José Miguel Carrillo o cómo usar a Talleyrand de manual de autoayuda

| lunes, 25 de agosto de 2008 | 0:02


José Miguel Carrillo de Albornoz Muñoz de San Pedro. Ni siquiera es un amigo, para mí es como un hermano. Es lo bueno de la vida: que te permite añadir familia a la biológica, y si encima es un estupendo escritor de novela histórica, ni les cuento. Si José Miguel no existiera, habría que inventarlo; es un tipo como tiene que ser, un caballero en un mundo donde el honor apenas cuenta, un señor que ha hecho de la generosidad una norma de vida, y que repite constantemente -en francés- una de las frases de las enormes Memorias de Talleyrand: hay que tratar las cosas graves con ligereza y las ligeras con gravedad.
José Miguel me acaba de invitar junto a mi chica a su castillo de Las Seguras, un paraíso, un vergel en medio de Cáceres. El objetivo es conocer el patrimonio cultural extremeño tan profundamente como nos permita una semana. Él en persona se va a encargar de colocar el superponible de sus enormes conocimientos para que cada una de las piedras preciosas que adornan la provincia adquieran sentido. Evidentemente, hemos tenido que pagar un precio: había que llevarle una botellita de champán. Pues nada, José Miguel, que acabo de meterla en el congelador.




2 comentarios:

lalecubino dijo...

Menuda virguería el chamizo!

Genial tu anterior entrada.

IGNACIO DEL VALLE dijo...

Muchas gracias. Buen verano.