427 PÁGINAS. TRES AÑOS DE TRABAJO. LOS ÚLTIMOS QUINCE DÍAS DE BERLÍN. LA CONJURA STAUFFENBERG. EL PROYECTO MEGALOMANÍACO DE GERMANIA. EL PROGRAMA ATÓMICO ALEMÁN. LA MISTERIOSA SOCIEDAD THULE. EL VÉRTIGO DE LOS DOS ÚLTIMOS AÑOS DE LA DERROTA ALEMANA. LA SALVAJE DEFENSA DE BERLÍN POR LAS SS. LAS ATROCIDADES SOVIÉTICAS. EL NIHILISMO NACIONALSOCIALISTA...
EL FINAL DE LA TRILOGÍA. ARTURO ANDRADE HA VUELTO...
MI NUEVA NOVELA ESTÁ YA A LA VENTA. PERO EN EXCLUSIVA PARA LOS LECTORES DE EL MARFIL DE LA TORRE, BASTARA CON PONER UN COMENTARIO O ESCRIBIR A IGNACIO@IGNACIODELVALLE.ES PARA ENTRAR EN EL SORTEO DE DOS EJEMPLARES FIRMADOS. MUCHAS GRACIAS POR VUESTRA FIDELIDAD.
PRIMER CAPÍTULO:
Aquí estamos de nuevo. Ayer, contra todo pronóstico -fútbol y tal- hubo bastante gente en la sala, por eso mi agradecimiento a quienes vinieron, y además el ambiente resultó fantástico, nos lo pasamos bien. Hoy, última jornada, con la presentación a las 7.30 de LOS DEMONIOS DE BERLÍN, y una mesa sobre el futuro de la novela negra de las que pueden dar mucha cuerda. Amelia Castilla, Manuel García Rubio, Julio Rodríguez, Pedro de Paz y un servidor. Clausura a cargo de Andrés Sorel y Miguel Munárriz. Les esperamos.
Y mañana, una sorpresa para todos los lectores que han sido fieles a EL MARFIL DE LA TORRE. Sólo para sus ojos.
Ayer empezamos con buen pie, y hoy vamos a por todas. Fernando Martínez Laínez da una lección magistral sobre la novela negra en Europa, y después presentaré una mesa sobre literatura y criminología con Manuel de Juan Espinosa, catedrático de psicología, Ricardo Sánchez, investigador policial, y el maestro Raúl Guerra Garrido. De momento cumplir 38 no duele, a ver mañana.
Pdata: mis condolencias por la futura victoria del Manchester.
Pdata postpartido: en fin, había que hacer guerra psicológica... Volveremos.
Primera jornada Madrid serie negra -y mi cumple-
De IGNACIO DEL VALLE | martes, 26 de mayo de 2009 | 11:41Bueno, aquí tenemos la primera mesa con primeras espadas como Andrés Sorel, Miguel Munárriz, Juan Madrid, Joaquín Leguina, David Torres, Antonio Gómez Rufo... Será a las ocho. Lo pasarán bien.
Y hoy es mi cumpleaños. En fin. Cronológicamente tengo 38, biológicamente es probable que alguno menos, y mentalmente estoy entre los 12 y los 18, aunque los días malos -o buenos- no llego a los diez años. Next year seguro seguro que quito la fecha de la solapa de mis libros, y ya tengo localizado un centro de regeneración total. Mi objetivo son los 126 pudiendo beber vino y hacer alguna que otra guarrerita española. Ahí vamos.
Mater. Sólo tú eres capaz de recitar esos encantamientos que calman instantáneamente a cualquier bebé. En tus brazos nos jugamos la vida en cada contorsión y tú, con un gesto automático, primitivo, nos salvas en cada ocasión.
Mater. Salimos del mar, empapados y tiritando, con la luz del sol brillando en cada gota sobre nuestro cuerpo, y tú te acercas de inmediato para frotarnos con vigor y enrollarnos la toalla mientras nos cambiamos y darnos luego el bocadillo de 'Nocilla'.
Mater. Tú sabes realmente lo que es la responsabilidad conmovedora, maravillosa e inabarcable de mantener el bienestar de otro ser humano.
Fuera de ti hemos crecido menos, arrastramos el dolor de la alteridad autónoma, y nuestro deseo compulsivo de recuperar el paraíso perdido, la inagotable fuente de placer y seguridad que fuiste, las ansias edípicas de nuestro bebé interior que exige tu dedicación constante y exclusiva no nos abandonarán jamás.
