Se llama Irina. No tiene trabajo y vive en una ciudad de Bielorrusia o de Moldavia o del Transniéster o de Ucrania. Está contenta, haciendo las maletas para viajar a una ciudad que puede ser de Israel o de España o de Alemania o de Italia. No tiene un duro, y su familia menos que un duro, pero una amiga que trabaja en Occidente le ha ofrecido un buen empleo como limpiadora o camarera o modelo o secretaria. Una vida mejor, un futuro sostenible. Al otro lado del teléfono a su amiga la encañonaban con una Glock obligándola a ejercer de gancho, pero evidentemente esto sólo lo sabe el narrador de esta historia. Irina también puede ser una chica raptada directamente, o una niña reclutada en cualquiera de los orfanatos a reventar del bloque del este. A Irina le han conseguido un billete de avión, un visado y un poco de dinero. En el aeropuerto de llegada le esperará uno de esos hijos de puta con el pelo rapado al uno, un cuello de toro y cadenas de oro, cerrándose la trampa. De inmediato se le retirarán todos los medios para viajar, se la desnudará y se la examinará como ganado para venderla. Después se le comunicará que su precio ha sido tanto y que tiene que devolver el doble a sus dueños, y para ello trabajará todos los días, esté enferma o con la regla, en un peepshow, club de streaptease, casa de masajes, en la orilla de una carretera… es decir, que será violada por cientos de hombres al año, gordos, viejos, jóvenes, policías, marineros… Si se pone farruca, se la internará en un centro de sometimiento donde la golpearán y la violarán y le harán cosas que a usted y a mí nos harían vomitar, lector. Allí quebrarán su voluntad y su espíritu de una forma inexpresable. Eso si tiene suerte, porque a lo mejor le toca cruzar uno de esos desiertos alcalinos del norte de África, en un trayecto donde puede morir deshidratada o por la violación en grupo de los beduinos encargados de la travesía. En su día a día recibirá alguna que otra hostia o mutilación o forzamiento anal o simplemente le pueden pegar un tiro, así, como quien va a comprar el pan. También podrá contraer el sida o alcoholizarse o engancharse a las drogas. Lo más seguro es que en un par de semanas su psique quede desmantelada de por vida. Esto es lo que hay detrás de esa chica simpática y complaciente llamada Irina que usted y yo podemos comprar por una hora si nos vamos de putas. Una esclava. Violada, vejada. Aplastada. Sí, lo sé, no es artículo bonito. Tampoco era mi intención.
Se llama Irina. No tiene trabajo y vive en una ciudad de Bielorrusia o de Moldavia o del Transniéster o de Ucrania. Está contenta, haciendo las maletas para viajar a una ciudad que puede ser de Israel o de España o de Alemania o de Italia. No tiene un duro, y su familia menos que un duro, pero una amiga que trabaja en Occidente le ha ofrecido un buen empleo como limpiadora o camarera o modelo o secretaria. Una vida mejor, un futuro sostenible. Al otro lado del teléfono a su amiga la encañonaban con una Glock obligándola a ejercer de gancho, pero evidentemente esto sólo lo sabe el narrador de esta historia. Irina también puede ser una chica raptada directamente, o una niña reclutada en cualquiera de los orfanatos a reventar del bloque del este. A Irina le han conseguido un billete de avión, un visado y un poco de dinero. En el aeropuerto de llegada le esperará uno de esos hijos de puta con el pelo rapado al uno, un cuello de toro y cadenas de oro, cerrándose la trampa. De inmediato se le retirarán todos los medios para viajar, se la desnudará y se la examinará como ganado para venderla. Después se le comunicará que su precio ha sido tanto y que tiene que devolver el doble a sus dueños, y para ello trabajará todos los días, esté enferma o con la regla, en un peepshow, club de streaptease, casa de masajes, en la orilla de una carretera… es decir, que será violada por cientos de hombres al año, gordos, viejos, jóvenes, policías, marineros… Si se pone farruca, se la internará en un centro de sometimiento donde la golpearán y la violarán y le harán cosas que a usted y a mí nos harían vomitar, lector. Allí quebrarán su voluntad y su espíritu de una forma inexpresable. Eso si tiene suerte, porque a lo mejor le toca cruzar uno de esos desiertos alcalinos del norte de África, en un trayecto donde puede morir deshidratada o por la violación en grupo de los beduinos encargados de la travesía. En su día a día recibirá alguna que otra hostia o mutilación o forzamiento anal o simplemente le pueden pegar un tiro, así, como quien va a comprar el pan. También podrá contraer el sida o alcoholizarse o engancharse a las drogas. Lo más seguro es que en un par de semanas su psique quede desmantelada de por vida. Esto es lo que hay detrás de esa chica simpática y complaciente llamada Irina que usted y yo podemos comprar por una hora si nos vamos de putas. Una esclava. Violada, vejada. Aplastada. Sí, lo sé, no es artículo bonito. Tampoco era mi intención.
