| viernes, 30 de noviembre de 2007 | 22:00

SOBREMESA

Mi amiga: Nacho, de verdad, lo tuyo es muy raro… Eres un tipo que puedes ser perfectamente adulto y responsable, mucho más que otros tíos que conozco que van de maduros, pero en cuanto me despisto, en vez de tener a un tío de 36, va y me encuentro con que estoy comiendo con un crío…

Yo: ya… no te niego que vivo con una ligera esquizofrenia… lo malo es que quien escribe es el crío…

Mi amiga: ja, ja, ja… ah, bueno, entonces dale todos los caprichos y procura que no crezca, porque si no el adulto va a tener que ponerse a trabajar…
Abrazos, Silvia.

| jueves, 29 de noviembre de 2007 | 3:35



ENOCH SOAMES Y LOS LEVITANTES
Cada vez que me encuentro a uno de esos escritores que yo llamo levitantes, o sea, que caminan dos centímetros por encima del suelo y te dan la tabarra con que ellos escriben para la eternidad y te pontifican sobre el carácter sagrado de la literatura y te aseguran que vender no es importante y que hacerlo significa que la obra es un oprobio para la Humanidad con hache mayúscula, o sea, los mismos que después van a las librerías a ver si tienen sus libros o a comprobar si están bien colocados o a reorganizar los estantes para que sean más visibles o a comprar un par de ejemplares para animar a la gente o traen de cabeza a los de comunicación de su editorial porque no hacen más promoción o envían a sus amigos a espiar para ver si su novelita está en la zona caliente de la tienda o llaman dos o tres veces al día al librero para ver cuántos ha vendido o se deprimen cuando no firman en las ferias o no los reconocen por la calle o blasfeman cuando no ven su reseña en Babelia o amenazan con el suicidio a sus amigos periodistas si no hablan de sus obras, etc, etc, etc… pues me acuerdo de la historia de Enoch Soames.
Enoch Soames es el protagonista de un relato de Max Beerbohm, un poeta mediocre que vendió su alma al diablo por descubrir la repercusión que su obra habría de tener entre los lectores del futuro. Beerbohm explica como traba amistad con su personaje algunos años antes de que escribiera la historia de aquellos encuentros, y relata la caída a los infiernos de ese bardo dispuesto al suicidio por no soportar el descubrimiento de su pésima calidad literaria. En cierta ocasión, sumido en la desesperación, el poeta confiesa a su amigo que lo daría todo por saber si su nombre perdurará en el tiempo, momento en el que el Diablo se persona ante el escribidor ofreciéndole viajar cien años adelante, concretamente a 1997, para comprobar si sus libros se encuentran en la Biblioteca del Museo Británico de Londres. A cambio, sólo le pedía su alma. Soames acepta porque ansía saber el futuro de su obra y, tras viajar al siglo XX, regresa a su presente para contar a Beerbohm que no sólo no ha encontrado sus poemarios en la biblioteca, sino que ha descubierto un clásico de literatura escrito por el mismísimo Beerbohm titulado Enoch Soames en el que relata, en tono cómico, la historia de aquel poeta que vendió su alma al Diablo para descubrir que nadie lo recordaría por su trabajo, sino por su estupidez. Después el Diablo se lleva su alma y aquí paz y después infierno.
En fin, que cada uno saque sus propias conclusiones. Yo, por si acaso, sigo anclado al suelo con cemento.

| miércoles, 28 de noviembre de 2007 | 2:45





TENDENCIAS III



-Las redes sociales o cómo tener amigos y profesionales en circuito cerrado: aSmallWold.net, una comunidad exclusiva para la gente pudiente; Iqons.com, red de contacto entre diseñadores, fotógrafos, estilistas…; la madre del cordero: Myspace.com, y Facebook.com, el nuevo aspirante a la corona mundial de redes.

-Móviles con más tiempo de batería, táctiles, siempre conectados a Internet y con localizador GPS.

-La nueva conquista -económica- española de Estados Unidos: Zara, Iberdrola, BBVA, Camper…

-Encargar fruta por Internet.

-Los futuros clones humanos. Imagínense: si una pareja de un país en el que está prohibida la clonación reproductiva viaja a otro país en el que no está prohibida para obtener un hijo clonado de uno de los padres, ¿qué pasará con ese niño cuando llegue de vuelta con sus padres a su país?, ¿tendrá los mismos derechos que un ser humano “legal”?

