En el mundo actual hay demasiadas cosas diseñadas para secuestrar nuestra atención y evitar pensar en que vamos a morir. En Alcántara sucede todo lo contrario, en Alcántara sientes el peso de la muerte, porque eres consciente de que han tenido que ocupar la vida, usarla con profundidad para crear todo el poder y la gloria que respira su monasterio. Las tres primeras fotos hablan del hierro y la sangre que gastaron los caballeros de Alcántara para abrirle a los portugueses ese ángulo agudo, esa extremadura, a su territorio. La cuarta foto habla de esa obsesión por dejar constancia de su estirpe, con sus firmas particulares, los escudos colocados en las esquinas para que sean visibles desde todos los lados. Y la cuarta foto tiene como protagonista una de las mayores obras de ingeniería vistas por un servidor: el puente romano. Casi doscientos metros de longitud, ocho de ancho y setenta de alto... para apreciar realmente el tamaño y la solidez hay que recorrerlo de lado a lado. Por cierto, su arquitecto, Cayo Lucio Lacer, esta enterrado allí mismo, y si hubiera justicia habría que darle el premio Pritzker de 2009.
Las siguientes tres fotos pertenecen a Cáceres. De nuevo esa obsesión por las esquinas, esas ventanas colocadas en lugares inverosímiles a fin de ser vistas desde las calles confluentes. Y para finalizar, una de las demostraciones de poder más llamativas que he contemplado: ¿ven ese arco?, ¿ven la piedra torcida artificialmente? Pues bien, ese ángulo lateral fue obra de uno de los Prominenten de la ciudad con el fin de que su carroza, demasiado elevada para que pudiera pasar bajo el arco original, pudiese entrar de lado hacia una de las calles paralelas. Increíble.
Piedras preciosas IV: Alcántara y Cáceres
De IGNACIO DEL VALLE | domingo, 31 de agosto de 2008 | 18:37Piedras preciosas III: Oropesa, Trujillo y el jardín secreto
De IGNACIO DEL VALLE | sábado, 30 de agosto de 2008 | 11:56
Les aseguro que estos castillos no están levantados en el aire ni son de arena. Las dos primeras fotos es el castillo de Oropesa, que yo me hubiera pensado dos veces antes de asaltar, la penúltima foto es el de Trujillo, que directamente ni me hubiese planteado. Y desde sus murallas, una sorpresa: el jardín secreto de una finca, insospechable a ras de clase media.
Ferragosto profundo. Exploración, descubrimientos, enriquecimiento. Aquí, en la ermita del Humilladero, vino a dejar sus cadenas de prisionero CERVANTES cuando fue liberado del turco. A esta capillita en un altozano con la mejor vista del monasterio de Guadalupe, se viene a purificar los pecados. Incluso yo, un liberal empírico, me sentí un poco más ligero, incluso redimido. Fíjense en que la capillita es una copia más gastada por los elementos del templete que hay en el interior del monasterio.
El calor sigue laminando Extremadura, pero el espectáculo continúa operando desde todos sus ángulos en una continua promesa, ésta, al contrario de lo que defendía Debord, siempre cumplida.
José Miguel Carrillo o cómo usar a Talleyrand de manual de autoayuda
De IGNACIO DEL VALLE | lunes, 25 de agosto de 2008 | 0:02
José Miguel Carrillo de Albornoz Muñoz de San Pedro. Ni siquiera es un amigo, para mí es como un hermano. Es lo bueno de la vida: que te permite añadir familia a la biológica, y si encima es un estupendo escritor de novela histórica, ni les cuento. Si José Miguel no existiera, habría que inventarlo; es un tipo como tiene que ser, un caballero en un mundo donde el honor apenas cuenta, un señor que ha hecho de la generosidad una norma de vida, y que repite constantemente -en francés- una de las frases de las enormes Memorias de Talleyrand: hay que tratar las cosas graves con ligereza y las ligeras con gravedad.
José Miguel me acaba de invitar junto a mi chica a su castillo de Las Seguras, un paraíso, un vergel en medio de Cáceres. El objetivo es conocer el patrimonio cultural extremeño tan profundamente como nos permita una semana. Él en persona se va a encargar de colocar el superponible de sus enormes conocimientos para que cada una de las piedras preciosas que adornan la provincia adquieran sentido. Evidentemente, hemos tenido que pagar un precio: había que llevarle una botellita de champán. Pues nada, José Miguel, que acabo de meterla en el congelador.