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14 comentarios:
Hoy me has tocado un poco la fibra sensible Ignacio.
Por gajes de mi profesión, hago basantes kilometros al año por las carreteras de la zona Catalana.
Hace alguna semanas, en una carretera de la zona junto a un poligono industriál se me heló el corazón.Uno está acostumbrado a vér a estas chicas ejerciendo sú oficio en las cunetas.Pero la de aquella tarde apenas debia tenér dieciocho años. Podia sér perfectamente hija mia.En una edad en la que nuestras muchachas empiezan el ciclo de estudios superiores ó se asoman al mercado laborál, allí estaba aquella criatura dispuesta a satisfacér a álguien por un puñado escaso de Euros de una manera indigna, dentro de la cabina de un camión ó en un bosquecillo cercano.
Me hizo reflexionér sobre lo que entienden por sexo algunos hombres, porque lo que tengo muy claro es que no estaria allí si no existiese clientela.Gente que se debe sentír satisfecha de un manoseo breve y de aprovecharse de la miseria de estas pobres mujeres raptadas con falsas promesas y sometidas a toda clase de violencia.
Quizás soy un afortunado y he tenido y tengo una mujér que me ha amado sinceramente, y eso es sexo en plenitúd. Lo que prectican los clientes de estas mujeres no deja de ser un vulgár "meteysaca". Una caricia sincera, el deseo reál y el sexo están muy lejos de "eso".
Creo que los clientes no son muy conscientes de lo que hay reálmente detrás de cada una de estas chicas, quizás alguno lo sabe y busca justificarse pensando que ellas lo hacen voluntariamente.
Tienes razón, en el fondo ellas no dejan de sér un trozo de carne puesto al alcance de cualquiera, eso solo tiene un nombre : ESCLAVITUD. Supongo que con la complicidad activa ó pasiva de muchos de nuestros respetables conciudadanos.
Gracias. Por decir aquello que no "vende". Por hablar en nombre de quienes nadie habla. Por obligarnos a mirar. Por poner el dedo donde escuece. Por defender a quien no puede defenderse. Eso es ser un caballero. Y veo que Vd. lo es. Gracias por serlo.
Hay pocas cosas que me ponen de mala hostia, pero de la de verdad, y una de ellas es que, por ejemplo, esté más penado el tráfico de armas o drogas que el de personas. Resulta obsceno. Y este artículo es una marca blanca comparado con lo que está sucediendo en realidad ahora mismo.
Pasé por mi etapa neutral, por mi etapa indiferente, por mi etapa cínica, por unas cuantas estaciones, y ahora cada vez estoy más convencido de la etapa idealista. Uno de los males de este siglo, al contrario que, por ejemplo, durante la Revolución Francesa, es que nadie cree que se puedan cambiar las cosas, nadie tiene cierta fe en su sentido laico. Hay que recuperar ese sentimiento, las visiones, porque si no iremos para atrás, y cada vez más y más y más.
No es un artículo bonito, pero porque no podría serlo de ninguna de las maneras. No cuando detrás esconde una verdad desnuda como ésta. Pero es una verdad que sucede, y que es difícil de atajar, porque quien contrata a ésta mujer no pregunta. No le interesa preguntar. No le interesa que ella le diga qué clase de hombre es, porque no quiere saberlo, odiaría saberlo. La mira a ella, y tampoco quiere saber quien es en realidad, odiaría saberlo. Va a tratarla como mercancía, añadiendo más dolor a su dolor. Seguramente es un hombre que no lee. No le interesa estar informado tampoco, y seguramente no leerá este artículo. Y si se tropieza con él cerrará la página. Porque en verdad no hay precio para una mujer como Irina, y no debiera haberlo. El engaño y la mentira no debieran tener precio, pero lo tendrá y nos seguirá doliendo a quienes odiamos que alguien pueda contratarla para algo que no haría por propia voluntad, y que hace únicamente para conservar la vida. Mientras piensa en ser libre de nuevo y regresar con los suyos. Tal vez en algún momento decida vivir más por ellos, que por ella misma. A veces la desesperación llega hasta esos límites insospechados.