-La capa caída del dólar o cómo deportistas, modelos y ejecutivos quieren ahora cobrar en euros.

-El restaurante Yuan, en Velázquez, donde por un precio razonable se pueden degustar cinco variedades distintas de Dim-Sum y una botella de Pipper-Heidsieck. Recomendación personal.

-Las frases históricas: Vivo en una zona muy buena, pero en un piso normal, de 178 metros cuadrados. Gemma Ruiz.

-iPod partys: citas por Internet que congregan a chavales en zonas donde una fiesta estaría prohibida, pero nadie puede echarles porque bailan en silencio, enchufados a sus iPods.

-La exposición Warhol sobre Warhol de Casa Encendida, el artista que mejor supo entender la relación entre arte y comunicación. Hasta el 20 de enero.

-La exposición ROMA S.P.Q.R en el centro de exposiciones Arte Canal, en el Paseo de la Castellana. Hasta el 2 de marzo.

-La viejas y nuevas modas sexuales en Madrid: el cruising de toda la vida o encuentros homosexuales con desconocidos, y el dogging, lo mismo pero entre heteros, en parques y aparcamientos con la variante de que a veces sólo se queda para ser visto o grabado. Lo normal es quedar por Internet, pero ahora se ha puesto de moda el Bluetooth de los móviles.

-El imparable retorno a la energía nuclear.

-El concierto de Black Rebel Motorcycle Club en la sala Heineken. 3 de diciembre. Promete. Y mucho.



| martes, 27 de noviembre de 2007 | 0:23

ACABAN DE FINALIZAR LAS OBRAS EN MI PÁGINA WEB. CREO QUE EL DISEÑO ES MUCHO MÁS EFICAZ Y SE HAN AÑADIDO TRES NUEVAS SECCIONES:
GALERÍA.
AMIGOS Y AFINIDADES.
RINCÓN DEL LECTOR.
TODO ESTÁ SUJETO A CAMBIO, POR LO QUE SE IRÁN AÑADIENDO MÁS FOTOS Y MÁS AMIGOS, PERO DE MOMENTO ESPERO QUE OS GUSTE.

| viernes, 23 de noviembre de 2007 | 0:26



ORGANIZACIÓN

No sé si conocen ese chiste en el que en medio de una bacanal, a oscuras, uno de los participantes la detiene de repente pidiendo que enciendan la luz y con un apremiante grito: organización, organización. Ante la pregunta desconcertada de uno de sus compañeros acerca de la causa, él explica sofocado: porque somos diez tías y tres tíos y ya me han dado cinco veces por el culo.

Me río mucho con este chiste, todo lo que no me río con la hipocresía con que se trata el tema de la prostitución -por otra parte la misma que se utiliza para las drogas-. Decir que la prostitución se puede eliminar, de momento es como decir que Madeleine está en Marruecos, que los etarras fueron los culpables del 11-M, que Elvis sigue vivo, que a la Obregón le explotaron las tetas en un vuelo transoceánico o que el bigote que les salía a las antiguas atletas de la Alemania democrática era algo natural. Por eso hay que pedir organización.

Gijón, Oviedo, Madrid... toda ciudad tiene una zona o zonas donde se ejerce el segundo oficio más antiguo del mundo -el primero, evidentemente, es cazar-. Por mucho que se intente obviar su existencia o pasar de vez en cuando la escoba o colocar cámaras de vigilancia, las prostitutas, como el dinosaurio de Monterroso, aún siguen ahí. Con sus pantalones ajustados o minifaldas o sugerentes tops al margen de las condiciones metereológicas; separadas a distancia prudencial para que el cliente pueda elegir sin presiones, pero lo suficientemente cerca de sus compañeras para pedir auxilio si las cosas se ponen feas. Unas moviendo el bolso, otras mascando chicle; unas del sur, otras del este, y el resto del país. Así están las cosas. Las campañas de sensibilización sobre la esclavitud sexual dirigidas a los clientes, con eslóganes, trípticos y marquesinas, resultan una pérdida de tiempo porque a los clientes se la refanfinfla. Cada noche se abre el mercado del sexo, la subasta al mejor postor, ya sea en la calle o en los puticlubs, esas cárceles doradas donde las princesas cautivas, entre olor a desinfectante, cortinas con estampados de leopardo y mármoles imposibles, se pasean con cara de aburrimiento a 25º para que puedan ir medio desnudas y el cliente se muera de sed. Muchas envían parte del dinero que ganan a sus países de origen y dicen que están muy bien y que trabajan de camareras. Unas camareras que cumplen horarios maratonianos de seis de la tarde a cuatro de la mañana, para que tengan que dormir hasta bien entrado el día y no haya tiempo de pisar el exterior.

