Bocatto di cardinale XLII -clásico-

| domingo, 25 de septiembre de 2011 | 14:29

El libro de Lampedusa es apasionante, pero la peli de Visconti es magistral. El príncipe de Salina es uno de mis héroes, y tengo una cita con él una vez al año, llueva o haga sol. Su mirada lúcida y desencantada, su visión del mundo es una lección política y vital que debería formar parte del programa de estudios de todos los colegios, y luego ser asignatura en la universidad, para que no se olvide. Su speech sobre la decadencia de su raza está a la altura de Brando en Apocalypse now, y cómo olvidar su frase: "Es imposible ser tan distinguido como Alfonso sin que sus mayores hayamos dilapidado una docena de patrimonios".



Un día me levanté por la mañana y me pregunté por qué leía tantos libros contemporáneos y desconocía tanto los clásicos en que se basaban. Así que los puse todos en fila y manos a la obra, ahora tengo entre las manos a Heródoto, Historia: "escribo para evitar que con el tiempo caiga en el olvido lo ocurrido entre los hombres y así las hazañas, grandes y admirables, realizadas en parte por los griegos y en parte por los bárbaros, se queden sin su fama, pero ante todo para que se conozcan las causas que les indujeron a hacerse la guerra".

En música hay canciones e himnos, este es de los últimos: Shoot High Aim low
http://youtu.be/imfiTuoHb_0



So fast this expedition

So vast this heavy load

With a touch of luck and a sense of need

Seeing the guns and their faces

We look around the open shore
Waiting for something


Michel & Sven and the Crazy Russian

| miércoles, 21 de septiembre de 2011 | 10:26

Para empezar bien la mañana:


Michel & Sven
http://www.youtube.com/watch?v=AEPvSo8bE2I


The Crazy Russian
http://www.youtube.com/watch?NR=1&v=Axo8Nn40f9o

Elliott Erwitt

| jueves, 15 de septiembre de 2011 | 23:33




Los dineros

| lunes, 12 de septiembre de 2011 | 14:11

Cuando hasta los que tienen el riñón forrado piden pagar más impuestos, es que la cosa está peor de lo que pensaba. Hasta ellos se dan cuenta de que resulta imposible mantener sociedades en que un mínimo por ciento de ciudadanos tiene un máximo por ciento de la riqueza. En España, el bien común y el interés general pasa por gravar las rentas más altas en orden a la progresividad del sistema tributario -un gesto más moral que eficaz, por las diferentes escapatorias legales, pero estamos necesitados de dichos gestos-. Es importante que la percepción de la fiscalidad, los ingresos y los gastos sirvan de cemento a la cohesión social, y la rebaja de la presión fiscal en 10,2 puntos entre 1995 y 2011 sobre los más pudientes no ayuda demasiado. Tampoco lo hacen las Sicav, verdaderas trágalas fiscales que permiten tributar al 1%, habiendo en nuestros predios alrededor de 3.313 sociedades moviendo 26.200 millones de euros. Otro coladero es el impuesto de sucesiones y donaciones, que debido a las diversas bonificaciones autonómicas tiene tales coladeros, que habría que ponerle encima a unos violinistas en plan Titánic, para que fuesen tocando Nearer my God to Thee. Otro impuesto que hay que convocar con una güija, como si fuera un espíritu, es el de patrimonio. Suprimido en 2008 por alguna mente privilegiada, debería resucitar, pero esta vez redibujando los intervalos pecunarios, ya que antes solo afectaba a las rentas medias y bajas. ¿Y qué me dicen de los impuestos indirectos? Tenemos el tercer IVA más bajo de la Unión Europea, únicamente nos ganan Chipre y Luxemburgo. El que también me convence es el impuesto a la banca, la tasa Tobin de toda la vida, rebautizada para no asustar con el coco a los capitalistas -que en realidad somos todos-. Ahora bien, solo con esto no remontamos la prima de riesgo, el consumo que se arrastra, el BCE que nos hace ofertas que no se pueden rechazar para comprar nuestra deuda.. Es necesario reformar el mercado de trabajo de arriba abajo; crear incentivos para los empresarios -ahora llamados emprendedores-; denunciar la falacia de que los mercados se autorregulan; utilizar las autonomías para hacer más España y no para chantajear; hacer pactos de estado concretos -urgentemente sobre materia educativa e investigación- y motu propio, sin que nos aprieten las tuercas desde Europa., y no sigo porque voy a parecer un demagogo o un infeliz utópico.

La golumización

| viernes, 9 de septiembre de 2011 | 10:00


Tengo para mí que todos hemos sufrido una golumización en un momento u otro de nuestra existencia. He adoptado el término del ardor de Golum por su tessssssoro, un símbolo de la obsesión, del monotema, de la ceguera voluntaria. Otra buena alegoría es la bunkerización, el proceso por el cual un Führer se aísla de la realidad a quince metros bajo tierra y mueve sobre tableros divisiones fantasma y lanza arengas de aniquilación y victorias finales cuando los soviéticos ya están pegando chupinazos de aquella manera sobre su cabeza. Este fenómeno oscurece el intelecto y, por ende, produce un mal encauzamiento de la voluntad.


La causa habitual es nuestra aversión a la crítica, a mirarnos en el espejito espejito mágico que nos da constancia de que no somos los más hermosos del reino. En ocasiones, gastamos mucha más energía en justificar nuestros errores para poder seguir profundizando en ellos, que en corregirlos. Nadie es inmune a estos puntos ciegos del entendimiento. Aunque existen recetas para minimizarlos. La mía es la misma que la de Einstein. El alemán soltó una vez tal perogrullada, que una vez procesada en mi magín durante un tiempo, acabó por destilar genialidad: si no quieres cometer los mismos errores, no repitas los pasos que te han llevado a ellos.
Cae de cajón, ya lo sé, y los ingleses tienen un dicho que lo ilustra aún mejor: si estás en un pozo, lo primero que hay que hacer es dejar de cavar. Pero precisamente cuando estás en el pozo, lo último que te planteas es dejar de darle a la pala, no hay perspectiva, a veces ni siquiera sabes que estás en un pozo. O incluso no quieres dejar de estarlo.


Ha comenzado la golumización. Puede ser una mujer, las drogas, una estrategia empresarial. cualquier cosa. La solución pasa porque te ayuden desde fuera, esperar a que toques fondo o, sencillamente, plantearse las cosas y dejar de cavar, o sea, no copiar los pasos, o sea, quitar el paño negro al espejo. La frase siempre es: si estoy aquí, yo soy el único culpable, qué debo hacer ahora. Pues lo dicho. Es doloroso, claro que lo es. A nadie le gusta ver su verdadero rostro, sus miserias, su debilidad, su inconsciencia; a nadie le gusta comprobar que esa imagen que ha construido de sí mismo es solo eso, una imagen.

Pero a largo plazo, la otra opción es que la última paletada de tierra no la demos nosotros, sino que nos cubran con ella.

Haydn según Lestat de Lioncourt

| martes, 6 de septiembre de 2011 | 19:32

http://www.youtube.com/watch?v=80q7aQqNZzQ&feature=related