Mater. Cuando pródigos volvemos a casa, siempre nos provocas una oleada de ternura simple e inconsciente, es agradable volver a verte, fácil, incluso con todos sus inconvenientes. Adoramos el runrún de tus consejos y tus advertencias que no nos molestamos en escuchar pero que nos apaciguan.
Mater. Grande y desconocida, que poco a poco iniciarás el proceso de alejarte de todo, sintiendo cada vez menos, haciéndote más menuda, oliendo a leche hervida, con menos pelo y menos caricias, pero que siempre, antes de desaparecer, nos pondrás el abrigo, a tus hijos de sesenta años ya, para protegernos contra la gelidez del mundo.
Mater. Tu nombre es lo que más se escucha en los campos de batalla. Lo que más se pronuncia en los momentos finales.
Mater. Que llenas nuestras neveras y nuestros corazones, que nos haces tortillas de patatas y albóndigas de pollo, y nos lavas y nos reprendes y nos acunas y nos aturdes y nos gritas y nos amas, más que a nada en el mundo, más que a ti misma, más que a Dios, y que por eso te condenarás.
Mater. Qué sería de nosotros, sin ti.
El señor Antonio Gómez Rufo y un servidor hemos organizado las I Jornadas de MADRID SERIE NEGRA. Estos encuentros tienen vocación de perdurabilidad, y por supuesto no hubieran sido posible sin la colaboración y patrocinio de todas las entidades que nos acompañan en el cartel.
Al hilo de los encuentros haremos la puesta de largo de LOS DEMONIOS DE BERLÍN, mi nueva novela editada por Alfaguara -en las librerías a partir del 3 de junio-. Están invitados.
Los proyectos continúan...
Un artista maldito, de culto o secreto, únicamente es un artista que desea con toda su fuerza ser bendito, notorio y multitudinario, es decir, desea el éxito como todo hijo de vecino, y que le admiren y que le reconozcan y todo lo que es humano. Esto es loable y no reprochable. Otra cosa es que mientras se halla en el lado de la sombra se cree una imagen de marca para venderse en el mercado hasta que suene la flauta y si suena, lo ideal es mantener luego ese aura maldita y de auténtico aunque tu cuenta corriente parezca un decimal de Pi. Ya digo, esto es normal, lo único que subrayo es que tienes que ser consciente del asunto, porque el negocio trata del engaño, no del autoengaño.
Antonio Vega seguramente estaba harto de que le encasillaran con el adjetivo de maldito y frágil y que cada vez que miraba no veía las calles de Madrid, sino que 'contemplaba el paraíso'. Antonio tuvo la mala o buena suerte de encontrarse en el batiente de la movida donde todo era ruido y furia y la muerte andaba disfrazada de papelina contando el cuento de que para ser creativo hay que vivir una temporada en el infierno. Este cuento se lo creyeron Sid Vicious, Jim Morrison, Charlie Parker, Keith Moon, Brian Jones, Kurt Kobain... y, últimamente, vimos a la fantástica Whitney Houston destrozada en todos los sentidos, o a Amy Winehouse, que parece que quiere coger el testigo. Que el desorden acompañe al talento sólo quiere decir que a veces éste es tan poderoso que sobrevive a ese desorden, así que imagínense lo que hubieran podido dar sí se hubieran atado al trinquete y se hubieran tapado los oídos con cera. No obstante, ni todos los genios sobreviven, ni todos los que sobreviven son genios, si entienden lo que quiero decir.
Seguro que Antonio Vega quería ser feliz y no cabalgar ese caballo que te susurra al oído que más allá del arco iris hay un mundo sin dolor y que, al igual que el hada verde de la absenta, después del primer vaso uno ve las cosas como le gustaría que fuesen, después del segundo se ven las cosas que no existen, y finalmente uno acaba viendo las cosas tal como son, y eso es lo más horrible, como decía Wilde. En general, todas las drogas deberían servir para pasarlo bien, no para demolerte, y menos para que los malotes o los adolescentes del arte defiendan que ellas te escriben las canciones.