Lo dicho: organización. Sobre todo organización. El sexo como acto de explotación es una mierda, pero mientras logramos que a las ranas les salga melena y que los elefantes sean rosas y vuelen, necesitamos organización. Una regulación del sector, protección sanitaria, medidas fiscales, asesoría jurídica, reinserción social... Y, esencialmente, borrar el estereotipo de que una mujer se prostituye porque quiere, cuando todos sabemos que la necesidad puede hacerte comer incluso carne humana. Organización. Mucha organización. Y recordar que cuando un país ejerce censura sobre sus vicios, es que no está muy seguro de sus virtudes.

| jueves, 22 de noviembre de 2007 | 16:30





EL SECRETO DEL ORÁCULO
Siempre he dicho que no ser gay ha sido una de mis desgracias. Tanto en el pasado, cuando vivía cerca de Chueca, y mi vida podía haber sido como los días de vino y rosas de Blake Edwards, como en la actualidad, cuando conoces gente como José Ángel Mañas, que es el escritor más guapo del panorama literario. Su belleza es tan clásica como el corte de la obra que me acaba de anunciar, pero no sólo se queda en la cubierta, además es un tipo encantador, estoy seguro que buen padre, buen amante, buen amigo, y con un talento que estaba claro no moriría de éxito tras la tan aclamada como peligrosa Historias del Kronen. Yo siempre recomiendo su novela Soy un escritor frustrado. Y ahora, su nueva creación: El secreto del oráculo.
Un abrazo, José Ángel.
Y un adelanto:
Por primera vez, querido maestro, siento que comprendo algo mejor que tú. La guerra no es abstracción sino éxtasis. La guerra es percibir el temor de mil guerreros alineados frente a ti con la muerte presente en la mirada.” Alejandro Magno ha tocado la gloria, y estas palabras escritas a su preceptor Aristóteles anuncian su locura. El joven rey macedonio que se lanzó a la conquista del mundo entonces conocido, agoniza ahora en su lecho de muerte. El caudillo que ha extendido, de victoria en victoria, la civilización europea hasta los confines del Asia, el semidiós al que no se resistieron mujeres ni hombres, ciudades ni imperios, el adalid de la democracia que se convirtió en tirano sanguinario, se siente morir y se ve obligado a escuchar las razones de cuantos perecieron por su culpa.

Combinando los capítulos que obligan a Alejandro a dialogar con los fantasmas de su pasado, y los capítulos de acción y aventura, José Ángel Mañas nos ofrece una novela deslumbrante sobre el héroe más novelesco de la Antigüedad. Las campañas bélicas, las estratagemas, la evolución psicológica, los dilemas morales, las leyendas y los asuntos amorosos son manejados con gran habilidad para recrear la historia fascinante –y hurgar en su secreto—de un hombre que sólo conocía la huida hacia delante.

| miércoles, 21 de noviembre de 2007 | 19:43



PREMIO DE LA CRÍTICA DE ASTURIAS
Por fin me llega la foto de la entrega del premio de la Crítica. En la imagen con Javier Lasheras, poeta y escritor asturiano. Muchas gracias de nuevo.






FIESTA BLOW UP




Últimamente salgo poco a saraos porque estoy inmerso en el final de mi próxima novela, pero no podía dejar de aceptar la invitación de La Fábrica para asistir a su fiesta en Matadero. Llovía a mares, pero cuando es La Fábrica quien organiza el sarao, nunca deja de haber gente. Buen swing, buenos combinados de Jameson y encuentros con Edmundo Paz Soldán, Jorge Benavides, Doménico Chiappe...


En la foto, con el escritor David Torres, finalista del Nadal y autor de la estupenda novela El mar en ruinas, y con su esplendente novia, Aska, ahora enfrascada en la traducción de Lem al español.








