedieron durante los días del destierro de Napoleón y su posterior retorno a París. Durante el mes de marzo de 1815 éstos son los titulares que se sucedieron mientras Napoleón se acercaba:




-El Monstruo se escapó de su destierro.
-El Tigre se ha mostrado en el terreno. Las tropas avanzan para detener por todos lados su progreso.
-El Tirano está ahora en Lyon. Cunde el temor en las calles por su aparición.
-El Usurpador está a 60 horas de marcha de la capital.
-Bonaparte avanza con marcha forzada.
-Napoleón llegará a los muros de París mañana.
-El Emperador está en Fontainebleau.
-Su Majestad El Emperador hizo su entrada pública y llegó a las Tullerias. Nada puede exceder la alegría universal ¡Viva el Imperio!

La llamada italiana

| miércoles, 30 de septiembre de 2009 | 0:09






Suena el teléfono. Es tarde-noche. No reconozco el número. Cojo el teléfono. Es una llamada de un periodista italiano. Quiere hacerme una entrevista a propósito de Il tempo degli strani imperatori. El tipo es simpático, se defiende con el español y podemos entendernos. A la mitad de la entrevista hablamos de la Falange y del papel fundamental que tiene en la novela. Dedico unos minutos a dibujar un resumen de la época y las circunstancias de la División Azul. En medio de la exposición me hace una pregunta, parece preocupado: ¿no tiene miedo de que su novela sea considerada una novela política? Me quedo unos segundos sorprendido. Reflexiono, pero más por asombro ante la evidencia que por otra cosa. Respondo: sería difícil tener miedo de eso. ¿Por qué?, me interroga otra vez preocupado, en esta ocasión con un añadido de intriga. Porque todas las novelas son políticas, contesto.

Interesante...

| lunes, 28 de septiembre de 2009 | 2:42

http://www.elmundo.es/opinion/columnas/pedro-j-ramirez/2009/09/19492296.html



e ilustrativo este artículo de El Mundo: Zapatero y los poderosos.

Malo malísimo

| domingo, 27 de septiembre de 2009 | 14:06



Soberbio, pero soberbio, se lo digo yo, está Christoph Waltz haciendo del coronel nazi Hans Landa en Inglorious bastards. Cínico y lúcido, inmoral, sarcástico, maniaco, brillante, políglota... Hay que ser muy grande para comerse un strudel con nata y tener acojonado a medio restaurante. Y que sea creíble. A la altura del Joker de Ledger o Hannibal Lecter.

El lujo

| viernes, 25 de septiembre de 2009 | 8:21




La teoría es que a partir de 1770 la moda se acelera y entra en una esfera que los sociólogos llaman sistema económico de bienes simbólicos, la frivolidad se convierte en necesidad para quienes pretenden mantener un rango y hacer brillar su apellido. Por ejemplo, conocer con antelación el peinado de la reina del día siguiente era una forma de asegurarse el poder aparecer idéntica y sumisa a ella, al tiempo que favorita de los demás. Años, siglos más tarde, esta mecánica, más o menos democratizada, se ha hecho extensiva al mundo. La práctica es que hoy en día esa aceleración de la moda llamada lujo se ha convertido en una manera de escapar de todo lo que no es necesario para la supervivencia, de fabricarnos un escudo de bienestar, un autoengaño de invulnerabilidad, ya que este siempre se ha asociado a las celebraciones, a esos momentos de fiesta en que los padres se vestían de forma especial para cenar o el menú se llenaba de los cócteles de gambas que en una época de este país era lo más sofisticado que podíamos degustar a la mesa.


