Esta no es la troupe Almodóvar, sino la de Anne Marie Vallat: los escritores José Miguel Carrillo, Javier Puebla, Jerónimo Tristante: nosotros sí ganaríamos la Eurocopa...
Esta no es la troupe Almodóvar, sino la de Anne Marie Vallat: los escritores José Miguel Carrillo, Javier Puebla, Jerónimo Tristante: nosotros sí ganaríamos la Eurocopa...
Y el miércoles otro acto ineludible, el nuevo poemario de Javier Lasheras, Fundición, que se presentó en la faraónica Delegación del Principado en Asturias. Junto a él otro poeta, Julio Rodríguez, con su obra Naranjas cada vez que te levantas. Les acompañaban Luis Alberto de Cuenca, Fernando Beltrán y Miguel Munárriz. Especialmente emotiva fue la lectura del poema que Javier le dedicó a su chica. Enhorabuena.
DICEDIEGO
Cuenta Maradona en la película que sobre él ha rodado Kusturica una inédita, curiosa e interesante confesión acerca de su talento futbolístico. Refiere que cuando era un crío, los partidos de su barrio se prolongaban hasta la noche, cuando no había luces ni apenas podía reconocerse el balón entre las sombras. Aprendió entonces a intuirlo. Y convirtió semejante entrenamiento en una manera de predisponer su clarividencia balonpédica cuando los encuentros se disputaban con luz diurna.
Siempre, siempre se están quejando de vicio. Siempre denunciando los insultos, agravios y ofensas que reciben sólo en sus mentes aquejadas de manía persecutoria, siempre refiriéndose a la aconfesionalidad del Estado como libertinaje religioso, siempre liando la madeja con que Zapatero es un comecuras a pesar de que el gobierno ha cedido al episcopado lo que anteriores gobiernos negaron en materia de financiación pública. El señor Rouco y el señor Cañizares pusieron el otro día el grito en el cielo -valga el chiste malo- porque un pasacalles festivo en la víspera del Corpus en Toledo, basado en la danza de la muerte del siglo XV, no respetaba, según ellos, la libertad religiosa y agredía al Cuerpo de Cristo. Je.
Yo ya estoy más que harto de estos talibanes religiosos, de este coro plañidero con nostalgias nacionalcatólicas, de estos Epimeteos de tercera regional que abren cada día una Caja de Pandora diferente, de estos restos de serie arqueológicos que ni siquiera Indiana Jones querría en su colección. Harto de su crispación impostada, de su confusión entre religión e ideología, del comercio político que hacen con el Absoluto, de su ceñuda obsesión por cargarse la libertad y picotear luego su cadáver, de su querencia por las épocas medievales donde todo se medía a base de fuego y espada; de su infalibilidad moral, de sus burradas creacionistas, de sus burdas dicotomías acríticas y simplistas; de su Historia Sagrada, que tiene de todo menos historia, de su irracionalismo y su Santa Intolerancia, de sus escritos acerca de existencias siempre pecaminosas y ovejas perdidas y Anticristos y proclamas de sumisión sin límites a Dios; de sus fetiches de superchería, prepucios del niño Jesús, astillas de la Santa Cruz, plumas de ángeles; de sus trinidades imposibles, de sus ataques a los homosexuales, de su demonización del aborto y la eutanasia, de su enfermiza obsesión por las mujeres vírgenes, sumisas, desfeminizadas…
A estos señores hay que hacerles un poco de política, porque si no nos la harán ellos a nosotros, y dos fechas fundamentales, 1787 y 1789, es decir, las revoluciones americana y francesa gracias a las cuales pasamos de súbditos a ciudadanos, no habrán servido de nada. Los mimbres de mi política particular son el laicismo, la relatividad, la inexistencia de Dios, el bocadillo de jamón, la generosidad, la divergencia de opiniones, la moda, la literatura, las pelis, el sexo sin fines reproductivos -de momento-, la música, el amor, la libertad de pensamiento, la belleza… y, al contrario que ellos, la fe en que la legitimidad del poder proviene del hombre, y no de Dios, lo que no dejará de plantearles ciertos problemas a la hora de encajar en las reglas de un estado democrático. En el cielo, por mucho que se empeñen los inquisidores, sólo hay cúmulos, cirros y estratos, y bajo la tierra únicamente un petróleo que se nos acaba a marchas forzadas. Si quieren cabalgar como jinetes del Apocalipsis, que lo hagan solos. Sí, dejemos que el odio cabalgue solo.