BOCATTO DI CARDINALE V


KILLERS MR. BRIGHTSIDE


| sábado, 17 de noviembre de 2007 | 20:02


VOLUTAS DE HUMO
Sé que soy el menos indicado para escribir esto, porque no fumo, y porque soy consciente de lo perniciosa que es la nicotina, tanto que podría ser declarada sin problemas el enemigo público número uno: tumores malignos, problemas vasculares, dientes carcomidos, pulmones alquitranados, envejecimiento prematuro, problemas de fertilidad... Un lento y doloroso suicidio, la crónica de una muerte más que anunciada. No obstante, detrás de esta esquela hay demasiados años de caladas clásicas que han impresionado mi retina, demasiados William Holden, demasiadas Bacall, Bette Davis, James Dean y Audrey Hepburn. Pero sobre todo demasiado Bogart, siempre Humphrey, con un par de copas por delante de todo el mundo, y cuyo gesto de encender el pitillo y envolverse en una cortina de humo, identificaba falsamente con que todas las mujeres se nos iban a insinuar y todos los hombres iban a echar mano a sus pistolas. Un vicio que, curiosamente, tiene mucho que ver con ese tenaz y universal empeño que tenemos los seres humanos de cantar, pintar, contar historias, inventarnos religiones... una sensibilidad innata cuyo ejercicio activa en el cerebro los mismos centros de placer que se encienden cuando se hace el amor, se come chocolate, se toma cocaína o, efectivamente, se aspira el humo de un cigarrillo. La paradoja consiste en que los científicos han demostrado que el cuerpo posee receptores especiales tanto para la nicotina como para los derivados del opio. Células microscópicas, casi invisibles, que tienen formas muy complicadas, que parece como si estuviesen concebidas para que en ellas encajen exactamente las moléculas de la nicotina, que también son complejísimas. Es decir, estas existían mucho antes de que fumáramos, por ello la pregunta inmediata que nos surge es: ¿hemos evolucionado hacia ese propósito? Deus ludens, dirá alguno, algún dios juguetón, un cabroncete divino que se entretiene inventando los vicios y luego nos coloca células que nos impiden resistirnos a ellos. Estoy seguro de que Bogart sonreiría con ironía y brindaría por la idea con una profunda y aromática calada. Siempre nos quedará Marlboro, Ilsa.

| jueves, 15 de noviembre de 2007 | 17:37


POLISCULOS


En vista del éxito que tiene ponerse en pelotas para reivindicar una causa, al igual que estos policías de Pinto, que ahora incluso tienen cola tanto femenina como masculina para que les arresten, he pensado que la única salida que nos queda a los escritores es ponernos en bolas para llamar la atención acerca tanto de la precariedad laboral de muchos como del extraño tratamiento fiscal que tenemos. Esta tarde voy a llamar a José Ángel Mañas, que es el escritor más guapo, a ver qué me cuenta, y como voy al mismo gimnasio que Darek, el übermenschen de la Obregón, también se lo voy a proponer. Me aseguran que lleva un diario, así que yo no tengo ninguna duda de que puede ser considerado un escritor. ¿O acaso no vale pulpo como animal de compañía?

| miércoles, 14 de noviembre de 2007 | 0:37




VICIOS CONFESABLES I



Bach. Todas las noches pongo a Bach, de madrugada, y tengo esa sensación de que todas las ideas y todas las historias están ahí sólo para ti, mientras el mundo duerme. Bach es lo más cerca de la religión que estaré nunca.



Unas botellas de Taittinger, entre amigos, conversando mientras el alcohol mezcla luz y aire en proporciones exóticas, y, a veces, hace que la muerte funcione matemáticamente y muestre lo que oculta la verdad.



La tortilla que hace mi madre, poco hecha por dentro, maravillosa, con ese sabor que sólo logran las personas que nunca te dan consejos pero mantienen tensa la red para cuando caigas.



El síndrome de la princesa durmiente, ese resplandor especial que tienen las mujeres al amanecer, cuando aún están dormidas, con los labios semiabiertos, y que te hace vigilarlas como si quisieras ahuyentar la muerte de ellas, y que se apaga cuando despiertan.


Ese poema de Borges:


Yo

que tantos hombres he sido

no he sido nunca

aquel en cuyo abrazo desfallecía Matilde Urbach.