Imagínese que está usted en una lección de bienestar disfrutando de los últimos coletazos del estío en el porche de su casa con piscina, con la complicidad de una cervecita helada, mientras ve en la televisión las zancadas explosivas y el ritmo rockero de Usain Bolt o cómo la industria lleva la publicidad al límite intentando convencerle de que el agua embotellada en una lejana isla del Pacífico es distinta que la bebe de su grifo. Pongamos que entonces levanta la vista y contempla su jardín, tan artísticamente podado que parecería que tiene usted a Eduardo Manostijeras en nómina. Pues bien, en ese escenario de zafiros y esmeraldas acaba de aparecer como una mancha de petróleo un individuo de ropas terrosas, mirada ida y un Kalashnikov en la mano. Una visión que por ideas tiene unos cuantos escorpiones recorriendo las circunvoluciones de su cerebro, y cuya única obsesión es borrar las marcas de la Historia, los matices, el peso, hasta el punto de que su primer acto político allá en su tierra fue cañonear unos colosos de piedra que eran patrimonio de la Humanidad.
Siento no poder ser como la televisión rumana y dar sólo noticias felices, pero eso es lo que sucederá si no despertamos de nuestro sueño de sociedad mimada, donde el ocaso de la noción de deber y la amnesia histórica nos hacen olvidar que la frontera de Europa y por ende de España no está en Polonia o Turquía, sino en Afganistán y Pakistán. La Unión Europea tiene casi dos millones de soldados pero es incapaz de movilizar 60.000 en dos meses debido a la falta de presupuesto. Un fiasco inconcebible. Si ni siquiera fuimos capaces de mantener el orden en el patio trasero de los Balcanes, ¿qué posibilidades tenemos de no encontrarnos con un zombie en el jardín?
Que la situación se deteriora en Afganistán no es ningún secreto, y eso no se soluciona con ese pecado de la sociedad de masas que es el conformismo, ni con decisiones mercuriales de políticos que creen que la cabeza es redonda para que los pensamientos puedan cambiar de dirección en cualquier momento. Se debe revitalizar la defensa europea y adaptarla a las nuevas batallas no convencionales que exigen gestionar crisis lejos de los territorios patrios, con fuerzas móviles y una mentalidad de ariete donde se mezcle lo civil y lo militar para reconstruir las zonas al tiempo que se eliminan las amenazas. La doctrina militar romana consagraba el principio de que si no tienes presencia constante en un territorio sufres una violencia constante, así que siguiendo con los aires romanos, el objetivo de Europa sería el mismo que Thorton Wilder escribía en su Idus de Marzo, cuando hablaba de los miles de seres que despertaban de su sueño de barbarie haciéndoles amar y honrar a Roma, y sólo temiéndola hasta el punto en que todos debemos temerla con equidad.
Hay personas que no buscan algo lógico, por ejemplo el dinero. No se les puede comprar, ni amedrentar, ni se puede negociar o razonar con ellas. Algunas personas sólo quieren ver arder el mundo.
Batman
CODA: por favor, un Óscar póstumo a Heath Ledger por la virguería que ha hecho en esa oscura e inesperada joya que es Batman... Im-presionante.
- La primera red de coches eléctricos del mundo creada en Israel, con 500.000 tomas que permitirán recargar baterías por todo el país.
- El sistema de pago PayPal, que evita compartir la información financiera en las transacciones por Internet.
- El regreso de la NASA a la Luna en 2020, a fin de instalar bases y ensayar el viaje a la luna.
- Las memorias SSD -Solid State Drive-, que acabará por jubilar el disco duro de los ordenadores.
- La WhiteKnight 2, la nave nodriza que utilizará Virgin para que los turistas espaciales puedan ver la curvatura de la tierra y flotar un poquito sin gravedad.
- Hacerte un perfil genético para saber a qué enfermedades eres proclive.
- La tele del futuro, que mediante capas permitirá personalizar los contenidos y la publicidad. Ejemplo: si vemos una peli y no sabemos nada de tal actor, le tocamos la cara e inmediatamente se abre una capa más profunda de información con toda su biografía.