BOCATTO DI CARDINALE XVIII
WOND´RING ALOUD
Otra de esas canciones que yo debería de haber escrito. De nuevo toda la vida no admirando, sino envidiando. A Ian Anderson, el líder de los maravillosos Jethro Tull, le tengo puestas dos velas negras. En esta versión canta con Alessia D´Andrea. La vida entera se resume en su última estrofa...
Wond'ring aloud
how we feel today.
Last night sipped the sunset
my hands in her hair.
We are our own saviours
as we start
both our hearts
beating life
into each other.
Wond'ring aloud
will the years treat us well?
As she floats in the kitchen,
I'm tasting the smell
of toast as the butter runs.
Then she comes, spilling crumbs
on the bed
and I shake my head.
And it's only the giving
that makes you what you are.
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Preguntándome en voz alta
cómo nos sentimos hoy.
El anochecer se bebió a sorbos la puesta del sol
mis manos en su pelo.
Somos nuestros propios salvadores
al comenzar nuestros corazones a latir vida
uno en el otro.
Preguntandome en voz alta
Nos tratarán bien los años?
Mientras ella flota en la cocina,
estoy saboreando el olor de tostada con la mantequilla untada
Entonces ella viene, derramando migas en la cama
y sacudo mi cabeza.
Y es sólo lo que das
lo que te convierte en lo que eres.
RIBADESELLA, PARAÍSO (SOBRE)NATURAL
El fin de semana pasado estuve en Ribadesella. Suelo ir bastante cuando quiero descansar en serio. Para ser sinceros, es mi lugar preferido de Asturias, una historia de amor que dura prácticamente desde que nací, porque me criaron entre la villa y Oviedo. No me canso de recomendarlo a todo el mundo y por todo el mundo. Es un lugar ideal para irse con amigos, novios, esposos, amantes o hijos, y especialmente en esta época, en la que se respira una tranquilidad infinita. Quien quiera montaña la tiene, quien prefiera el mar, tiene todo el Cantábrico para él solito. Tomarse el vermú por la mañana junto al puerto es una delicia. Salir a cenar por la noche y después darse un paseo es lo más. No hace falta comentar que sus fiestas de las piraguas son tan impresionantes como los San Fermines.
En fin, como anécdota particular, mi madre siempre me cuenta que vi mi primera película en Ribadesella. Por lo visto, de pequeño era un berrón, que se dice, no paraba quieto, y me llevó con ella a ver El Padrino. Yo no debía de tener más de dos o tres años. Y cuenta que cuando sonaron los primeros acordes de la banda sonora me quedé inesperadamente quieto, pero que lo más sorprendente es la cara que puse cuando apareció Vito Corleone: unos ojos como platos. A partir de ahí permanecí totalmente absorto en todos aquellos resplandores que aparecían en la pantalla y no volví a dar guerra hasta el The End. Por lo visto, ya apuntaba aficiones -o las aficiones se crearon ese día-. Ni que decir que El Padrino sigue siendo una de las películas más valoradas por mi madre, a la altura misma de los chupetes mojados en miel.
FE Y PRAXIS
Hay siempre un colapso entre lo real y lo ideal, un desacuerdo entre la realidad y el deseo, como poetizaba Cernuda. Algo que el señor Ibarretxe parece eludir con esa seguridad de los fanáticos. El lehendakari cree que es suficiente que el País Vasco se independice para que los crímenes de ETA cesen. Es la misma lógica por la que tiene la certeza de que sus repugnantes miembros se convertirán en votantes ejemplares bajo la férula de una democracia vasca. Esa es la fe, quimérica, ingenua, pero sobre todo suicida. La praxis es otro cantar. La praxis es que el señor Ibarretxe no ha leído las viejas páginas de Michelet, y que no sabe nada acerca del Terror, de Robespierre, de la guillotina ni de la etapa más clásica de la historia de las revoluciones: el Comité de Salud Pública.