Florencia: Pico de la Mirandola, Fizino, Poliziano, el gran Lorenzo, Villa Careggi, la Academia, Santa Maria di Fiore, Maquiavelo, Cellini, Miguel Ángel... Porque en la vida o se es veneciano o se es florentino, y yo soy florentino hasta la empuñadura.

| lunes, 12 de noviembre de 2007 | 0:50




MAILER VS. ALI

Si he de ser sincero, el único libro que he leído de Norman Mailer fue Los tipos duros no bailan, y me entusiasmó. No obstante, lo extraño es que a pesar de lo mucho que me gustó aquella novela negra sui generis, no continué explorando su obra. Por ello no puedo hablar ahora con conocimiento de causa y tendré que limitarme a repetir los tópicos póstumos que aparecen en los periódicos: que fue un provocador y un experimentador literario y vital; que fue prolífico y a veces genial, un agitador en todo caso; que fue un visionario que se dedicó como el capitán Ahab a perseguir toda su vida la novela definitiva como si fuera su particular ballena blanca; que le fascinaban los actores de Hollywood y que Brando iba a sus fiestas, y que en una de ellas intentó apuñalar a su segunda esposa -se casó en seis ocasiones- durante una de sus monumentales borracheras; que sus demonios le susurraban que era el escritor más grande de América y que se odiaba a sí mismo porque sus ángeles le decían que no era cierto; que le dieron dos veces el Pulitzer y que andaba siempre a la greña con Truman Capote y Gore Vidal, etc…

De todos ellos, de todos los tópicos, me quedo con el del boxeo. A Norman Mailer le encantaba el boxeo. Y da la casualidad de que yo he visto el documental Cuando éramos reyes, sobre el épico combate en Zaire entre Mohamed Alí y Foreman. Un enfrentamiento legendario cuyos comentarios corrieron a su cargo. Y recuerdo que, al final de la cinta, Mohamed Alí, después de toda la semana anterior asegurando con prepotencia que en el ring iba a bailar, que se iba a mover como una pluma y que iba a aplastar a Foreman como a una uva, a mitad del combate, cambia de estrategia y hace dos cosas aparentemente suicidas: ataca con la guardia abierta y, seguidamente, se deja arrinconar contra las cuerdas. Y así durante ocho asaltos. Ni Mailer, que le adoraba, encontraba explicación. Nadie daba un duro por él; nadie, ni siquiera el escritor. Y entonces hay un momento en que Norman describe el miedo en los ojos de Mohamed Alí, y dice que es la primera vez que lo ve aterrorizado en toda su vida. ¿Por qué?, se pregunta desesperado, ¿por qué sigue haciendo eso? Al final de la famosísima lucha, cuando Mohamed Alí termina por tumbar a Foreman y todos nos enteramos de que aquella era la única posibilidad que tenía de ganar a aquel armario ropero, más joven, más grande, más fuerte, con más fondo y con mucha más mala leche; cuando nos iluminan explicándonos que entre profesionales abrir la guardia se interpreta como un insulto que sólo se hace con un rival inferior, lo que cabreó infinitamente a Foreman, incitándole a darle golpes sin descanso hasta quedar exhausto; cuando, tras sobrevivir a tamaño bombardeo en una espera paciente y letal, Alí lanza los inesperados tres directos que prácticamente noquean a Foreman, tres directos que sólo fueron el marco para la exquisita obra de arte que fue el cuarto, un último martillazo premeditadamente estético porque Alí sabía que con él entraba en la leyenda, de todo, de todo ese genio táctico, ese portento deportivo, yo me quedo con el miedo.

Porque alguien que es capaz de mirar, que tiene la lúcida percepción, la clarividencia para ver y describir el miedo a la muerte en los ojos de un hombre y describir cómo ese hombre se enfrenta a su miedo, aun sin entender el porqué, un miedo que a la postre es la esencia del arte, lo que marca la diferencia entre la pacífica Zurich y la sangrienta Florencia, es, sin duda, uno de los grandes.


| sábado, 10 de noviembre de 2007 | 11:16




ARTE

Todos somos creadores aunque las mujeres son mucho más artistas que los hombres. Mi madre es la persona que yo más admiro. Mi padre nos abandonó y la dejó sola con seis criaturas. Ella nos sacó adelante y nunca perdió la sonrisa, ¿no es eso arte?

Fragmento de una entrevista a la cantante Concha Buika.



