| miércoles, 21 de mayo de 2008 | 0:04



FE Y PRAXIS


Hay siempre un colapso entre lo real y lo ideal, un desacuerdo entre la realidad y el deseo, como poetizaba Cernuda. Algo que el señor Ibarretxe parece eludir con esa seguridad de los fanáticos. El lehendakari cree que es suficiente que el País Vasco se independice para que los crímenes de ETA cesen. Es la misma lógica por la que tiene la certeza de que sus repugnantes miembros se convertirán en votantes ejemplares bajo la férula de una democracia vasca. Esa es la fe, quimérica, ingenua, pero sobre todo suicida. La praxis es otro cantar. La praxis es que el señor Ibarretxe no ha leído las viejas páginas de Michelet, y que no sabe nada acerca del Terror, de Robespierre, de la guillotina ni de la etapa más clásica de la historia de las revoluciones: el Comité de Salud Pública.
Los etarras, en cuanto dispongan de un DNI vasco, le quitarán la capucha a su voluntad de poder, intensificarán su retórica revolucionaria e incluirán en la lucha contra el invasor español a los disidentes, reservando los primeros puestos para el lehendakari y su partido, y colocando al final sus cabezas en el altar sacrificial del inmaculado dogma de la pureza euskera. Porque lo que les molesta no es que sus actos hayan sido monstruosos, sino que vayan a ser inútiles, es decir, que no lleven a la consecución de un estado totalitario donde ellos controlen instituciones y ciudadanos.
El acero ya ha pasado las suficientes veces por el yunque como para saber que no hay maneras escolásticas de acabar con ETA, no puede haber final dialogado. La sociedad es una negociación entre las necesidades de la colectividad y los derechos del individuo, y si hay unos indocumentados que se niegan a aceptar que la verdadera libertad implica normas, deberes y disciplina, se les debe hacer pasar por el tamiz de las responsabilidades penales que establece -a su pesar- un estado de derecho. La clase política debe olvidarse aquí de gobiernos con sondeos de opinión, de imperativos de rentabilidad en las urnas, de eufemismos lingüísticos -que es el primer paso hacia las dictaduras, como bien advirtió Kemplerer-, de cansinos mensajes de condena, de bonhomías negociadoras, y sustituir cuando sea necesario la munición intelectual por la de metal. Junto con el inicio de un sistema pedagógico que erradique la influencia social de la propaganda terrorista, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado deben encargarse de romper esa hybris etarra, esa desmesura que intenta romper el equilibrio de España, barrer las líneas de ese terror que adopta proteicas formas, los comandos, Askapena, MLNV, Gezi…, denunciar el santuario que los terroristas tienen en Venezuela, estrangular sus fuentes de financiación, cortar las conexiones con las FARC… Todo de una manera explícita, unánime y sin tregua. Ellos, ETA y sus acólitos, que han monologado siempre en cada diálogo, nos van a permitir ahora que sea nuestro turno.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Llevo unos días siguiéndote gracias a mariadealvaro del comercio y, la verdad es que me gusta mucho como y que escribes. Me siento identificado con tus exposiciones. Más aún, en este caso, que razón llevas asturianín.

IGNACIO DEL VALLE dijo...

Muchas gracias por tomarte la molestia de leerme. Está bien saber que hay lectores al otro lado con los que compartir mis cosas. Abrazos.

Anónimo dijo...

No le veo muy en la causa de los miles de vascos forzados a huir por el nacionalismo. Ni por la de miles de españoles humillados por el nacionalismo catalán. Qué cosas más tristes ¿Verdad? Nada, nada, siga usted escribiendo sus fantasias de hazañas bélicas. Arriba España.
Viva el Rey.