UNA NOVELA MALA
García Márquez cuenta mucho los avatares que pasó antes de publicar Cien años de soledad y llegar a ser García Márquez. Entonces se ganaba la vida como periodista y redactando guiones. Ya estaba casado y tenía dos hijos pequeños. Para lograr un cierto margen que le permitiese concentrarse en su obra magna, empeñó el coche y le dio el dinero a Mercedes, su mujer, para que lo administrara. Todos los días ella le conseguía papel y tabaco, todo lo que requería para escribir a gusto. Con la redacción de la famosa novela a medias, se encontraron conque le debían al carnicero unos 5000 pesos, una cantidad enorme de dinero. La gente alrededor se puso a hablar de él y de ese libro tan importante que estaba escribiendo. Todos los comerciantes quisieron entonces ser partícipes de la gran obra y les ayudaron bastante. Nunca les faltó comida. Finalmente, para poder enviar el texto al editor necesitaban unos 160 pesos, y tan sólo disponían de 80, así que el autor decidió empeñar la batidora y el secador de pelo de su mujer. Al enterarse, ella le dijo: lo único que nos falta es que la novela sea mala.
-Las webs que arrasan: Fotolog, una red social para contar tu vida en fotos; Current.tv, la tele interactiva de Al Gore; Zoho.com, portal con todo tipo de aplicaciones online; Kaltura.com, la wikipedia del futuro, que permite crear películas, documentales, anuncios...; Ning.com, redes sociales restringidas a grupos concretos de profesionales; Joost.com, decenas de canales de televisión...
-Los implantes cerebrales contra la sordera.
-La criptografía cuántica aplicada a la seguridad electrónica: cuando alguien intente leer la información, ésta se altera, por lo que se sabe cuándo se está siendo espiado.
-El fenómeno GTA4 -Grand Theft Auto 4- en el reino de los videojuegos. Para que se hagan una idea, ha recaudado en todo el mundo 320 millones de euros en una semana, el doble que, por ejemplo, la película Ironman.
-Intempo, las torres doradas que a partir de 2010 dominarán el perfil de Bernidorm y que será el edificio residencial más alto de Europa.
-El reforzamiento del euro como segunda moneda mundial.
-Los ordenadores portátiles del futuro, que serán tan de usar y tirar como los teléfonos móviles.
-En moda, las sandalias de luchador romano con tiras que llegan hasta el tobillo.
-Nollywood, el centro de la cinematografía en Nigeria, la tercera del mundo tras Hollywood y Bollywood en número de films.
-La reciente inclusión del oso polar en la lista de especies en peligro de extinción debido al calentamiento global.