Coda: creo que tanto el chaval de la foto como yo pensamos que sí, que es una de las mejores definiciones de arte que hemos oído.

| viernes, 9 de noviembre de 2007 | 4:20

SO GRATEFUL



La amistad es conocer las debilidades del otro y no utilizarlas contra él. A estas alturas de la película en que ya se cuentan los amigos con los dedos de una mano y todavía sobran algunos, que se hayan juntado dos de los mejores que tengo, y los dos de los extremos del mapamundi, Sandra Cannon, de Los Ángeles, y Yukka Kokkoniemi, de Helsinki, en Madrid y el mismo día, es un milagro. So grateful, my friends.

| jueves, 8 de noviembre de 2007 | 0:16



MAR BLANCO

Los tópicos son los antecedentes orgánicos de los virus informáticos, se autoenvían, se incrustan en el disco duro de la conciencia, destrozan lo que encuentran a su paso y se autorreproducen hasta el infinito. Desgraciadamente abundan, y uno de los más reiterados es que Ceuta y Melilla no son España, sino una colonia. La Historia, con fundamentos políticos y jurídicos, nos indica que su tiralíneas pasa por ambas ciudades tanto como por Asturias o Extremadura, y que la visita de los reyes entra dentro de la misma normalidad con la que cualquiera se va a Murcia sin coger el pasaporte. Si Mohamed VI -que no los marroquíes-, un rey poco proclive a dádivas democráticas, nos alerta por vez tropecienta de que las relaciones entre los dos países están en peligro, pues mire, señor rey, me temo que vamos a tener que mandarle los padrinos. Ignoro si su dosis de victimismo es por razones de política interna para complacer a nacionalistas radicales o a su costumbre de encargar mapas del Gran Marruecos, que incluye Ceuta, Melilla, Canarias, Sahara Occidental, y a poco que nos despistemos Tarifa, con surferos incluidos, Granada, Sevilla, y hasta la ciudad de Toledo. Pero esta vez no cuela, así monten otra Marcha Verde. Es más, no vamos a ceder ni uno solo de los peñones que salpican la costa de Marruecos, aunque tengamos que mandar de nuevo a la caballería al alba y con tiempo duro con viento de levante que decía shakesperiano el señor Trillo. Simplemente porque los reyes cruzan el Estrecho, pero no salen de España.


Siendo realistas, al final todo acabará en pólvora mojada, porque hay demasiados intereses -en materia de terrorismo, inmigración, culturales, económicos y humanos- para que perduren desacuerdos profundos. Sin embargo, es necesario cortar a tiempo esa lógica de crío pequeño que no pide para conseguir, sino para ver hasta dónde puede llegar. Ya lo decía Heine: donde se empieza quemando libros, se acaba quemando hombres, y salvando las distancias, como te cojan un dedo, terminan quedándose con el brazo. No debe quedar ni una sombra de duda acerca de que no habrá cosoberanía o rendición.


Ahora bien, los molinos de la historia muelen despacio, y Mohamed VI tiene una paciencia infinita, máxime cuando Ceuta y Melilla no pueden esperar nada de la ONU, se hallan fuera del paraguas de la OTAN, y ni la UE ni Francia están demasiado interesadas en que seamos fuertes en la zona. Por todo ello nos quedamos solos a la hora de torear las ambiciones alauitas, y para ser capaces no basta con afirmar que son España sólo de boquilla, también es necesaria una política que tenga en cuenta su extrapeninsularidad, el fenómeno migratorio, su escasez de recursos, su alta densidad de población, y que por muchas banderas rojigualdas que veamos, el porcentaje de musulmanes es ahora del 40%. Allí sabemos que lo agradecen todo, que nunca ofrecen comida recalentada a sus huéspedes y que la distancia que les impone la geografía la salvan con entusiasmo. Pero también sabemos que la lealtad se paga con lealtad. Así que firmeza, determinación, cierta prudencia, y un brindis al sol recordando que por aquellas tierras llamaban al Mediterráneo el Mar Blanco, debido al intercambio cultural de seis culturas, un blanco que era la fusión de seis colores: cananeo, arameo, mesopotámico, griego, latino y bizantino.

| miércoles, 7 de noviembre de 2007 | 12:42

BOCATTO DI CARDINALE IV






LAS BENÉVOLAS. JONATHAN LITTELL. RBA.


Premio Goncourt.

| lunes, 5 de noviembre de 2007 | 14:30





TENDENCIAS II




-Chicles ecológicos que no se pegan a las suelas.




-Los casinos de Macao, que van camino de superar la facturación de Las Vegas en el sector de los juegos de azar.




-Los vasos de café autocalentables y las latas de bebibas autoenfriables mediante reacciones químicas del cloruro de calcio o el nitrato de amonio con agua.




-El futuro proyecto de Norman Foster para el Camp Nou, con una segunda piel que será un mosaico gaudiniano de paneles de policarbonato y vidrio azul, grana, rojo y amarillo.