Duele a quienes en el fondo creemos en la justicia divina, porque tampoco creemos tanto en ella; y la justicia humana anda tan entretenida que a veces ni se entera, y hasta cuando se entera en ocasiones se equivoca.
Este artículo definitivamente no es bonito, pero es impagable; es la voz de quienes no tienen voz, ni libertad. Por eso el espacio que le has dedicado es una gota en el mar de su libertad, y ese mar, como dijo la madre Teresa de Calcuta, sin esa gota sería menos.
No es un artículo bonito, pero es real. Nos abofetea y nos hace reaccionar. Nos hace desear que el mundo sea mejor. Y que no haya lugar para estas cosas. Nunca, nunca más. Y tal vez al salir a la calle miremos a las Irinas con otros ojos. Los ojos con que quieren ser miradas. Ojos de madre, de hermana, de amiga…
La verdad es muy dura y en la vida colaboramos de manera involintaria en cientos de fechorías, cuando nos detenemos a pensarlo nos escandaliamos, tal vez, seria mejor hacer algo.
La realidad tal y como es.
Si legalizasen las drogas y la prostitución, estos casos serían menores seguramente.
Hola Rodericus,
Los misterios de la informática, lo seguirán siendo siempre para mí. No me permite el acceso a comentarios desde mi cuenta a tu blog, y tampoco puedo dedicarle más tiempo al tema. Será una restricción de acceso del servidor; no tengo ni idea.
El caso es que seguiré visualizando tu blog, puedes estar seguro de ello, pero no podré participar activamente; lo cual lamento, no creas. Dices cosas interesantes. A mí lo de los divorcios no se me da muy bien, así que no puedo divorciarme de toda la blogosfera. Algún cordón umbilical desearía mantener, pero me temo que no podrá ser el catalán.
Muchos éxitos para tu blog, y también personales y profesionales, en esos retos que recientemente has iniciado.
Respecto a este comentario que haces, tu opinión sobre el particular se muestra muy hilada con lo que nos cuentas en tu blog en la última entrada sobre "orgasmos de laboratorio".
El sexo, Rodericus, es lo que cada uno entienda acerca del mismo. Para mí, separarlo del amor, es deshumanizar la sexualidad. Pero como bien sabrás, no todo el mundo opina lo mismo.
Lo que comenta la entrada de Ignacio es sangrante, pero, ¿qué hacer con el oficio más antiguo del mundo?.
¿Sabes que tenía una compañera de carrera que me contaba que se sacaba un sueldecillo acostándose con los tipos que quería?. Si no le gustaban, les daba puerta. No se doctoró conmigo, pero hoy trabaja en una gran empresa, está felizmente casada y tiene dos niños.
Sólo a Dios le corresponde juzgar determinadas cosas, Rodericus. Sólo a Dios. Y los hay que no creen en él, y juzgan en su lugar. Es lo que hay.
Fdo: Una amiga de Asturias que se ve obligada a despedirse aquí. Seguro que sabes que quién soy.
Anonima, puedo entender que una mujér adulta en el ejercicio de sú libertad decida ejercér la prostitución. De hecho una buena amiga mia desde los tiempos de nuestra adolescencia lo estuvo haciendo durante unos años.Detrás de cada mujér que lo decide voluntariamente también hay un drama personal, y en su caso lo habia.Los que la conocemos y apreciamos, pasabamos de puntillas sobre el asunto sin meternos a juzgár su moralidad. Dejó el "negocio" hace unos años e invirtió sus ahorros en un comercio de moda, no le vá mál a pesar de los tiempos.
Pero el caso que nos ocupa es el de trata de blancas, como se conoce en el argot judiciál.
Aqui no hace mucho se destapó un caso de complicidad policiál con propietarios de clubs de alterne.A cambio de una "modica" cantidad, recibian un pre-aviso de las redadas, con lo cuál retiraban del locál a las menores de edád y a las indocumentadas.
Está pendiente de juicio, y los dós locales implicados permanecen precintados.
Pero esto es la punta del iceberg.Por todas las carreteras del país proliferan estos locales.
Parece que aquí coexistan dos mundos diferentes, el cotidiano donde la legalidad es válida, y el clandestino donde se comenten estas atrocidades a la vista de todo el mundo. Y después, en los noticiarios nos muestran un tercér mundo lejano y lleno de miseria del que nos solidarizamos a través de las ONG´S.Pero debajo de nuestro balcón hay miseria, necesidad y hasta hambre.Ninguno hacemos nada, pensamos que para eso está papá-estado. Y al finál, nadie mueve un dedo.