A raíz de las manifestaciones en Israel de los supervivientes del Holocausto contra el vergonzoso plan de Ehud Olmert que contempla ofrecerles 14 euros al mes como manutención, abriendo así la puerta a la fantástica posibilidad de que una gente que sobrevivió al salvaje nihilismo de las SS, pueda ser liquidada por su propio gobierno, se me ocurrió que, en un mundo donde tan fácil es definir el Mal -véase Bush, Gaddafi, ETA, los yanyaweed de Darfur, Mahmud Ahmadineyad, los pirómanos estivales…-, cada vez resulta más complicado definir el Bien. En efecto, en el océano convulso y confuso del relativismo, es casi imposible encontrar algo tan perfecto, genuino, completo y puro como el reverso tenebroso, ese sí sin ningún tipo de contradicción. Ahora bien, hace un par semanas descubrí la historia de Irena Sendler. En 1939, cuando la Wehrmacht aplastó Polonia, ella era una trabajadora social en la treintena que hacía su trabajo en comedores sociales, donde también se alimentaba y entregaba dinero a familias judías, inscribiéndolas como católicas para evitarse problemas con los alemanes. Las cosas continuaron mal que bien hasta que todo cambió en 1942. Los nazis apretaron las tuercas en Varsovia y acotaron un guetto, la futura tumba de miles de judíos donde diariamente morirían por inanición o enfermedad. Irena recordó entonces las dos reglas que le había repetido su padre desde pequeña: la gente se divide entre buenos y malos sólo por sus actos, no por sus posesiones; ayuda siempre a quien lo necesite. E Irena actuó en consecuencia. Consiguió un pase del Departamento de Control Epidemiológico y entró legalmente en el guetto durante semanas llevando comida y medicinas, y portando siempre una estrella de David como símbolo de solidaridad y para no llamar la atención de los guardias. Una vez dentro, comprendió que lo único que podía hacer era intentar salvar a los niños, por lo que comenzó una frenética labor de evacuación utilizando todas las formas imaginables, ataúdes, cajas de herramientas, entre restos de basura, como virtuales enfermos contagiosos, a través de pasadizos secretos… En su mente resonaban siempre las súplicas y la amargura de los padres que eran separados de sus hijos y le rogaban su promesa de que vivirían, de que tendrían un buen hogar. Ya fuera del infierno, era necesario elaborar documentos falsos para los niños, pero a su vez Irena apuntaba sus verdaderas identidades en notitas que luego guardaba en botes y frascos de conserva y enterraba bajo un gran manzano en el jardín de su vecino, frente a los barracones de los soldados alemanes. Allí guardó el pasado de 2500 niños del guetto hasta que los nazis se marcharon. Sin embargo, la Gestapo sabía bien que no hay cántaro que pueda ir demasiadas veces a la fuente y terminaron descubriéndola. Durante meses la interrogaron, le rompieron las piernas y los pies, pero no reveló nada. Ni siquiera cuando la condenaron a muerte soltó una palabra. Al final, la resistencia sobornó al soldado encargado de ejecutarla para que la dejase escapar: no podían permitir que muriese con el secreto de la ubicación de los niños. Después de todo el calvario, 2500 niños pudieron reunirse con sus padres o familiares o le guardaron un agradecimiento infinito a Irena Sandler. Con el tiempo, la joven polaca se convirtió en una encantadora ancianita de 97 años, que a día de hoy sigue viva y reside en un asilo en el centro de Varsovia, desde hace años encadenada a una silla de ruedas en parte debido a las lesiones que arrastra tras las torturas de la Gestapo. Durante años guardó silencio sobre sus hazañas, que sólo pudieron ser descubiertas casualmente hace poco por unos estudiantes de la universidad de Arkansas. Aún hoy, cuando le preguntan cómo tuvo el valor de hacer aquello, se irrita y contesta con un hilillo de voz: yo no hice nada especial, sólo hice lo que debía hacer, nada más. Hablábamos de definir el Bien. Pues ahora está claro: el Bien es un gran manzano con 2500 botes y frascos de conserva enterrados entre sus raíces, llenos de notitas, justo aquí al lado, en el jardín del vecino.
