| domingo, 16 de diciembre de 2007 | 16:04


REVENANTS
Me di cuenta de que lo mío no era vivir del estado cuando, estudiando unas duras oposiciones en la universidad de Derecho de Oviedo, la que queda junto al Fontán, en vez de atornillarme folio tras folio de incomprensibles artículos, me dediqué a leer toda la literatura gótica que había en su biblioteca, en especial la vampírica. Fue por entonces cuanto tomé la decisión de abandonar aquella impostura y jugármela en Madrid, ante la homérica sorpresa de mi madre y el tonante cabreo de mi padre, que no se le ha quitado hasta hace poco. ¿Me salvaron los vampiros de una vida que no era la mía? Probablemente, pero lo que es seguro es que mi querencia por este tipo de literatura ha sido una constante en mi vida, de las pocas pasiones que me quedan ya.
Ese inextinguible encanto de criaturas como Carmilla, de Sheridan LeFanu, pálidas, melancólicas, voluptuosas, intensas, que huelen a violetas, utilizan adornos de plata, comen poco, evitan la luz del sol, y habitan en aposentos oscuros y retirados, con lechos nupciales de colgaduras púrpuras, y pasean con un camisón blanco irreal, evanescente, a la luz de la luna entre mausoleos y altos tilos... Vivo en tu cálida vida, y tú morirás en la mía, dulcemente morirás en la mía...
O bien la autenticidad ontológica de Drácula, eso que los filósofos llaman un ser coherente con sus propiedades, aunque no tenga existencia real, y que le hace ser más auténtico que muchos seres de carne... Estoy deseando recorrer las calles atestadas del inmenso Londres, sumergirme en el torbellino y la avalancha de humanidad, participar de su vida, de su cambio, de su muerte y de todo lo que la hace ser como es.
Polidori, Walpole, Conan Doyle, Poe, Shelley, Baudelaire, Théophile Gautier, Lovecraft, Bram Stoker, Dumas, Quincey, Blake, Goethe, Penrose, Maupassant, Gogol, Tolstoi... Y el cine, por supuesto, Nosferatu, El ansia, Entrevista con el vampiro, La sombra del vampiro, Underworld, Addiction, el Drácula de Coppola...
El vampiro siempre ha basado su existencia en un curioso problema lógico, es decir, como en la religión, las evidencias físicas sirven para demostrar que algo existe, pero no hay modo lógico de demostrar que algo no existe. Un científico puede no ver el modo de demostrar que los animales piensan, pero nadie puede asegurarnos que no piensan, por lo tanto yo no puedo encontrar la manera de demostrar que los vampiros no existen. Y en ello reside su encanto, esa incertidumbre esencial, así como en su figura trágica, su ansia de sabiduría y eternidad, su obsesión por el control, y su infinita soledad, por otra parte todo tan posmoderno, un compendio de nuestro inaugurado siglo.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Cualquiera se dejaría morder con vampiros como esos... Oye, tienes que decir a Vicente Álvarez Areces que te llame haya la reunión que pretende realizar con artistas asturianos, directores de instituciones... para discutir ideas para afianzar el desarrollo cultural de Asturias. Sé que no tienes mucho tiempo, que trabajas mucho, pero una escapadita a Asturias de cuando en vez no estaría mal. Te necesitamos. Puedes venir con Miguel Munárriz como delegado adjunto. ¿No?

Un abrazo.

Unknown dijo...

Me ha recordado un poema de José Luis Piquero del caul copio un fragmento como petit hommage sin violar derechos de autor:

DON JUAN EN EL JARDÍN

La mitad de las chicas con las que me he acostado eran/
lesbianas./
He querido a mujeres con los que días antes no me hu-/
biera atrevido ni a soñar./
No sé, les atraía/
mi aspecto de vampiro que bebe la sangre entre sus/
piernas,/
de adolescente enfermo que mira fijamente,/
tiene oscuras costumbres y el pulso tembloroso (...)

Fernando Alcalá dijo...

A mí, menos los de Anne Rice, me gustan todos (bueno, la primera de Lestat y compañía me gustó. Me la leí a escondidas en el baño porque mis padres no me dejaban hacerlo). Todavía recuerdo leer a Carmilla y que me entraran los calores. Y Dracula sigue siendo la primera novela "seria" que leí, así que de alguna manera también me abrieron a mí las puertas a la otra vida. Solo que con menos placeres... carnales. Que de esos ya me los busco yo ;)