VOLUTAS DE HUMO
Sé que soy el menos indicado para escribir esto, porque no fumo, y porque soy consciente de lo perniciosa que es la nicotina, tanto que podría ser declarada sin problemas el enemigo público número uno: tumores malignos, problemas vasculares, dientes carcomidos, pulmones alquitranados, envejecimiento prematuro, problemas de fertilidad... Un lento y doloroso suicidio, la crónica de una muerte más que anunciada. No obstante, detrás de esta esquela hay demasiados años de caladas clásicas que han impresionado mi retina, demasiados William Holden, demasiadas Bacall, Bette Davis, James Dean y Audrey Hepburn. Pero sobre todo demasiado Bogart, siempre Humphrey, con un par de copas por delante de todo el mundo, y cuyo gesto de encender el pitillo y envolverse en una cortina de humo, identificaba falsamente con que todas las mujeres se nos iban a insinuar y todos los hombres iban a echar mano a sus pistolas. Un vicio que, curiosamente, tiene mucho que ver con ese tenaz y universal empeño que tenemos los seres humanos de cantar, pintar, contar historias, inventarnos religiones... una sensibilidad innata cuyo ejercicio activa en el cerebro los mismos centros de placer que se encienden cuando se hace el amor, se come chocolate, se toma cocaína o, efectivamente, se aspira el humo de un cigarrillo. La paradoja consiste en que los científicos han demostrado que el cuerpo posee receptores especiales tanto para la nicotina como para los derivados del opio. Células microscópicas, casi invisibles, que tienen formas muy complicadas, que parece como si estuviesen concebidas para que en ellas encajen exactamente las moléculas de la nicotina, que también son complejísimas. Es decir, estas existían mucho antes de que fumáramos, por ello la pregunta inmediata que nos surge es: ¿hemos evolucionado hacia ese propósito? Deus ludens, dirá alguno, algún dios juguetón, un cabroncete divino que se entretiene inventando los vicios y luego nos coloca células que nos impiden resistirnos a ellos. Estoy seguro de que Bogart sonreiría con ironía y brindaría por la idea con una profunda y aromática calada. Siempre nos quedará Marlboro, Ilsa.
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2 comentarios:
EL HUMO DE PRAVIA
Señor Del Valle, se le echó de menos en las Jornadas de Literatura de Pravia. Espero que no fuera debido a nigún suceso indeseado. Dos días muy agradables, pese a la gripe. Eso sí, fumé igual. Hay que ver qué curioso lo de las células esas de la nicotina. Afortunadamente, ya estamos mejor. La lluvia ha regresado como rezaba el programa de las Jornadas. Mucha suerte en tu trabajo, a ver cuándo podemos volver a leer otra novela tuya.
Pero, realmente, fumar es asqueroso, por mucho que nos haya influido el cine, por eso hago propósito de no volver a suicidarme lenta y dolorosamente, y decantarme por la copa ocasional- somos españoles, tampoco vamos a desprendernos de todos nuestros encantadores placeres atávicos-. Si tu blog funciona, lo propondré al Ministerio de Sanidad. Terapia en línea. Abrazos sin humo.
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