DE OPINIONES Y CULOS
Las opiniones son como los culos, cada persona tiene uno. Gran frase, es del filósofo más importante de la segunda mitad del siglo XX: Harry El Sucio. A mí me encanta esta frase. Por ejemplo, una de mis opiniones es que no me gusta Bolaño. Sí, ya sé que soy un hereje, y cual vampiro, objetivo de muchedumbres vociferantes repletas de antorchas y estacas, pero les aseguro que de momento no me ha caído ningún rayo encima. Y es curioso, pero duermo como un bendito; tampoco sufro del estómago, ni tengo problemas de conciencia. Sí, es raro, pero qué se le va a hacer. Del Ulises, como del Finnegans Wake, nunca he podido pasar de la página 40 -siendo como soy un devoto lector de Dublineses-, y con Faulkner me sucede lo mismo. Tengo a La muerte de Virgilio de Hermann Broch como uno de los mayores ladrillos del reino literario, y el señor Benet es por el estilo. Qué más. Todo el lote del Nouveau Roman, con Robbe-Grillet a la cabeza -y sí, incluyo a Claude Simon-, me parecen unos terroristas que intentaron acabar con la novela. Quizás Cortázar, cuando se relee, sea un cuentista sobrevalorado, pero digo que sólo quizás, en estas cosas no quiero ser radical. Pero eso sí, en lo que soy un talibán es que Thomas Bernhard es inaguantable. Con Almas muertas me dormí -siendo como soy devoto lector de El Capote-. Y si alguien ha entendido El ser y el tiempo de Heidegger, pero si lo ha entendido de verdad, me lo explique, por favor, porque yo me quedé con la sensación de que era el timo del tocomocho. Y… en fin, podría hacer una larga lista, pero no quiero aburrir más de lo que me han aburrido a mí. Con todo esto quiero decir que no hay nada sagrado, y menos en literatura. Las peleas son buenas, demasiado respeto no va a ningún lado. Hay que desdramatizar y esparcir un poco de luz amable, y dejar de hablar de cosas perdurables y de escritores acosados por sombras -Et in Sparta ego y todo esa milonga- y dejar de utilizar todas esas sentencias apocalípticas que ponen algunos autores y críticos al final de sus artículos. Porque al final los que empiezan pueden creérselo y será malo para su salud y harán cosas que elevarán la estupidez a una de las bellas artes. Porque los escritores no somos más que cazadores con escopetas de corcho, y como decía Elias Khoury, lo peor que le puede pasar a un escritor es que se tome en serio a sí mismo. No hay que aspirar a la inmortalidad -una idea totalmente ficticia, un autoengaño-, sino que, como asertaba Píndaro, hay que agotar el campo de lo posible. Pues eso, pero que de salud estoy bien, en serio, no se preocupen. Y ni rastro de ganas de hacerme examen de conciencia, ni tengo dolor de corazón ni albergo propósitos de enmienda. Incluso últimamente soy muy feliz. Aunque sé que esto último no es educado confesarlo…
CODA: a propósito, contra los ataques de solemnidad literaria siempre he recomendado unos cuantos capítulos de FUTURAMA, una muestra de inteligencia, sutilidad y, sobre todo, humor.
EN BREVE ABRIRÉ UNA SECCIÓN MULTIMEDIA EN MI PÁGINA WEB.
http://www.webboom.pt/ficha.asp?ID=160450
Realmente no acierto a distinguir si la ola de superhéroes que nos invade forma parte del chikichikismo que impregna la libido dominandi, ese frikismo narcisista que mezcla las ganas de juerga con la fantasía, lo extraordinario, lo impactante, lo espectacular; un exceso que confunde lo excelente con lo mediocre, lo popular con lo aristocrático, a la postre una parada de monstruos donde todos se gustan mucho. Esta pléyade de fenómenos nos invade por tierra, mar y aire, Ironman, Hulk, Spiderman, Catwoman, Spawn, Batman, Superman, Daredevil, Los 4 Fantásticos, X-man, El Motorista Fantasma… y en breve Thor, Wonder Woman, El Capitán América... Incluso el mundo árabe, con tantos entuertos por desfacer, se ha apuntado a la moda con cómics como Los 99, repletos de superhéroes halal, es decir, con poderes basados en los atributos de Alá y el trasfondo de la cultura musulmana.
Todas son fábulas postmodernas, proteicas, sorprendentes y milagrosas; héroes nietzscheanos y poderosos, algunos tan casposos y esperpénticos como otros inspirados y colosales. Sus hazañas descomunales, delirantes, buscan hacer saltar la santabárbara del Mal, son burbujas efervescentes para combatir el sentimiento trágico de la vida. Aunque a hueso desnudo, estos superhéroes no son más que notas a pie de página de los mitos grecolatinos, Aquiles, Hércules, Teseo… que recorren la espina dorsal de la cultura occidental sublimando nuestros miedos y debilidades para enfrentarnos a los riesgos mortales de la vida con alguna esperanza de éxito.