Por mucho que se haga apostolado de la contención, casi todo el mundo se siente mejor, más deseado o menos vulnerable cuando se compra un bolso o va a cenar a un sitio fuera de lo común o tiene ante sí una rara obra de arte o palpa la seda de un foulard. A su vez, a través del lujo también se busca el reconocimiento del otro, ya que se quiera o no estamos pendientes de esa mirada porque vivimos en sociedad. Siempre que no se confunda lo que se tiene con lo que se es; siempre que seamos conscientes de que ese ceremonial con que vamos a consumir ese producto costoso -Lipovetsky dixit que siempre se tiende a la liturgia ante lo caro- no es más que una manera de ponerle el lacito a un buen vino -pero vino al fin y al cabo-; siempre que no se caiga en la obsesión por lo prohibitivo, en el más extravagante todavía que aboca a la caricatura; siempre que esa puntual trufa del Perigord, esa exclusiva cosecha de Dom Perignon o ese Caviar Royal Beluga con el que intentamos maravillarnos y evadirnos por unos momentos de la realidad, tenga como prioridad celebrarnos, es decir, darnos un homenaje a nosotros mismos o en pareja o en familia, sin que ello suponga una instantánea transformación en conaisseurs despectivos o en aquel duque Jean Floressas des Esseintes, que se retiró a un palacio para rodearse sólo de cosas bellas a fin de huir de la vulgaridad -qué cosa más vulgar que renunciar al mundo- pues lo doy por bien empleado.

Calma, lujo y voluptuosidad, decía Baudelaire. De vez en cuando no viene mal, ¿a que no?

Monsergas y cantinelas

| martes, 22 de septiembre de 2009 | 22:33




Abro un suplemento cultural. En una de sus páginas me encuentro con un pintor de la antigua RDA, de 71 años, que expone en Madrid. Va de provocador, de incómodo y de rebelde. Con 71 años. El pintor va desgranando el discurso estándar del cultureta. Que el artista es un ser asocial, nos guste o no. Que el artista es alguien a quien la sociedad no necesita en absoluto, que la sociedad no lo quiere, que la sociedad lo rechaza. Que generaciones posteriores quizás lo encuentren interesante, pero que a sus contemporáneos probablemente les molestará y les disgustará. Que el arte no es entretenimiento. Que él no es alguien normal porque no está integrado en la sociedad. Que no es dependiente de sus estructuras sociales. Que es muy, muy, pero que muy independiente. Que no requiere público para hacer lo que hace. Que no necesita a nadie para que vea sus cuadros. Repito, tiene 71 años, o sea, que ya es mayorcito. Sigo. Que cree que el arte sólo concierne a los artistas. Que los artistas son poseedores de una especie de locura. Que en la sociedad los listos son sólo unos pocos, poquísimos, una élite, que es a quien concierne el arte verdadero. Y bla, bla, bla. Por mí vale. O sea, que cada uno vende la moto como más le conviene. Sin problemas. En serio. Me aburre, pero hay que vender el producto. Lo que me irrita es que después, en la misma entrevista -que para qué da entrevistas si no le interesa la sociedad, al igual que por qué Goytisolo recoge premios si los odia-, pues eso, que en las misma líneas te enteras de que este buen señor vive en una 'graaan' y preciosa residencia diseñada por los arquitectos Herzog & De Meuron en las afueras de Múnich. Que le va pero que muy requetebién con la venta de sus obras, y que a pesar de un reconocimiento internacional y numerosas exposiciones en galerías supersuperprestigiosas, él es un 'outsider'. La entrevista no lo trae, pero se supone que si cae enfermo no va a ir a la Seguridad Social, sino a una clínica privada suiza, que queda al lado, porque él es un artista muy importante y tal. Y los desplazamientos en primera, cómo no. Y no se te ocurra llevarle a un burger porque a un rebelde de 71 años esa dieta capitalista no le conviene. Y eso sí, mucha nostalgia de la Rusia soviética, en la que podías tener un coche de cualquier color a condición de que fuese negro. O sea, que como decía mi admirado Victor Hugo, gran parte de la historia de la civilización sigue en las alcantarillas.

Campeones¡¡¡

| lunes, 21 de septiembre de 2009 | 1:37


Quien haya visto el partido, lo sabrá: incontestables.

Presentación en Oviedo

| miércoles, 16 de septiembre de 2009 | 11:07

ESTE JUEVES A LAS SIETE Y MEDIA PRESENTAREMOS LOS DEMONIOS DE BERLÍN EN LA LIBRERÍA CERVANTES DE OVIEDO. SERÁ A LAS SIETE Y MEDIA. ME HARÁ LOS HONORES EL ESCRITOR MANUEL GARCÍA RUBIO. ESTÁN INVITADOS.

