El contador de cuentos

| miércoles, 6 de mayo de 2009 | 12:48


Un servidor sostiene que la novela es el Tour y los cuentos son las clásicas. En esto yo disiento del recientemente fallecido Antonio Pereira, que afirmaba que era un desvarío laborioso y empobrecedor escribir en 500 páginas una historia cuya perfecta exposición oral puede hacerse en pocos minutos. En fin, cada uno somos dueños de una opinión diferente como dueños somos de un culo distinto, aunque yo no las tenga todas conmigo acerca de que este tipo de aserciones no encubra una incapacidad para escribir esas 500 páginas y de paso hacer de la necesidad virtud. Ahora bien, en lo que estoy perfectamente de acuerdo es en que este señor sabía contar. Si la primera célula surgió hace 4.000 millones de años, y en otros 350 millones se ha colonizado el planeta, y luego hace 6.000 años surgió la agricultura y los asentamientos humanos y toda nuestra tecnología, la necesidad de contar historias nos ha acompañado en ese fantástico recorrido como raza. Esa necesidad de ficción sigue tan vigente hoy en día como en nuestro primer segundo de pensamiento abstracto, porque no hay pueblo ni comunidad sin un cuento que les haga existir simbólicamente, una fábula, una crónica, una reseña, una memoria, una balada, una hablilla, una epopeya, una confesión. Ahora lo llaman 'storytelling', pero ha existido siempre: esa creación de un universo narrativo para crear receptividad y un clima emocional adecuado para vender lo que sea.


No voy a hablarles del currículo del señor Pereira porque lo pueden encontrar en Wikipedia, sino de su capacidad suasoria, que apuntaba a lo que apunta todo género literario: a hacernos más llevadero este valle de lágrimas. Brevedad, intensidad, trascendencia, esa era su santísima trinidad a la hora de ponerse al tajo, y con su punto de mira se llevaba por delante todo lo que tiene que llevarse por delante la literatura: la ideología, lo pretencioso, la metafísica, el tedio, la falta de empatía, el dolor. El ovillo de sus cuentos iba desenredándose poco a poco a base de una mezcla de ambigüedad, frases elípticas, giros populares y un erotismo vaporoso, todo para que en ese cuarto de juegos que es la literatura sonara su voz. Sí, su voz, porque Antonio Pereira escribía como hablaba, porque lo que él deseaba era que se escuchasen más que se leyesen sus historias en esa tradición del filandón, una reunión alrededor de una mesa o de un fuego, generalmente después de cenar, para recrear historias de la tradición popular o inventar las propias sobre la marcha. En realidad, el señor Pereira sólo actualizaba esa figura recurrente durante siglos, ese individuo que extiende su alfombra en un rincón del zoco y espera a que los espectadores tomen asiento a su alrededor y depositen unas cuantas monedas, para empezar a narrarnos aquel relato de alguien que le preguntó a un maestro sufí que bebía vino si el Islam prohibía o no el alcohol, y el maestro sufí le contestó: todo depende de la grandeza de tu fe, si viertes un vaso de vino en un barreño el agua cambiará de color, pero si viertes el mismo vaso en el mar, el mar no cambiará de aspecto, ¿me comprendes? Vaya, pues por lo visto yo también acabo de contagiarme de esas mil y una noches que practicaba Antonio Pereira, y si les soy sincero, como él, tampoco puedo escribir con una puerta abierta a mis espaldas porque sabe Dios lo que puede entrar por ella. Um...esto podría ser el principio de otro cuento, ¿no?... Qué les parece si...

2 comentarios:

LBO2 dijo...

Pues que ná, que como inculta que soy, a pesar de que he intentado lo contrario, no he leído ná de este señor. Pereira, Pereira,....me viene a la cabeza el delicioso libro que tuve que leer para un examen oral de italiano: “Sostiene Pereira” de Antonio Tabucchi; maravilloso, y la película, dirigida por Roberto Faenza y protagonizada por un magistral Marcello Mastroianni, también la vimos en versión original en clase, y constituye uno de esos tándem, a mi juicio, de buena relación película-libro, porque por norma general la película suele ser peor.....Que no te pase Ignacio y si te pasa, pues creo que uno no se puede poner tan radical como el último y merecido premio Cervantes, de las películas que se han hecho de algunas de sus obras....Uuuuuuuy lo que ha dicho!. Bueno, es sincero.