Yo, que soy asturiano y no entiendo mucho de prodigios aparte de los que tengan que ver con el mágico queso de Cabrales o la fantástica sangría de sidra, estoy un poco acomplejado porque no tengo un colorido pijama de lycra, ni armaduras hipertecnificadas, ni poseo tanta vocación de servicio, ni soy lo suficientemente esquizofrénico o psicópata -aunque en el borde estoy-, para lanzarme de un rascacielos a otro a fin de Salvar el Mundo con mayúsculas. Por no llegar, me temo que ni siquiera llego a las pantorrillas de un Pokemon, ese personaje que también se dedica a unificar el ideario mitológico de Asia. No obstante, ganas no me faltan y algo sí hago, aunque no sea ni sublime ni hiperbólico: cuando tiro la basura, separo el papel, el plástico y el cristal. A ver si el Mal acusa el golpe.
Ya lo decía Santa Teresa: hay más lágrimas derramadas por deseos concedidos que por los no concedidos. Al hilo de este pensamiento, y como friki que soy de los cuentos góticos y fantásticos, releí por la noche uno de mis relatos de terror favoritos -con Scarlatti de fondo y una raquítica bombilla, para crear una atmósfera adecuada-, que el mismísimo Bioy Casares incluyó en su escueta lista de cuentos perfectos: la pata de mono, de W. W. Jacobs. Escrito en 1902, narra una inquietante variación del motivo literario de los tres deseos. Resumo: un padre recibe una pata de mono que tiene la propiedad de hacer realidad tres y sólo tres deseos de su propietario. El primer deseo, solicitado sólo por verificar las propiedades del talismán, es que le sean concedidas 200 libras. La demanda se cumple, pero a costa de la muerte accidental del hijo: la compañía de seguros entrega a los devastados padres una indemnización por dicho importe. El segundo deseo lo formula contra su voluntad, presionado por el dolor insoportable de la madre: que su hijo vuelva a la vida, que resucite. Y cierta noche ambos se despiertan sobresaltados por unos aldabonazos en la puerta de su casa. Aterrorizados por lo que pudieran encontrarse al otro lado de la puerta, el padre formula un último deseo, un deseo que...
En fin, podría fusilarles el final del cuento, pero mi maldad no llega a tanto y sólo les recomiendo encarecidamente que lo lean. Yo, si he de ser sincero, después de cerrar el libro eché un vistazo debajo de la cama, donde suelen morar cosas innombrables. Por cierto, si han leído El cementerio de animales, de Stephen King -para mí su mejor libro, junto con El Resplandor- apreciarán que nuestro escritor de Maine tiene a W. W. Jacobs en su santoral particular. Les deseo que pasen mucho miedo. Sarna con gusto...
PERSONAJES
En la vida o se es persona o se es personaje, y a mí estos últimos me fascinan. Miren la jeta del señor de la foto, se llama Thomas Kohnstamm, y se merece uno de esos biopics cinematográficos. Este individuo era uno de los autores de la famosa editorial de guías LONELY PLANET, y viajó como enviado especial a decenas de destinos turísticos. Como le pagaban poco dinero y no le proporcionaban ayuda logística, contravenía las normas internas y se identificaba como escritor de la famosa guía, con las consiguientes bulas de comida y habitación gratis. En una ocasión se enrolló con una de las camareras de un hotel, otorgándole como es lógico una excelente calificación al establecimiento. En otra ocasión lo enviaron a Brasil porque hablaba bien español, lo que da una idea del desbarajuste que reinaba en la editorial. Otra vez hizo un artículo sobre la historia de Colombia sin leer ni un solo libro, gracias a una novia colombiana, becaria del consulado del país en San Francisco, que le envió unas fotocopias. Aunque lo más inverosímil e inesperado fue que, cuando se veía realmente mal de dinero, recurría a la venta de drogas para sobrellevar las vacas flacas. Todo esto lo explica en un libro de reciente publicación. No obstante, lo más curioso es que cuando tras la aparición de la obra Lonely Planet revisó con lupa todas sus aportaciones a las guías de viajes, no apareció ningún dato erróneo, ni siquiera el visto bueno dado al establecimiento donde se había liado con la camarera: al parecer, el servicio era efectivamente muy bueno. En fin, lo dicho, un tipo imaginativo, estupendo viajero, y con un morro de cemento armado. Todo un personaje.