Estoy completamente de acuerdo con el autor cuando dice que es necesario recuperar la fe en que se pueden cambiar las cosas, porque si no nos iremos para atrás, siempre en reversa. Yo tengo 21 años, vivo en Lima, una ciudad latinoamericana, y me he dado cuenta que a los chicos y chicas de mi edad realmente les interesa un bledo lo que pueda ocurrir en el mundo, o incluso en sus propias narices, simplemente sólo les interesa vivir centrados en sí mismos, por eso, si alguno de esos chicos se topara con un artículo como éste, de seguro lo dejarían de lado por su crudeza. Es una triste realidad, pero cada vez hay menos idealistas en el mundo. Yo no me considero un idealista, porque primero tengo que solucionar muchas cosas en mi vida antes de pensar siquiera en ayudar al resto, pero al menos trato de no ser indiferente, leo, veo, escucho, y trato de reflejar eso en las cosas que escribo.
Me ha gustado mucho su artículo, Ignacio Del Valle, ojalá hubieran más escritores jóvenes como usted.
Afortunadamente, existen personas concienciadas con este tremendo delito que atormenta nuestra sociedad, que aprovechan la fama y el peso de su nombre para denunciar y alzar la voz contra este comercio ilegal, cruel e ilícito. Tal es el caso de la actriz Emma Thompson que a partir de hoy, 11 de Diciembre, presentan en Madrid la exposición THE JOURNEY, una clara y dura denuncia a la explotación sexual. Esta exposición podrá verse en el Paseo de los Coches del Retiro hasta el próximo 15 de Diciembre.
http://www.abc.es/20091211/cultura-/emma-thompson-trae-madrid-200912111033.html
Muy buen artículo. Gracias. Y muy de acuerdo con rodericus. Al que cree que es como un trabajo cualquiera, que se ponga a "trabajar" en la esquina de uno de esos polígonos y dentro de cinco año hablaremos. Me gustaría que las mujeres y los hombres follaran gratis, por placer y en caso de las chicas, sin miedo de ser llamadas putas por pasárselo bien. Porque desgraciadamente esta palabra no ha desaparecido del lenguaje de los más jóvenes, para mi asombro. Abrazos.
No es un post bonito, la verdad casi nunca lo es.
Impactante, me ha encantado.
Con tu permiso lo he enlazado en un post de mi blog (diciendo que es tuyo, por supuesto) con un vídeo que ha hecho la actriz Emma Thomson denunciando la trata de blancas, tan impactante como tu post.
Estas cosas son necesarias. Gracias.
(si hay algún problema con haberlo enlazado dímelo por favor y lo retiraré).
;)
El video de Emma Thompson es muy bueno y muy valiente. Ojalá también salieran celebridades masculinas para trasmitir a su público que "ir de putas" no es una opción de ocio comparable con "ir de copas". Porque las "voluntarias de lujo independientes" son una inmensa minoría...Si la prostitución se legalizase como una actividad laboral, el 90% de las prostitutas en España seguirían siendo ilegales proclives a ser explotadas, ya que se trata de mujeres extranjeras sin permiso de residencia/trabajo.
En la India, hay gente pobre y desesperada que vende sus riñones, ¿acaso eso justifica a los ricos que están dispuestos a comprarlos y a los traficantes de órganos?
Por cierto, me ha dejado pasmada la entrada que mantiene que juzgar es cosa de Dios, no de los hombres...¿entonces cerramos los juzgados y tiramos el Código penal a la basura, ya que juzgar a los traficantes de personas y a otros criminales (que no a prostitutas, creo que esto ha quedado claro en la entrada inicial y en los comentarios de la mayoría) es cosa de moralistas equivocados? Espero que haya malinterpretado el comentario....
Eres un heroe.
Gracias. Las prostitutas son esclavas. Los hombres que compran sus servicios participan en una crimen horrible, aunque la sociedad no la penaliza como debe. Habra alguna excepcion, la que no ha sido amenazada de muerte. Pero son esclavas igual - a las bajas expectativas. Creen que eso es la mejor opcion que les ofrece la vida. En eso la sociedad les falla. Y la sociedad somos nosotros.
Al cliente: Esa sonrisa suave, esa actitud acogedora, esas susuras que te dicen que contigo es diferente - son todas mentiras. (Y ella tampoco es estudiante de derecho. Tambien mentira.) Tu no eres diferente. Ella, o es muy simpatica contigo - y con todos de la misma manera, amigo mio, - o le dan una paliza brutal o peor. Tu no eres diferente, ella tampoco. Ella es una esclava. El sexo es forzado. Sin ti, no podria ser.
Gracias otra vez, Nacho. Te tengo mucho respecto.
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