-Los dispositivos de seguridad pasiva para mejorar la seguridad en carretera: el Alcolock, un alcoholímetro conectado al arranque que impide la puesta en marcha en caso de dar positivo; el Airbag para motos; el eRescate, una especie de caja negra instalada en el motor del coche que, en caso de accidente, indica de manera automática a los servicios de urgencia el lugar exacto donde se encuentra el vehículo.




-Los horrendos zapatos Crocs.




-Se acabaron los "pitillo": vuelven los pantalones rectos.




-Leopard, el nuevo sistema operativo de Mac.




-El arte lisérgico de Takashi Murakami.




-LA NUEVA COCINA ASTURIANA.




-El sinuoso hotel Marqués de Riscal en la localidad alavesa de Elciego, diseñado por Frank O,Gehry.




-Los premios Anti-Nobel, que en su décimo séptima edición han galardonado sesudos estudios sobre, por ejemplo, los efectos secundarios de la ingestión de sables, cómo el Viagra combate el jet-lag en los hamsters, la extracción de esencia de vainilla de la bosta de las vacas, el censo de ácaros que pueblan una cama, un modelo matemático para determinar las arrugas en las sábanas...


| viernes, 2 de noviembre de 2007 | 20:50



TALLIN, EL ASOMBRO MEDIEVAL

Supongo que mucha gente conoció Estonia en 1991, el año en que se desmembró la extinta Unión Soviética; para muchos otros la fecha clave fue 2004, el año en que se integró en la UE. Pero me temo que fue realmente el 2002 cuando hubo un antes y un después en la proyección en España de Estonia y, sobre todo, de su capital, Tallin: ese fue el año de la visita de nuestra triunfita Rosa al festival de Eurovisión con su Europe,s living a celebration. Al margen de conmemoraciones más o menos folclóricas, puedo asegurar que la ciudad depara a cualquiera que se anime a visitarla descubrimientos incesantes, que ejercen sobre el reloj un efecto lisérgico: se detiene o se acelera según la zona de la ciudad en la que nos encontremos. Pero vayamos por partes. La llegada en ferry desde Helsinki –curioso ver cómo le dan los nórdicos al alcohol y a las tragaperras durante todo el trayecto–, ya es de por sí una experiencia que proporciona una variante leve del síndrome de Sthendal, con el skyline medieval de las enormes torres de sus iglesias –afeado por un par de rascacielos de verdad–, en medio de una paleta de colores cambiantes, grisáceos, blancos, azules, rojizos… Como vamos con el tiempo contado, y sólo tengo unas horas antes de volver a Finlandia, mi cicerone y amigo, Yukka, me encamina como una flecha hacia el casco viejo. Aquí el tiempo se ralentiza, embalsamando un mundo de murallones, callejuelas empedradas que no adoquinadas, imponentes iglesias y torreones que, estoy seguro, le resultaría muy familiar a cualquier antiguo habitante de la Liga Hanseática. Evidentemente, los estonios se han dado cuenta de dónde estaba la X que marcaba el tesoro y se han apresurado a sacarle partido al patrimonio a base de restaurantes ambientados en la época y secundarios disfrazados en plan parque temático. El pasacalles de turistas es inacabable, y todos parecen saber que en la Vanalinn, ciudad antigua, se entra a través de una puerta flanqueada por torres que nos guía Viru tänav adelante, una calle donde las tiendas de ropa de marca occidentales se mezclan con restaurantes típicos, cervecerías, casas estrechas de frontones apuntados y volutas, puestos de souvenirs... En el trayecto hay que vigilar dos cosas: los precios, que son de escándalo, y los ladrones, que se aprovechan de que la pródiga y excitante oferta visual atrapa la atención del visitante para despistar alguna cartera –hay incluso señales que lo advierten–. En nada nos plantamos en la plaza del Ayuntamiento, Raekoja plats, el corazón donde se anudan todas las calles, todos los visitantes, todos los nativos, todos los niveles históricos… Impresiona la esbelta torre octogonal del edificio del Ayuntamiento, de 61 metros, que forma parte del horizonte en zigzag de agujas que caracteriza a Tallin, como si la urbe quisiera alancear el cielo. Una flecha que sigue el modelo de los minaretes musulmanes disparada desde un cuerpo gótico que posee una fachada de inspiración florentina… Ahí es nada. Nos podemos tomar una cervecita en alguna terraza para acelerar el reloj, y brindar con el equivalente