Couperin

| jueves, 30 de abril de 2009 | 11:34



Quien suscribe esto les puedo asegurar que es un incondicional de Johann Sebastian -Bach para los amigos-. Decía Horowitz que si se destruyera el mundo y con él todo nuestro patrimonio cultural excepto la partitura de una fuga de Bach, sólo con esas notas se podría deducir y reinventar toda la historia de la música de Occidente. Yo no sé si esto es verdad, pero me gustaría creerlo, porque todas las noches pongo a Bach, de madrugada, y con él tengo esa sensación de que todas las ideas y todas las historias están ahí sólo para mí, mientras todo el mundo duerme. Bach es lo más cerca de la religión que he estado nunca, lo más cerca que estaré.


Dicho esto, se justifica que yo también pensase que no hubiera músicos en el barroco a la altura del alemán. Y en concreto hablando de el clave, una de mis debilidades, que en inglés suena mucho más sofisticado: Harpsichord. Jean Philippe Rameau no tiene chicha y Doménico Scarlatti es bueno pero no tanto; Händel suena sin alcanzar el cielo; Johann Kuhnau no llega y Antonio Soler se pasa; lo que compuso Vivaldi mola pero cansa, etcétera. Y en esto llegó François Couperin y mandó a parar. Cuando me recomendaron al poco mundano y siempre frágil gabacho, mi gesto de escepticismo ante la gigantesca tarea que tenía éste por delante, es decir, encontrar el alma en cada digitación y ornamentación, era lo suficientemente explícito para mostrar que lo tenía crudo. Así, sin mucha ilusión, llegué a casa, coloqué el CD y empezó a sonar el segundo libro de suites. Los plectros digitales comenzaron a elevar las cuerdas correspondientes, punzándolas, y con cada nota la perplejidad iba haciéndose cargo de mi rostro, al tiempo que las melodías atacaban directamente al hemisferio derecho de mi cerebro, el de las emociones, el de la intuición. Y a la perplejidad fue uniéndose en procesión la sorpresa, la turbación, el placer, y esa 'plus belle encore que la beauté', esa poesía que es más hermosa que la propia belleza.

Comprendí por qué su magisterio había llegado hasta Brahms, Strauss y Ravel; por qué se había carteado con el mismo Johann Sebastian y el interés que éste mostró por su música. Y entonces supe que en ese arteoficio que resulta tan fácil, como afirmaba Bach, pues sólo consiste en pulsar la nota justa en el momento justo con la intensidad justa -boutades de genio-, en esa mera cuestión de sentarse y oprimir la blancura del marfil y la negrura del esmalte con la intención adecuada, François Couperin había llegado para quedarse y ser un ilustre e inesperado miembro de mi particular canon musical.

SEGUNDA EDICIÓN EN PORTUGAL

| lunes, 27 de abril de 2009 | 11:13


HA COMENZADO LA SEGUNDA EDICIÓN DE A ARTE DE MATAR DRAGOES EN PORTUGAL.

Pastis de coca y marijuana

| viernes, 24 de abril de 2009 | 16:14



Hoy toca hacer de señorita Rottenmeyer, toca salir a cuerpo gentil en un tema que habitualmente provoca ronchas: las drogas. Durante mis reflexiones de buen burgués consumista y europeo me pregunto siempre -cansinamente- por qué unas drogas son legales y otras no. Por qué me puedo tomar un gin-tonic -últimamente lo mezclo con vodka, más suave-, o mis 'tovaritsch' se fuman tranquilamente su pitillito -yo no fumo-, y no se puede uno echar unas caladas a la 'ganga' o meterse una 'fila' en la panadería -exagero, pero el 'statu quo' es igual de exagerado-.
En este instante brotará de inmediato el diálogo de besugos de los últimos años y entraremos en un círculo vicioso que nos agotará y dejará en punto muerto. Pues vale. Ahora echemos cuentas: con las drogas en estado de excepción, los 'narcos' del mundo han aumentado geométricamente sus fortunas y sus productos son más requeridos y abundantes; los 'camellos' venden a precio de coltán lo que no cuesta más que unos céntimos; los consumidores se juegan la vida en una ruleta chechena cada vez que compran una 'papelina' cuando ésta se podría conseguir con control de calidad y sin riesgos.