Se ha ido un pedazo de compositor, al que yo recuerdo muy hecho polvo cantando 'El sitio de mi recreo' con Miguel Bosé, cuando éste sacó 'Papito' en un especial de la 'tele'. Bosé acabó llorando. Yo casi. Sentí un nudo en la garganta -el mismo que sintió el gran Miguel cuando se iban turnando las voces en una especie de oasis mágico-, debido a partes iguales a la belleza del momento, como a ser testigo de aquel ser cansado, condenado irremisiblemente, que ya sólo podía contemplar una vida por la que era incapaz de pelear. Descanse, de una vez, en paz.
FIESTAS DE SAN ISIDRO LABRADOR. VIVA MADRID -aunque pierda, ya ganará-.
Pdata: Florentino, te queremos -y a tus 300 millones-.
Para quienes les guste la arquitectura, a mí el nuevo edificio de la ópera de Oslo me tiene loco. Igual que el último ganador del Pritzker, Peter Zumthor, pero eso ya es un bocatto di cardinale. Enjoy it.
The Oslo Opera House (in Norwegian, Operahuset) is locate in Bjørvika, in the center of Oslo, at the head of the Oslofjord.
The architects were the Norwegian firm Snøhetta who were also the architects of the Bibliotheca Alexandrina (the Library of Alexandria) in Egypt.
The Opera House was finished in 2007 and won the culture award at the World Architecture Festival in Barcelona in October 2008.Oslo, Norway, February 2009.
Cuenta Gilles Jacob que en 1994 viajó a Los Ángeles para pedirle al viejo Clint que presidiese el jurado del festival de Cannes. Tenía reservada una mesa en el Four Seasons para almorzar, y cuando Eastwood entró en el comedor con el paso lento y suave de una gran fiera en movimiento, dijo en seguida que estaba de acuerdo. Luego pidió una hamburguesa y una copa de vino tinto. A continuación la tierra se puso a temblar. 5.9 en la escala Richter. Lo normal tratándose de Los Ángeles, pero mientras el terror se apoderaba de todo el comedor, rememora Jacob, Clint ni se inmutó. Jacob recuerda que estaba muerto de miedo y pensando que por lo menos morir con Eastwood le llevaría a la posteridad. Cuanto el terremoto acabó, 37 segundos después, Clint chasqueó los dedos y dijo: ¡camarero, la cuenta!
Las listas. Hay mucho que cortar en el tema. Hay muchos tipos de listas. Hay listas benignas, como la de la compra. O listas salvíficas, como la Schindler, porque está claro que si no te hallabas en su lista estabas jodido. En una de las últimas películas de Hugh Jackman, que también se titulaba La Lista, si te apuntaban en ella follabas por la cara con una desconocida que estaba buenísima y en un hotel de lujo. No es mala lista, no. También está el Index Librorum Prohibitorum, la lista que hace la iglesia de libros prohibidos, que es una especie de Guía Michelín sobre lo que es interesante comprar para tipos como yo. Y la misma Guía Michelín, que la hacen los franceses y que por eso debe ser que les dan más estrellas a sus compatriotas. Digo yo. ¿O será porque son mejores cocineros? En fin, no sé. Se me ocurre a su vez la lista de la fiesta de Mecano, sí, esa de en tu fiesta me colé, Coca-Cola para todos y algo de comer. Ahora bien, si no estás en lista ni niñas monas ni nada, como en la puerta de las discotecas, que te vas a la puta calle. Um… listas. Haberlas haylas. Negras, blancas y supongo que de colores. Y a veces tienen mucho peligro, porque si te meten en una lista te sacan de otra, hay que tener cuidado con las listas que elaboras. Hay algunas como por ejemplo las de Harold Bloom, que si no te mete en ellas parece ser que no cuentas en la historia de la literatura. Aunque no sea más que una opinión, claro. Y las listas musicales, que otro tanto de lo mismo. Listas, listas, recuerdo que a mí en los Dominicos me pasaban lista para ver si no había hecho novillos, pero eso es otro cantar. Lo que resulta axiomático es que muchas de las listas se hacen no para que la gente incluida sepa que está en ella, sino para hacer evidente quién no está ni va a estar. Sí, aquello de Don Sabino Fernández Campo de ni está ni se le espera. La mayoría vienen precedidas de años de ninguneo y una acumulación geológica de capas de rencor contra los caciquillos que antes hicieron las listas –y creo yo que contra el mundo en general-, y cuando llega el momento de tener la sartén por el mango, en vez de evitar las mismas uno se dedica a pergeñar la suya propia e intentar ser el gallo del gallinero y repartir prebendas y disfrutar de una corte de palmeros. Esta escena está bien retratada en Viva Zapata, de Elia Kazan, cuando Brando, tras llegar al poder, termina por imitar los tics de Porfirio Díaz. La cosa es que Emiliano se dio cuenta a tiempo y lo dejó estar. Aunque eso es mucho pedir hoy en día. Nihil novum sub solem, siempre habrá una larga cola de aspirantes a caciquillos. Listas, listas… um… ¿y usted? ¿Está en lista? Sí, no se haga el listo, ¿está o no está?
