A finales del siglo XIX la Kickapoo Indian Medical Company Show se hizo famosa en Estados Unidos con los espectáculos que desplegaban sus charlatanes para vender elixires milagrosos que lo curaban absolutamente todo. Ha llovido desde entonces, pero el lenguaje publicitario que se emplea en las televisiones no es más que la revisión sofisticada de aquellos embaucadores, la depuración, su acrisolamiento. Vaya por delante: a mí me fascina la publicidad, ese arte de la estrategia y la percepción que logra que confundas los objetos de lujo con los necesarios, que tiene meridianamente claro, como decía Marx, que las ideas deben imponerse para que parezcan las correctas. Nostalgia y emoción, esas son las dos cosas que venden, repetía Don Draper en Mad men. Nostalgia y emoción, buena receta, sí señor, a la que habría que añadir posicionamiento. Uno bastante cabroncete es el fenómeno tan norteamericano de colocar las vallas de anuncios de alcohol y cigarrillos en los barrios más deprimidos económicamente, porque la gente pobre que lo pasa mal quiere emborracharse y nicotinarse rápido y barato. Y lo último consiste en integrar los anuncios en los programas sin dejar resquicio para que el espectador pueda escaquearse. Con la crisis, los anunciantes gastan menos y quieren mayor eficacia, o sea, que hay que placar el zapping como sea. ¿Esto qué significa? Que progresivamente la televisión se pone al servicio de la publicidad. Invitados que se zampan en directo un bocadillo de jamón -de tal marca-, paneles con premios suculentos -adornados con tal marca-, anuncio de exclusivas del corazón -con un spot de tal marca de fondo-. En los informativos de la CNN se ha incorporado la revolucionaria propuesta de -asómbrense o espántense-, intercalar las noticias durante el bloque publicitario. Y ya la repanocha es, tecnología mediante, modificar los mensajes que aparecen en la publicidad estática de los estadios comercializando spots diferentes en cada país. Como ven, la publicidad, como el agua, busca siempre el resquicio, el desnivel, el punto débil. Por eso hay que estar atento, porque, como aserta de nuevo Don Draper, el amor sólo es un concepto que hemos inventado para vender medias.
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8 comentarios:
Y seguimos teniendo charlatanes como los de antaño. Es deprimente como, sobre todo en radio, intentan colocárte artículos que producen curaciones poco más que milagrosas. Vease el asunto de las supuestas pulseras milagrosas de silicona equipadas con un misterioso holograma que te pone en forma aunque seas un octogenario a cambio de cuarenta Eurillos, o las máquinas para tratár con magnetoterapia los dolores crónicos y los achaques.
Echo en falta una legislación adecuada sobre publicidad engañosa y delictiva.
Publicidad, que bonita palabra, una amiga mía me decía que los anuncios ponen a las mujeres como una chapuza, decía que tenemos de todo; voy a ahorrar los detalles que ella daba porque es tremenda, pero le sobra razón. Y no digamos si se trata de imagen, mil cremas y productos milagros te quitan veinte años de golpe y diez kilos de peso sin sudar una gota. Deprimente que alguien se lo crea.
Y ni que decir de los telediarios que en medio de sus noticias hacen publicidad encubierta, de pena está la cosa. Creo que la vacuna contra esto es la sensatez y el gobierno debería comenzar a revisar la televisión porque no es normal lo que ponen a determinadas horas. Ya no hablo solo de niños, de verdad que a veces es penoso. Saludos
Creo que la publicidad es una de las mejores maneras de ver la historia.
Antes la publicidad era simple y real, pero llegaba al corazón con lemas y "cancioncillas" que hoy todos recordamos.En la actualidad, la publicidad crea su propia realidad para vender productos, a veces inservibles, pero ahí está la magia de este mundo ,que intenta que la gente se sienta mejor utilizando determinados perfúmenes, pantalones, champús, desodorantes.... la mayoría de las veces por estética.Eso es así, nos guste o no .Cada uno es libre de tomar su decisión a la hora de comprar en el tiempo que nos ha tocado vivir , el del consumismo.Por cierto , cuando era pequeña deseaba que dieran intermedios para ver los anuncios.
Un saludo.
Lo tristísimo de las pulseras con holograma es que las llevan personas que han tenido la suerte de acceder a una educación supuestamente de calidad y ahora no les importa hacer el ridículo al ir por el mundo mostrando que su cultura científica se acerca peligrosamente al CERO PATATERO ;-)
A mí también me resulta muy interesante la publicidad. Hace años llegué a tener una cinta de vídeo de las de VHS (qué tiempos!!) sólo grabada con anuncios que me gustaban jaja...(pensándolo bien ¿qué sería de ella?...)
;)
La publicidad comercial en las noticias o las noticias en la publicidad son asuntillos sin importancia comparado con la, esa sí, contumaz construcción de la realidad, con su creación de necesidades ficticias que se produce desde los propios informativos. Y no solo de necesidades, también de afinidades, de rechazos, de miedos.
En eso de que la nostalgia vende, creo que nadie tiene más nostalgia pero aún así me resisto a creer que tal marca de lo que sea de la felicidad. No me gustan las marcas porque sigo diciendo que no hacen que el nombre haga nada más que eso: ponerle nombre. Eso referido a la ropa y complementos. Y lo sumo a tema comestible u objetos.
Hace un siglo me pedí por reyes un muñeco llorón que anunciaban en la tele, costaba una pasta y mis reyes magos no se lo pudieron permitir, me trajeron uno precioso con un vestido verde que lloraba de vicio.
Y me gustó más. Cuando supe el truco años después más aún.
Todo es relativo, incluso la nostalgia que como dije YO la tengo TODA. Saludos
Como colofón finál, mi definición de la sociedad de consumo.
"Venderle algo completamente inútil a álguien que no lo necesita".
Y la publicidád sabe tocár un resorte del alma humana muy sensible : la vanidád.
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