estonio de salud, cheers, prosit, kampai, chi-chin, na zdorovje o lechaym: Terviseks; según la tradición, hay que hacerlo mirando a los ojos o te quedas siete años sin sexo, así que ojo con el brindis, valga la redundancia. El movedizo cronómetro vuelve a padecer otro reajuste al cruzar un romántico pasadizo y entrar en la Pikk tänav, la calle más larga de la ciudad, donde antiguamente residían los ricos. Una sucesión de fachadas mezcla de intervenciones desde el XV hasta el XIX, que son como un libro escrito por muchas manos, y que termina en un torreón de artillería llamado Margarita la Gorda. Entre esta calle y la que vamos a utilizar para regresar al centro, Lai tänav, se halla la iglesia de San Olaf, en su momento el edificio más alto de Europa, con una aguja de 124 metros, y verdadero ejemplo del saldo de belleza que disfruta la ciudad. Como curiosidad, durante la guerra fría el KGB utilizó su aguja como antena de transmisión. La calle de regreso es igual a un partido de tenis, un continuo mirar de izquierda a derecha repleto de museos de Historia Natural, de las Artes, de la Salud…, teatros, iglesias… que nos embocan hacia la puerta de entrada a la colina de la catedral, denominada Pikk jalg torn, torre de la pierna larga. Le pregunto a mi amigo acerca de esa obsesión de los estonios por personalizar cualquier símbolo urbano, al igual que con Margarita la Gorda, y no sabe responderme; más adelante investigué por mi cuenta y llegué a la conclusión de que casaba con el espíritu comercial y pragmático que alimenta su espíritu y que esquiva de una manera sutil cualquier tentación reverencial implícita en sus iglesias. La subida es un ascenso espectacular que nos planta en la explanada de la colina, Toompea, con una vista formidable y magnética del puerto y la ciudad. En esta plaza te das cuenta de que la intervención rusa, al igual que los edificios de la época soviética, bloques grises que parecen sacados de alguna urbe tras una hecatombe atómica, no se limita a un pasado reciente, sino que ya comenzó hace mucho, aunque con resultados mucho más óptimos: la catedral ortodoxa de Alexander Nevski. Un monumento al imperio zarista que resta congruencia al conjunto medieval, pero en el que la belleza no deja de anidar en su mole roja y beige. A su alrededor, una concentración de monumentos históricos: otra catedral, esta luterana, Toomkirik; un antiguo palacio, Rüütelkonna hoone, antigua Biblioteca Nacional, y que ahora es la sede del museo de Arte Nacional; un castillo de fachada rosa y blanca donde se halla enclavado el Parlamento estonio… Es hora de comer algo y Yukka me habla de la gastronomía típica, similar a la que he disfrutado en Helsinki, aconsejándome un restaurante en particular, el Olde Hansa, en la zona antigua, donde hay platos como el reno o el oso que en España no son habituales. En el restaurante el tiempo vuelve a abrirse como un abanico, y acompañamos la comida con cerveza del país, Saku, ligera y rubia como las camareras que nos atienden. La ciudad moderna nos espera al otro lado de la muralla que rodea como un cinturón la ciudad vieja, una muralla que en su día tuvo treinta y cinco torres, de las que quedan veinticinco, y de entre ellas, la Kiev in de Kök, el vigilante de la cocina, es la que nos despide finalmente. El cambio de siglo le sienta bien a la ciudad, y en seguida te das cuenta del trabajo que Estonia a puesto en adaptarse e incluso adelantarse a los nuevos tiempos. Baste saber que su DNI es una supertarjeta que les sirve a la vez como cartilla de la Seguridad Social, carné de conducir, seguro del coche, para pagar el transporte público, recibir informes del colegio de sus hijos o votar a través de Internet. Tallin ejerce entonces otro tipo de seducción, una ciudad que no está construida para perdurar, esa belleza relativa y efímera de los centros comerciales, los edificios acristalados de la multinacionales, las chicas de tacón alto que, me cuenta Yukka, por la noche alquilan limusinas para salir de marcha en una ciudad repleta de locales nocturnos, los turistas que no dejan descansar la cámara… la biodiversidad del hoy, ese humus urbano que alimenta la vida y que dentro de quinientos años serán leyenda, restos que escuchar y visitar al igual que la ciudad medieval de Tallin.