Más. Con el dinero de la droga, la corrupción se regenera y multiplica como las hidras de la tradición griega; las cárceles se llenan hasta la bandera con el coste soberbio que implica para el contribuyente; la persecución de los Estados cada vez se vuelve más esquizofrénica, cara y contraproducente; el I+D de los traficantes se azuza con cada vuelta de tuerca, en una carrera armamentística en la que las autoridades tienen toda la pinta de ser la antigua Unión Soviética; los estragos que causan los carteles son de proporciones bíblicas...



En fin, la verdad es que todo esto es más antiguo que andar de pie: si hay demanda hay oferta. Y si la narcoindustria fuese un país, sería la 21º economía mundial, con un PIB anual de 243.000millones de euros. Lo que es raro es que el monopolio del Estado deje escapar esta cuota de mercado. Como decían en el 'Don Juan', «esos muertos que vos matáis gozan de buena salud».



Hay que darse cuenta de que el mundo no puede estar libre de drogas porque es como intentar azotar con cadenas la mar océana o que Raphael cante con moderación. ¿Soy reduccionista? Es la condición humana y las cosas son así y «lo que no puede ser no puede ser y además es imposible», como acertaba 'El Gallo'. Lo que hay que hacer es convivir con ellas normalmente, educar sobre usos y costumbres y paliar en lo posible sus efectos más dañinos, lo demás son parches. ¿Hay un método eficaz para ganar la guerra a las drogas? Pues claro: legalizarlas. Los matices habría que discutirlos.

Espicha en Madrid

| martes, 21 de abril de 2009 | 0:04

Aquí estamos haciendo patria en la espicha anual organizada por ASMA, la asociación de asturianos en Madrid. Esta vez fue en los bajos del Vicente Calderón, un montonazo de paisanos que residen en la capital, el aforo lleno, barra libre y un concierto a cargo de los Ministros del Rock. Luis, nuestro presidente, corta perfectamente el bacalao.

ESPICHA DE PRIMAVERA ASMA
El Viernes 17 de Abril, Asturianos en Madrid (ASMA) organizó su tradicional Espicha de Primavera en el centro de Madrid donde congregó a 400 asturianos en un evento de asturianía donde no faltó la música en directo a cargo de la banda astur “Los Ministros del Rock”, con el objetivo de fomentar la unión de la comunidad asturiana en Madrid.

DATOS DE LA ESPICHA
Lugar: SPORT ARENA (Bajos del Estadio Vicente Calderón – Puerta 23)
Hora: de 20:30 a 2:00 h
Asistentes: 400 personas

Déjame entrar

| domingo, 19 de abril de 2009 | 19:07


Tener los cines Renoir en Madrid y poder disfrutar ciertas pelis en V.O es un lujazo. Acabo de ver esta en concreto, en sueco, un idioma con extrañas reverberaciones y reminiscencias, y cuyas infinitas capas de lectura me acaban de dejar en estado de ebullición intelectual. Ha sido una experiencia delicada, hermosísima, brutal. Esto es cine.

Momentos estelares de la humanidad

| sábado, 18 de abril de 2009 | 4:09




Estoy hasta los cojones de vivir momentos históricos.



Oído a un oficial republicano durante la batalla del Ebro.

La noche de los libros

| miércoles, 15 de abril de 2009 | 11:52


Aquí les dejo el vídeo promocional de La noche de los Libros, la fiesta que se celebrará próximamente en Madrid, en el que colaboro entre otros escritores. Ese día estaré en Alcalá de Henares dando una charla.


http://www.facebook.com/l.php?u=http%3A%2F%2Fwww.lanochedeloslibros.com%2Fediciones%2F2009%2Fvideos.php&h=a048c791a4e96dd0d763c37e2406fbf6

Bocatto di cardinale XXX

| martes, 14 de abril de 2009 | 2:58


Fue mi lectura de Semana Santa: una historia bien contada, de esas que no quieres que se acaben.