Me recomendó encarecidamente la lectura de Antonio Pereira (que es cazurro) y de José María Merino (nacido coruñés, pero cazurro de familia) un cazurro violinista-contable, con el que he intercambiado palabras (no fluidos) y que presume de muchas cosas (puede hacerlo), entre otras de ser íntimo amigo del que ocupa ahora el sillón M de la Academia, por igualdad de la inicial de su apellido, no sé. El polifacético violinista asiste a Congresos de Literatura (hay gente que tiene tiempo pa tó; sobre todo los solteros y solos en la vida). El caso es que como sabrás Merino es también experto en cuentos y microrrelatos, a los que el violinista es muy aficionado, a pesar de lo largo que es. Bueno, y al instrumento breve que ha elegido, que como algunas mujeres, mejora con los años. Los violines, cuanto más viejos, mejor, y mejor usados, y mejor si son Stradivarius, no corrientes y molientes.......Según él. Yo, soy pianista. He leído algún microrrelato y la verdad, alguno lo he entendido pero algún otro, me he quedado con cara de tonta, ¿de lo que soy?, por ser incapaz de entenderlo. Tan breve, tan breve, que no me explica nada y que no entiendo nada....Yo, sorry, pero no lo disfruto. Me pasa igual con la poesía, aunque no es lo mismo, claro. Las hay bellísimas, pero las disfruto si no me cuesta demasiado entenderlas, porque sino, me quedo con cara de pez. Necesito entender fácilmente lo que leo para disfrutar. Y si mi corto intelecto no me lo permite, pues paso..... La de Rilke, en edición bilingüe por favor, porque encima de poesía, en alemán, tela marinera para lograr entenderla....

No sé. Yo creo que esto de la defensa de la brevedad por la brevedad, no siempre tiene sentido. Y no es tan difícil. Yo creo que quien puede escribir una buena novela, puede escribir un buen relato corto, un cuento. Incluso parece que lo primero es la progresión de lo segundo. Aunque algunos lo hayan hecho al revés en su literatura. Los que dirigen cine empiezan por cortos, y luego la peli, ¿no?. Pasar de una cosa a otra, no es igual de fácil según el sentido. Los buenos actores de comedia casi siempre son capaces de hacer drama; al revés, no siempre se da la posibilidad. Porque los hay que carecen de talento para lo más difícil: hacer reír, entretener....

Lo bueno si breve, dos veces bueno. No sé. Ya lo dice Rémora, que me pone banderillas de vez en cuando. Y otros, con menos gracia que él. Eso mismo debió de pensar mi marido cuando me pidió que me casara con él. Que lo bueno (según él), mejor breve. ¿Porqué iba a decidir acostarse el resto de sus días con una mujer físicamente tan breve después de haberse beneficiado a modelos de alta costura?.

Yo, justo lo contrario. Prefiero la novela, al relato corto, al cuento, al microrrelato e incluso al poema. Yo no soy escritora pero si lo fuera, creo que preferiría ese género porque me gusta alargarme, porque escribiría como hablo, dando explicaciones adicionales, ejemplos, vueltas a las cosas, puntos de vista contrarios incluso antes de que me los plantee el interlocutor.... Aunque he tratado siempre de aprender a escuchar, porque sino la conversación se hace imposible. No obstante, sé resumir y puedo ser cortante y breve si me lo propongo, aunque no me supone ningún placer.

Bueno, tal vez un día me ponga con Pereira y Merino y sus cuentos y relatos cortos, dadas las recomendaciones por partida doble, pero con el escaso tiempo para todo prefiero las novelas que me gustan más. Las buenas, claro. Las que nunca voy a escribir, pero que caso de escribirla lo haría como mis artículos, a puerta cerrada y con fondo musical del bueno y compatible con la escritura. Dependerá de gustos, claro.

Para los amantes de la poesía y de lo breve, una versión particular de un conocido poema (“La cuerda y la cicatriz”). Y otra que me mandó hace años un “picaplietos” con los que compartimos cafetería los de números, y que como no sabía cómo abordarme, decidió dejarme un poema en el casillero (“Memorandum para un sueño”). El primero de unos cuantos que me había escrito, según me dijo. ¡¡Vaya por Dios que fui tan cortante, tajante y bestia!!. Lo siento, pero nunca me ha gustado perder el tiempo, ni hacérselo perder a los demás.....Pero ahora que lo pienso, si le hubiese dado un poco más de cuerda, yo tendría más poemas y él más cicatrices, ji, ji, ji......Como además soy bastante ignorante en poesía, no sé si el poema es original, si es bueno, si es cursi, si es un plagio (me lo digan, please).....ni idea. Me gustó y lo guardé. En homenaje al poeta-leguleyo que comparte apellido con uno de cuyo nombre no me quiero acordar, pero que algunos se empeñan en recordarnos todos los días, ahí lo dejo. Que lo publique, si lo desea, el dueño del blog. Como guste.

Yo soy breve. Pero lo bueno, lo realmente bueno en la vida, no necesariamente ha de ser breve. Depende, a veces está muy bien, según el tiempo que se tenga, otras no, ......depende.....

Corto, que tengo que mandar una cosa a la Fundación de Cajas de Ahorro.......no breve. Of course. 35 folios.

Fdo: Una cuentista.