Un servidor sostiene que la novela es el Tour y los cuentos son las clásicas. En esto yo disiento del recientemente fallecido Antonio Pereira, que afirmaba que era un desvarío laborioso y empobrecedor escribir en 500 páginas una historia cuya perfecta exposición oral puede hacerse en pocos minutos. En fin, cada uno somos dueños de una opinión diferente como dueños somos de un culo distinto, aunque yo no las tenga todas conmigo acerca de que este tipo de aserciones no encubra una incapacidad para escribir esas 500 páginas y de paso hacer de la necesidad virtud. Ahora bien, en lo que estoy perfectamente de acuerdo es en que este señor sabía contar. Si la primera célula surgió hace 4.000 millones de años, y en otros 350 millones se ha colonizado el planeta, y luego hace 6.000 años surgió la agricultura y los asentamientos humanos y toda nuestra tecnología, la necesidad de contar historias nos ha acompañado en ese fantástico recorrido como raza. Esa necesidad de ficción sigue tan vigente hoy en día como en nuestro primer segundo de pensamiento abstracto, porque no hay pueblo ni comunidad sin un cuento que les haga existir simbólicamente, una fábula, una crónica, una reseña, una memoria, una balada, una hablilla, una epopeya, una confesión. Ahora lo llaman 'storytelling', pero ha existido siempre: esa creación de un universo narrativo para crear receptividad y un clima emocional adecuado para vender lo que sea.
No voy a hablarles del currículo del señor Pereira porque lo pueden encontrar en Wikipedia, sino de su capacidad suasoria, que apuntaba a lo que apunta todo género literario: a hacernos más llevadero este valle de lágrimas. Brevedad, intensidad, trascendencia, esa era su santísima trinidad a la hora de ponerse al tajo, y con su punto de mira se llevaba por delante todo lo que tiene que llevarse por delante la literatura: la ideología, lo pretencioso, la metafísica, el tedio, la falta de empatía, el dolor. El ovillo de sus cuentos iba desenredándose poco a poco a base de una mezcla de ambigüedad, frases elípticas, giros populares y un erotismo vaporoso, todo para que en ese cuarto de juegos que es la literatura sonara su voz. Sí, su voz, porque Antonio Pereira escribía como hablaba, porque lo que él deseaba era que se escuchasen más que se leyesen sus historias en esa tradición del filandón, una reunión alrededor de una mesa o de un fuego, generalmente después de cenar, para recrear historias de la tradición popular o inventar las propias sobre la marcha. En realidad, el señor Pereira sólo actualizaba esa figura recurrente durante siglos, ese individuo que extiende su alfombra en un rincón del zoco y espera a que los espectadores tomen asiento a su alrededor y depositen unas cuantas monedas, para empezar a narrarnos aquel relato de alguien que le preguntó a un maestro sufí que bebía vino si el Islam prohibía o no el alcohol, y el maestro sufí le contestó: todo depende de la grandeza de tu fe, si viertes un vaso de vino en un barreño el agua cambiará de color, pero si viertes el mismo vaso en el mar, el mar no cambiará de aspecto, ¿me comprendes? Vaya, pues por lo visto yo también acabo de contagiarme de esas mil y una noches que practicaba Antonio Pereira, y si les soy sincero, como él, tampoco puedo escribir con una puerta abierta a mis espaldas porque sabe Dios lo que puede entrar por ella. Um...esto podría ser el principio de otro cuento, ¿no?... Qué les parece si...
FALTA MENOS DE UN MES PARA MI NUEVA NOVELA. EDITA ALFAGUARA. ME HE TOMADO MI TIEMPO, PERO CREO QUE ES LO MEJOR QUE HE ESCRITO NUNCA -VALGA EL CLICHÉ-. Y COMO DECÍA UN AMIGO DEL OFICIO: ESO SE SABE.
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