Gastronomías del mundo mundial

| martes, 15 de septiembre de 2009 | 0:05



PORQUE LA CULTURA NO ES SÓLO LITERATURA
Bueno, tenía esta sección poco atendida, pero vuelvo a la carga. Entiendo que después de esta entrada habrá un montón de cubanos, venezolanos, dominicanos... que se van a acordar de todo mi árbol genealógico hasta el último mono, pero la Verdad debe resplandecer. Señores, esto hay que decirlo, el mejor ron del mundo es el Ron Zacapa, y es de Guatemala.
Una mezcla sensacional de rones, añejada en antiguas barricas de bourbon americano, jerez y vino Pedro Jiménez. Con una fermentación basada en una levadura extraída de la piña, y reminiscencias de miel virgen. Esto es lo que hay y lo que defiendo: estoy dispuesto a que me envíen los padrinos.

Puesta al día

| sábado, 12 de septiembre de 2009 | 13:28

Señores, a partir de ahora mis reseñas literarias y mis artículos en el diario Panamá América los colgaré en Facebook. Hoy tocan Jean Daniel y Glenn Gould, respectivamente, además de un pequeño homenaje a Berlín por el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia.
Por cierto, dicen que hay indexados unos 112 millones de blogs, así que gracias por visitar el mío. Muchas.

Hombres de Estado

| viernes, 11 de septiembre de 2009 | 0:20







¿Saben lo que yo echo mucho de menos? Estadistas. Y cada vez más, se lo aseguro. Individuos que no me conviertan el juego de ajedrez en una partida de parchís, gente que no entienda la política como negar sistemáticamente los argumentos del contrario, sino como el desarrollo de un universo de soluciones, tipos que se dejen llevar lo justo y necesario por el Makhzénisé, el clientelismo que dicen los marroquíes, para tomar sus decisiones. Anhelo personas que no me improvisen las medidas económicas con el fin de cautivar votos, que no se fijen sólo en las coyunturas de hoy para fijar parámetros educativos, sino en las de pasado mañana, que no utilicen la retórica ampulosa para tomarme el pelo y que sean responsables de sus cagadas, pudiendo exigirles consecuencias de sus actos al igual que en aquella sociedad que describía Levi Strauss en la que si el gobernante lo hacía mal, se le tiraba al río. Añoro personal que quiera engrandecer el contexto en el que vive, en este caso España y a los españoles, y que se forre, de acuerdo, porque es muy difícil no forrarse cuando manejas información privilegiada, pero que también utilice esa influencia para mejorar la vida de sus compatriotas. Tengo nostalgia de hombres de estado que se crean sus mítines, que sean idealistas sin ingenuidad, que sepan fehacientemente que al otro lado de la tribuna hay gente igual de lista que ellos que sabe lo que es una aldea Potemkin, una SICAV, un síndrome de la Moncloa, la diferencia entre meritocracia y spoil system, que ha leído a Hannah Arendt, a Talleyrand y a Kissinger, y que está hasta los cojones del escolasticismo polvoriento y del sistema representativo actual. Estoy harto de juzgar lábiles ladrones, quiero imitar ejemplos, de disciplina, de voluntad, de planificación, de persistencia. De trabajo, de flexibilidad, de honradez, de inteligencia, de seriedad. Hombres de estado, sí, estadistas con pedigrí que hagan funcionar de nuevo el ascensor social, que duden de vez en cuando porque es imposible no hacerlo, que no tengan miedo de desagradar a los ciudadanos y a los electores a la hora de la responsabilidad, que no estén continuamente a favor del viento para mantenerse en el poder, sino que gobiernen, que acepten con deportividad las críticas, y que no se dejen llevar por ese catastrofismo que dice que porque hay mucho sinvergüenza, todos debemos ser unos sinvergüenzas.
Hombres de estado.
Hombres, en suma.