P.D.: Para La Polu....Muchas gracias. Yo también soy mujer y ando por Asturias pero no soy tan interesante como tú, ni me atrevo a “Deshojar a Poluta”. ¡¡Enhorabuena a ti, sobre todo!!.


LA CUERDA Y LA CICATRIZ

La cuerda cortada, incluso la del ahorcado,
puede volver a anudarse, y volverá a aguantar;
pero está cortada, ya nunca será igual.

Quizás vuelvas a encontrar a esa persona
en el mismo lugar en el que la abandonaste;
pero nada será lo mismo, ya nada será igual.

La lluvia nunca cae hacia arriba,
el agua pasada no regresa jamás;
el pasado y el presente nunca será igual.

Cuando la herida ya no duele,
cuando apenas se recuerda el dolor,
nos duele la cicatriz, pero el dolor no es igual.


MEMORANDUM PARA UN SUEÑO

Si supiera yo tu nombre.......
Si pudiera llamarte, o saludarte sencillamente
con una inclinación de cabeza.
Si en mis sueños fueras más que una silueta
de pupilas tiernas y sonrisa alada.
Si pudiera hablar dormido y decir tu nombre,
y soñar despierto y juguetear con tu pelo.

Si pudiera invocar la musa de tu imagen y a mí viniera
volando, una mariposa.
Si pudiera despertar y ver tu nombre envuelto
entre mis sábanas.
Si pudiera mirar a tus ojos sin sentir que mi cuerpo se
estremece, entonces quizás,
pudiera decirte todas estas cosas sin que la voz me
temblara......y, quizás entonces,
no las escribiría.......
Pero no puedo.......Tu belleza me obnubila.

LBO2 dijo...

He leído a primera hora de la mañana que José María Merino, que ha escrito novelas, además de cuentos y relatos cortos, de nuevo se ha decantado por la novela (porque puede hacerlo) y publica ahora “La sima” (Seix Barral), una obra sobre la “costumbre española de matarnos de vez en cuando”. Aunque la novela plantea un debate sobre la eterna confrontación española, el autor no quiere que se considere una obra sobre la Guerra Civil, sino una novela de ideas, de amor, de reflexión y también histórica. El protagonista no se atreve a exponer en la tesis doctoral que está haciendo la teoría de que los españoles tenemos la fea costumbre de matarnos de vez en cuando.....Mala cosa entonces para una tesis, creo yo. Si estás con una y ni tú te atreves a exponer tu teoría, es porque no te la crees ni tú, y si no te la crees tú y la demuestras en el empírico de la tesis (bueno, según qué tesis), a ver quién se la va a creer y publicar. A la tesis hay que echarle lo que decía el chiste de las tres Bs, como al toro: “Balor, Boluntad y Buevos”. Si no eres valiente, retírate como doctorando, o mejor dicho, te quedarás en el gerundio de “doctorando” y no pasarás al otro lado de la barrera, ergo DOCTOR.

Según el autor de “El oro de los sueños”, “La orilla oscura” y “Las lágrimas del sol” la ficción no es verdad ni mentira, es la tercera vía: una manera única de ordenar e intentar entender la realidad. Una búsqueda de reflexión.....

Me parece una prometedora novela que me apetece mucho leer, a pesar de que algún microrrelato suyo me haya dado un pelín de migraña. Sobre todo me apetece leerla por el noble propósito que pretende el autor: PEDIR QUE LOS ESPAÑOLES NOS LLEVEMOS MEJOR. ¡¡Qué bonitoooooooooo!!. Sostiene que debemos entender que el advesario ideológico no es por ello un enemigo natural. La novela quiere concordia sin tener que renunciar a nuestra idelogía. ¡¡Pues claro, Merino!!. Si eso ya lo llevo yo pensando toda la vida, que me salen enemigos sin saber porqué y sin tener ganas de pelea. Hasta en los blogs, me salen y en las espichas, y .....¿Tendré pinta yo de chica del “Régimen”?.

Me gusta además de la entrevista que le hacen, la modestia con que declara al periodista que aunque comenzó con la poesía, tuvo que dejarlo porque “ella le dejó tirado. No quiere nada conmigo. Me ha dejado.....qué le vamos a hacer. Al menos es un buen tema para un tango, ¿no?”. Bonito baile el tango, pero sólo para bailarlo con un señor. Yo, siempre me huelo quién lo es o no. Pocos talentos me ha dado Dios, breves, tanto como yo, pero procuro apañarme con ellos. No me quejo.

¡Uy!. Se me acumula la tarea con las novelas. A ver, a ver......¿qué novela leeré yo primero?. La del Académico Merino, recién salida, o la que está a punto de salir, de cuyo título, el señor del Valle no nos ha informado aún?.

¡¡Cuánto trabajo de lectura, Señor!!. Cuánto trabajo tengo y encima tengo pinta de estar ociosa, ¿verdad?.

Pues no. Las “cosas” no siempre son lo que parecen.

Me voy a dar un Speech en breve.
Ciao.