Chilling out

| sábado, 4 de abril de 2009 | 19:08


Este blog se va a tomar la Semana Santa de descanso. Sean píos, eviten el pecado, lean a San Agustín -recomendado encarecidamente-, busquen sin descanso la santidad, y durante la Pascua que les regalen huevos de este fuste. Pásenlo bien.

La danza en la oscuridad

| viernes, 3 de abril de 2009 | 0:48

El settecento fue un siglo crítico para la República veneciana, el esplendor se acababa y comenzaba una etapa de decadencia tanto en la política, como en la economía y la sociedad. No obstante y como siempre, fue el arte quien vivió unos momentos insuperables en una ecuación histórica constante. En los momentos actuales, en pleno desplome global y con la crisis royéndonos los dedos de los pies, no vislumbro aún tal proceso en la geometría mundial, quizás y esperanzadoramente porque no hemos perdido del todo el aliento. No obstante, y si el arte es lo que decía Klee que era, es decir, hacer visible lo invisible; si el arte es hacer algo natural a través de la artificialidad; si el arte deja de estar domesticado en los momentos menguantes de toda sociedad y se sublima, entonces el otro día, mientras veía la película Cerezos en flor, se produjo a mi alrededor la segunda caída del Imperio Romano.


En esta espléndida cinta de la directora alemana Doris Dörrie, sensible e intencionadamente asiática -a veces parece una obra de Kim Ki-du o Kitano-, acerca de la soledad, la monotonía, los amores crepusculares y lo inesperado de la vida, que nos conmueve y nos hace reír al tiempo, aparece el bailarín Tadashi Endo. Y en esa fugaz danza que ejecuta, el Ankoku Butoh, la danza en la oscuridad, algo jamás visto por un servidor, entreví un grado cero en el arte, una trascendencia con los pies en el suelo, y entonces fui yo quien perdió el aliento. Son apenas unos minutos, un extrañísimo sincretismo de baile Nÿ, flamenco, danza expresionista alemana y capoeira en la que la técnica va ahondando capa tras capa en el interior del cuerpo, para intentar atrapar la luz y la sombra, el nacimiento y la muerte, el ser y el no ser, hasta llegar a lo que Tadashi define como encontrar al muerto que hay en cada uno de nosotros. Los muertos sueñan con nosotros, dice, los muertos sueñan… Y por un momento, algo muy fugaz, muy Mono No Aware, esa expresión japonesa que sirve para expresar el esmero extremo, el amor hacia todas las cosas incluso en los detalles más ínfimos, debido precisamente a lo efímero, perecedero y transitorio de todo, digo, por un momento, yo me fundí en esa danza de la oscuridad, en su conciencia aguda de la melancolía. Sin embargo, descuiden, porque a modo de cortafuegos también deseé con firmeza que toda esa intensidad artística no se cargase definitivamente la economía.

LÁPIDAS

| jueves, 2 de abril de 2009 | 11:45



El otro día me hicieron una pregunta que me dio que pensar: ¿qué te gustaría que pusiera en tu lápida? Tras mucho discurrir sobre tan capital inquisición, llegué a un resultado:



AQUÍ YACE IGNACIO DEL VALLE
QUE FALLECIÓ A LOS 126 AÑOS.
JUGÓ HASTA EL FINAL.
DESCANSE EN PAZ.

Pdta: ¿qué les gustaría que pusiera en la de ustedes?


Hope there´s someone

| miércoles, 1 de abril de 2009 | 1:50

Esta es una de las canciones que quedará del siglo, apostaría algo. Por cierto, a este Antony casi me lo llevo por delante en una esquina del Village, o mejor dicho, casi me lleva él porque me sacaba la cabeza. Aun así, parecía tan tímido cuando nos disculpamos, tan frágil.