| martes, 8 de julio de 2008 | 15:28


LOS ESTADOS UNIDOS HISPANOS
Parece mentira que haya gente que haga esas burradas en el País Vasco y Cataluña con tal de excluir o amenazar al español en sus respectivas zonas de influencia. Yo me sumo al famoso manifiesto por la lengua común porque el español, esa lengua de maravillosa complejidad en la que hablo, escribo y pienso, no puede ser asaeteada como un San Jerónimo cualquiera en su cuna cuando en el resto del mundo no para de crecer y, concretamente, en los Estados Unidos, de donde acabo de regresar y donde todo el mundo puede constatar que el país acabará siendo bilingüe. Cuando estuve con Eduardo Lago en el hermosísimo Cervantes abierto en Nueva York, no dejamos de hablar sobre la extraordinaria impresión que me causó comprobar que, a poco que te lo propongas, puedes vivir en esa ciudad sin saber una gota de inglés. En cada esquina, en cada cruce de peatones, en cada establecimiento Cervantes jugaba de tú a tú con Shakespeare y éste ya no se atrevía a dejarle las blancas. A este propósito, el señor Lago me fotocopió un artículo que había escrito titulado Los Estados Unidos Hispanos. En él se detallaba que a fecha 1 de julio de 2006 había 44,3 millones de hispanos en el país, sin contar los 3,9 millones de portorriqueños que viven en el estado libre asociado. Que el 1 de julio de 2050 habría 102,6 millones de hispanos debido a que su tasa de natalidad era cuatro veces superior a la media nacional. Que Estados Unidos es el quinto país del mundo en cuanto a número de hispanohablantes y que en breve será el segundo, después de México. Que independientemente del grado de dominio de los latinos en la escala bilingüe, se está produciendo un claro reforzamiento del lado español, y que se ha incrementado la resistencia a renunciar a la lengua española y a la cultura de que es vehículo en contraposición a la anglosajona, tanto entre los ya instalados como en los recién llegados. Que la demanda de español entre los estadounidenses es muy superior a la de otras lenguas extranjeras, y que parte de ella se debe a la acuciante necesidad de amplios sectores de la sociedad de comunicarse con el ingente número de hispanos que todavía no habla inglés. Que continuamente surgen nuevos medios de comunicación y expresión cultural en español, hasta el punto de que el aumento de emisoras de televisión es de un 70%. ¿Hacen falta más ques?
Trescientos años atrás, Gibbon, en su deslumbrante historia de la decadencia y caída del imperio romano, hablaba del latín como vehículo de unión del imperio, del interés de los romanos de que su idioma fuera a la par que sus legiones. Yo no hablo aquí de imperios españoles, sino de cierta visión del mundo, de determinada homogeneidad en la diversidad que nos facilita la vida a todos. Esto, que resulta tan obvio, se ha convertido en un carnívoro dinosaurio para ciertas minorías nacionalistas intransigentes, y las pobres están empeñadas en derribarlo con tirachinas...