- Surface, mesas de bares que serán grandes pantallas táctiles que nos permitirán descargar y arrastrar fotos de nuestras cámaras digitales mientras nos tomamos una caña.
- Vallas publicitarias que observan al observador y evalúan sus características y el tiempo que han estado enfrente.
- Los nuevos materiales manipulados molecularmente que reflejan las ondas luminosas de modo que esconden a la vista el objeto hecho con ellos: Frodo por fin tendrá su capa invisible.
- Y algo raro, raro, raro: el fenómeno Furvent, una parafilia que designa la afición por los disfraces de peluche gigantes fabricados en látex, a medio camino entre la zoofilia, el fetichismo y las fantasías infantiles. La moda viene -cómo no- de Japón. Siguen como un cencerro...
En un entrevista reciente Riccardo Muti hablaba de la escuela de Toscanini a la hora de dirigir una orquesta, de la fuerza dramática que residía en la ausencia de perfumes o retórica, de la belleza de las ejecuciones que se limitaban a ser lo más claras posibles, a huir de la pirotecnia, a comunicar directamente la energía, todo en contraposición a la escuela de Karajan, grande, fastuosa, exorbitante, enorme, diríamos pleonástica. Bien, los hechos son que la partitura de los acontecimientos humanos se ha ido decantando por el patrón alemán debido a una tecnología que ha pasado de contingente a necesaria en poquísimos años, sustituyendo nuestra cotidianeidad analógica por otra digital. Antes se viajaba con el bocata de tortilla, la cantimplora y, como muy sofisticado, un parchís magnético, por si nos aburríamos. Últimamente, ¿le han echado un vistazo a su mochila? Portátiles, móviles, cámaras de fotos, reproductores de MP3, cámaras de vídeo… todos con sus correspondientes y apocalípticos cables y cargadores, por supuesto incompatibles entre sí. Evidentemente, al tiempo que toda esta cacharrería tecnológica ha invadido nuestras vidas, han crecido de modo exponencial sus aplicaciones, a tal punto que el 90% de los botones ni sabemos para qué sirven ni los hemos tocado nunca, además de que cualquiera que disponga de la santa paciencia para descifrarlos, tendría que pasarse una semana con unos de esos libros de instrucciones del grosor de una guía telefónica.
La Historia no suele dejar impune la lucha en dos frentes, así que imagínense en cuarenta. Por eso, señores fabricantes, por favor se lo pido, tengan en cuenta que no descendemos del mono, somos monos, y por tanto enamorados de esas herramientas geniales por sencillas del tipo el palito que metíamos en los hormigueros para sacar los bichitos con que luego nos relamíamos. Debido a esto, pónganse de acuerdo para producir unos pocos periféricos universales y compatibles, traduzcan los engendros lingüísticos de las instrucciones a fin de orientarnos en el maremagno de aplicaciones, pero, sobre todo, por favor se lo pido, simplifiquen las funciones de todos sus cachivaches. Para eso, y ahora que la tecnología va camino de ser arte, sigan la trayectoria de todo artista con dos dedos de frente, que va siempre de lo más complicado a un enriquecimiento progresivo para después simplificarlo o sintetizarlo en extremo. O háganle caso a Bruce Lee y su be water, my friend: dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno entrelazados entre sí, la sencillez personificada el agua, oigan, y lo útil que resulta.
Leer Archipiélago Gulag sigue doliendo...
¿Cómo hay que entender una palabra como malvado? ¿Qué queremos decir exactamente con ella? ¿Existe semejante cosa en el mundo?
Nuestra primera reacción sería responder que no puede haber malvados, que no los hay. En los cuentos es lícito hablar de ellos, porque son para niños y hay que simplificar las escenas. Pero cuando la gran literatura mundial de los siglos pasados -Shakespeare, Schiller o Dickens- nos presenta una tras otra semblanzas de malvados de un negro espeso, los malvados nos parecen casi de guiñol, poco acordes con la sensibilidad moderna. Debemos fijarnos sobre todo en cómo están caracterizados: tienen perfecta conciencia de su maldad y de su alma tiznada. Razonan así: no puedo vivir sin hacer el mal. A ver si enfrento al padre contra el hermano. Qué deleite, ver padecer a mis víctimas. Yago dice sin tapujos que sus objetivos e impulsos son negros, nacidos del odio.