El pis del miedo o la pistola de Belmonte
De IGNACIO DEL VALLE | lunes, 21 de diciembre de 2009 | 0:01Esta semana tuve dos conversaciones curiosas y muy seguidas sobre el miedo. El sábado hablaba con un colega del miedo, y de que quien más quien menos ha pasado por una situación de pánico -cada uno conoce sus demonios-. Uno de los síntomas es querer ir rápidamente al servicio aunque se esté más seco que un desierto alcalino. Eso mi colega lo llamaba el pis del miedo. Casualmente, el viernes había estado con un empresario taurino, uno de esos sabios que hablaba como Juncal, y que me contaba anécdotas muy socorridas del mundillo. Una de ellas fue la de Juan Belmonte. Por cierto, quien no haya leído la biografía de Chaves Nogales está cometiendo un pecado de lesa majestad. A lo que iba, que este señor me refería que Belmonte, el torero por excelencia, el más valeroso, el más tirado palante, el inventor del toreo parado, tenía verdadero pánico a entrar en el coso, ataques de terror pálido y sudoroso, de forma que él mismo decía que el día que toreaba, la barba le crecía más deprisa, por la disfunción, por la anomalía que causaba el miedo en su organismo. Total, que dicho empresario me contó la forma que tenía Juan Belmonte de no tomar las de villadiego. El torero siempre viajaba con un revólver, y horas antes de salir a la plaza, en el hotel, lo colocaba siempre en la mesilla, bien a la vista. Un día, uno de los subalternos le preguntó al maestro por qué ejecutaba aquel ritual. Y Juan Belmonte contestó:
-Porque hay cosas peores.
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10 comentarios:
Tuve que leer el final un par de veces para enterarme, luego me reí.
No entiendo cómo uno puede tener un miedo tan paralizador y después entrar en la plaza a torear. Digo yo que el toreo sería algo que disfrutaba enormemente y en un cuanto pisaba la arena comenzaba a disfrutarlo hasta límites insospechados.
Yo sólo he tenido miedo de verdad el día en que murió mi padre. Miedo de verdad. Un miedo inmenso a no saber vivir sin él, a que mi madre no supiera vivir sin él. Fue la noche en que lo dejamos en el tanatorio y a mí me tocó dormir en su cama, porque yo quise estar esa noche con mi madre. En su cama, en que las mantas olían a él sentí el terror de no volver a verlo nunca, nunca jamás en la vida.
Después nunca volví a tener miedo, porque en verdad yo temía a la muerte más que a nada. Y me dije, si él me ha cuidado mejor que nadie lo ha hecho jamás, si me ha dado los mejores consejos, si es el padre que pido para mi próxima vida y está muerto. Se ha muerto, la muerte no puede ser tan mala. Y si lo es, da igual, yo me convertiré en lo que quiera que él sea en este momento.
Siempre he querido ser como él.
Es cierto que todos tenemos nuestos fantasmas particulares pero quizás el peor de todos no sea el miedo a la muerte sino el miedo a la vida, yo lo he sentido muchas veces y sin duda creo que es el peor.
El miedo es una sensación que todo el mundo sentimos o hemos sentido alguna. La cuestión es dominarlo y sobreponerse a él, porque si nó, pasa a sér pánico paralizante, que anula nuestra voluntad. Se decia de un generál de Napoleón que temblaba visiblemente antes de entrár en combate. En una de estas ocasiones se le escuchó decír : "¿Tiemblas cuerpo mio?, pués si supieras donde te voy a metér...". En ninguna ocasión, ni en la derrota, se le vió retrocedér o escapár.
Valientes y cobardes conocen el miedo, la diferencia es superarlo.
A Belmonte, seguramente el orinar le relajaba y era para él una pequeña liturgia antes de meterse en faena.
Ante todo, somos humanos.
El miedo a vivir suele tener siempre una razón, a veces irracional o una obsesión que comienza a menguar cuando empiezas a creer en tí. O a enfocar tu vida de otra manera,¿Quien no lo tuvo alguna vez? Creo que no hay nadie que no lo hubiera sentido alguna vez, es paralizante, no deja avanzar y sobre todo no sirve para nada.
Venimos a la vida sin nada precisamente porque todo lo que necesitamos está en ella para ser disfrutado. Luego nos complicamos.
A veces el miedo a vivir viene de que nos exigimos tanto que no nos damos un minuto de respiro.
Cuando aprendes a escucharte de verdad, el miedo desaparece.
Aunque en mi caso tal vez quiera decir que sólo me estoy volviendo más idiota :)
La diferencia entre un psicópata y un héroe es que mientras un psicópata no siente miedo, el héroe lo supera :D
Hola Rodericus,
Los impedimentos tecnológicos del servidor al que estoy conectada, no me dejan acceder a tu blog a través de la cuenta de Google. Ignoro la razón; la informática siempre termina superándome. Ya te lo comenté aquí de una forma, más o menos anónima, no hace mucho. En todo caso, dije que te seguiría leyendo en tu blog, y es lo que hago. Me sabe mal no corresponder a tan generosa felicitación y deseo navideño. Soy la beneficiaria de ese “piano "Pleyel" de cola, y de la magia en los dedos para tocar un nocturno de Chopin que nos haga llorar a todos, y también ese pequeño que deseas”.
Lo del Pleyel, cuando fui con mi papá a mis 8 años, a la tienda de Arévalo de Oviedo, se me torció la cosa. Y me compraron otro, por sugerencia del propio vendedor, “no vaya a ser que sea un capricho de la niña, que toque dos días, y luego se canse”. Cuando terminé con 15 años la carrera, no fui a Arévalo a pasarle el título por las narices. De hecho, me sigue afinando el que tengo, así que no me enfadé con él, pero me quedé sin el Pleyel. Y mi nivel, ahora mismo, creo que no merece tan majestuoso piano. Prefiero guardar el dinero para el instrumento que elija mi hijo. Con o sin Pleyel, de los dedos de servidora, puedes estar seguro que la mayoría del tiempo sale Chopin. Si uno no es muy feliz con lo que toca, y se cree lo que toca, no puede hacer feliz a su auditorio. Me gustan muchos más compositores, pero la escasez de tiempo me obliga a concentrar esfuerzos. Y lo de otro niño, ya sabes que eso es cosa de dos, y de Dios, o de la madre naturaleza, para quien así lo prefiera.
¡¡En fin, que felices fiestas y todo lo mejor para el 2010!!.
Por cierto, qué torero, poético y amoroso se ha vuelto este blog....
Fdo: ¿Quién va a ser?.
El miedo, no ha tener miedo sino a que este se note, o mejor a que te lo noten, a que esa imagen forjada a traves del tiempo de la que a menudo se vive encadenado se desmorone un buen día, contra eso solo tenemos la amenaza de algo peor, algo que nos salva y nos dirige hacia donde quiera que vayamos, pero sin que se note.
Saludos y felices fiestas (también taurinas)
Lo de Chopin es una fijación infantíl mia. Muchas horas escuchando por la radio la programación de música clásica de Radio Nacionál. Fué la música que arrulló mis sueños. Y no puedo evitar un estremecimiento cuando escucho un nocturno.
Un beso anónima, y felíz navidád.
El caso es que Juan Belmonte se acabó suicidando de un disparo.
Gabinete Caligari tiene una preciosa canción al respecto.
Un saludo.
Pregunta para Anónima, soy nueva en este blog, te dejo la pregunta ¿Te gusta o no te gusta el cambio? ¿Crees que tiene el mismo nivel, o que ha bajado? Es simple curiosidad, a mi me encanta.
Saludos
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