Si Quevedo, el autor del poema perfecto que lleva el mismo título de este artículo, hubiese conocido al escritor y periodista André Gorz, se hubieran caído bien. El 24 de septiembre de 2007 la policía halló los cuerpos de Gorz y Dorine, su mujer, tendidos uno junto al otro, tras el suicidio conjunto que habían decidido. Dorine, de 83 años, y André, de 84, decidieron suicidarse ante la enfermedad terminal y los dolores de ella. Él era una de las figuras intelectuales más influyentes de Europa en los setenta, con una obra a medio camino entre el marxismo y el existencialismo, pero eso ahora no viene al caso. Lo que sí viene es la maravillosa carta que le escribió pocos meses antes de que la policía encontrase sus cuerpos. Termina así: Acabas de cumplir 82 años. Has encogido seis centímetros, no pesas más de 45 kilos y sigues siendo bella, elegante y deseable. Hace 58 años que vivimos juntos y te amo más que nunca. Hace poco volví a enamorarme de ti una vez más y llevo de nuevo en mí un vacío devorador que sólo sacia tu cuerpo apretado contra el mío. Por la noche veo la silueta de un hombre que, en una carretera vacía y en un paisaje desértico, camina detrás de un coche fúnebre. Es a ti a quien lleva esa carroza. No quiero asistir a tu incineración, no quiero recibir un frasco con tus cenizas. Oigo la voz de Kathleen Ferrier que canta y me despierto. Espío tu respiración, mi mano te acaricia. A ninguno de los dos nos gustaría tener que sobrevivir a la muerte del otro. A menudo nos hemos dicho que, en el caso de tener una segunda vida, nos gustaría pasarla juntos.
En fin, qué más decir. Después de estas pocas frases no se me ocurre qué más añadir para terminar el artículo, aunque deba hacerlo. En un momento dado André también le dice a Dorine: seremos lo que hagamos juntos. El filósofo que durante décadas se había refugiado en búnkeres teóricos para protegerse del mundo, al final se preguntó por qué había escrito tan poco sobre su mujer, si ella había sido lo más importante de su vida, su verdadero refugio. Todo es transitorio, fungible, inexistente, todo salvo esa intuición de que la inteligencia no tiene sentido sin el afecto. Y André Gorz pasó toda una vida dando rodeos agotadores y estériles alrededor de lo contingente para terminar abriéndose un caminito, un atajo a través de todo ese césped ornamental hasta lo único necesario. Dostoievski lo definió perfectamente en El idiota: no tiene usted ternura, sólo tiene verdad, y por eso es usted injusto. A Dostoievski también le hubiese caído bien André.
Nuestro hombre acabó por abandonar su prestigiosa carrera y dedicarse en exclusiva a cuidar de su mujer, víctima de su enfermedad degenerativa. Díganme, ¿qué puede hacer la muerte, por muy cruda y sin barnizar que sea, contra tal grado de intimidad, pasión y compromiso? ¿Qué puede hacer contra esa voluntad de ser, de perdurar?, ¿qué puede contra esa aplastante y abrumadora pureza? ¿Tienen alguna respuesta? A mí no se me ocurre ninguna. Por eso prefiero dejarles con Quevedo, él consigue cercar con palabras algo que excede la capacidad de comprensión:
Cerrar podrá mis ojos la postrera Sombra que me llevare el blanco día, y podrá desatar esta alma mía hora, a su afán ansioso lisonjera.
Mas no de esa otra parte en la ribera, dejará la memoria en donde ardía: nadar sabe mi llama el agua fría, y perder el respeto a ley severa.
Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido, venas, que humor a tanto fuego han dado, médulas, que han gloriosamente ardido.
Su cuerpo dejará, no su cuidado; serán ceniza, mas tendrá sentido; polvo serán, mas polvo enamorado.