Ya lo decía Santa Teresa: hay más lágrimas derramadas por deseos concedidos que por los no concedidos. Al hilo de este pensamiento, y como friki que soy de los cuentos góticos y fantásticos, releí por la noche uno de mis relatos de terror favoritos -con Scarlatti de fondo y una raquítica bombilla, para crear una atmósfera adecuada-, que el mismísimo Bioy Casares incluyó en su escueta lista de cuentos perfectos: la pata de mono, de W. W. Jacobs. Escrito en 1902, narra una inquietante variación del motivo literario de los tres deseos. Resumo: un padre recibe una pata de mono que tiene la propiedad de hacer realidad tres y sólo tres deseos de su propietario. El primer deseo, solicitado sólo por verificar las propiedades del talismán, es que le sean concedidas 200 libras. La demanda se cumple, pero a costa de la muerte accidental del hijo: la compañía de seguros entrega a los devastados padres una indemnización por dicho importe. El segundo deseo lo formula contra su voluntad, presionado por el dolor insoportable de la madre: que su hijo vuelva a la vida, que resucite. Y cierta noche ambos se despiertan sobresaltados por unos aldabonazos en la puerta de su casa. Aterrorizados por lo que pudieran encontrarse al otro lado de la puerta, el padre formula un último deseo, un deseo que...
En fin, podría fusilarles el final del cuento, pero mi maldad no llega a tanto y sólo les recomiendo encarecidamente que lo lean. Yo, si he de ser sincero, después de cerrar el libro eché un vistazo debajo de la cama, donde suelen morar cosas innombrables. Por cierto, si han leído El cementerio de animales, de Stephen King -para mí su mejor libro, junto con El Resplandor- apreciarán que nuestro escritor de Maine tiene a W. W. Jacobs en su santoral particular. Les deseo que pasen mucho miedo. Sarna con gusto...
2 comentarios:
Te gusta Guy de Maupassant?
Me encanta Maupassant. Tienes una entrada de diciembre de 2007 sobre literatura gótica. Está dentro del apartado FRAGMENTOS. Un abrazo.
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