Dice el escritor Juan Carlos Méndez Guédez que su novela 'Tal vez la lluvia' es la historia de un regreso de los que no somos Ulises: un regreso que no es un cierre, que no es para quedarse. Es una hermosa forma de definirla.
Yo añadiría que es una fábula llena de crueldad, humor, agudeza y melancolía acerca del paso del tiempo, la pérdida de la juventud, y la consiguiente destrucción de lugares y personas. «Los que abandonamos nuestras ciudades, nuestros lugares, tenemos esa misma fantasía. Pensamos que de algún modo el universo que dejamos atrás se queda congelado, y que al volver lo retomaremos en el punto exacto donde se encontraba cuando nos marchamos. pero este regreso me mostraba que quizás los sitios nos guardan rencor, que sólo nos esperan para lanzarnos de golpe todo el olvido, el abandono, el desgaste, los tiempos de ausencia». Cuenta la historia de un venezolano que después de años en España retorna a su país en un breve viaje, anécdota suficiente para que se desaten una gavilla de situaciones a cada cual más absurda, más esperpéntica, más graciosa, más triste, pero sobre todo más inesperada. Méndez Guédez cuenta historias y las cuenta bien, esmerándose en el lenguaje, que debe ser la única convicción moral del escritor, como decía Ezra Pound, porque de esa manera las novelas estarán a salvo del moho del tiempo. Lo hace con paciencia, con sutilidad, con limpieza, siempre con una preocupación por la ingenuidad perdida, por los paraísos que acaban siempre en derrota, invariablemente bajo la sombra rapaz de la bancarrota política que sufre Venezuela, su pobreza, su desesperanza, en una crítica nada velada. Con la misma elegancia y gravedad con que aquel juez de La hoguera de las vanidades encarnado por Morgan Freeman nos exigía a todos Sed decentes, este escritor nos exige a todos bondad, comprensión, incluso amor por unos personajes condenados desde el principio, porque hacerse mayor implica reconocer que hay que convivir con un sentimiento de que siempre nos faltará algo, y nunca sabremos lo que es. En ese sentido, 'Tal vez la lluvia' es una tormenta perfecta, una reivindicación de la vida, sí, de su belleza, pero también una conciencia sobre su incongruencia, su falta de sentido, ese vértigo sin objeto de levantarnos cada día.
EL JUEVES, 25 DE FEBRERO, A LAS 19.30. SERÁ EN EL AULA MAGNA DE LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO. TRES NOVELISTAS, NACHO GUIRADO, DIEGO MEDRANO Y YO MISMO HABLAREMOS DE COSAS QUE NOS IMPORTAN. LES ESPERAMOS.
El desalentador rifirrafe de la vida política, la sensación de que nadie dice una verdad ni aunque le maten. La mentira estridente, difícilmente soportable ya, la mentira sin pudor, la mentira que no importa. Los falsarios que alardean de honestidad, los troleros que no depuran responsabilidades. La desidia cívica, el letargo ante la corrupción rampante. Los lamentables espectáculos. Las descarnadas peleas. Los odios cainitas. Las deslealtades. La bochornosa servidumbre, el pánico a la crítica o discrepancia. Los intereses corporativos, el clientelismo. Esta plaga. Ya está bien.
De una vez ya la política como canal de discusión, acción, solución, y no de colocación de los acólitos y palmeros. De una vez ya acabar con el monólogo mediático de los gobernantes que no distingue entre opinión publicada y opinión pública. La política como formulación de problemas y no como máquina de ocultación de los mismos a mayor gloria del jefe. La política como representación de la ciudadanía y no como un club privado de listas cerradas. El control de la financiación de los partidos, la necesaria transparencia en los dineros públicos, la limitación del tiempo dedicado a la política. La prohibición de que el mismo que cobra se fije sus propios emolumentos, sus dietas de viaje y comida, sus escandalosos planes de pensiones. No a la política como empresa, no a la rapiña de los fondos públicos, no a la alteración del mercado.Y basta ya, por supuesto, de los estudios de opinión para basar una decisión esencial en las mayorías, ese populismo obsceno, ese cáncer casi pornográfico que asola la democracia. Sofisma, artificio, demagogia, superficialidad, simpleza de fácil consumo masivo, galvanización de colores chillones y baratijas ideológicas, esquematismo faltón. La banalidad, la bagatela. Esta ciénaga. La política pop…
En una conversación con José Miguel Carrillo:
-En este país sobra moral y falta ética. La ética implica criterio, formación, la moral son formas, convenciones. Así nos va.
El ministro de Educación, Ángel Gabilondo, parece un hombre honrado. Y si no lo fuera o fuese, al menos parece sensato. Tal y como está el patio, es suficiente. En España somos ricos en doblones de ignorancia gracias al modelo educativo para lunáticos que hemos sufrido durante generaciones, concebido para formar un país de mediocres e incapaces y entronizar la estupidez. Embebidos en el narcisismo de la ignorancia, creíamos que el efecto reemplazaba al concepto, en las escuelas se eludían las inútiles precisiones, no había cronología ni historia, se jibarizaba el esfuerzo, el valor del trabajo. Hasta que de repente nos cayó encima una ducha escocesa de realidad. Parece que Gabilondo desea frenar el deterioro, encarrilar otro modelo educativo que no fagocite nuestros cerebros, sino que los alimente. Comparto lo de elevar la inversión en educación y aumentar las becas y ayudas al estudio universitario todo lo que se pueda. Defiendo que se debe garantizar el español como primera lengua en las autonomías bilingües, así como una enseñanza obligatoria del inglés -y eso para empezar-. Hay que edificar templos de humanidades en medio de los territorios abstractos de las ciencias. Es obligado dar prestigio a la profesión de maestro, reconocimiento de la autoridad pública del docente.
Reestructar la ESO y la Formación Profesional. Vertebrar un programa común para todos los cuerpos docentes de la nación. Facilitar la movilidad estudiantil fuera de sus países, con un juicioso control del rendimiento para que Erasmus no sea un sinónimo de holganza -a cargo del contribuyente-. No olvidemos tampoco el papel que tiene la televisión a la hora de proponer modelos: se debe exigir una reelaboración de cierta televisión que no ofrezca como ideal una banalidad y una vacuidad que difícilmente casa con la educación que queremos dar. Y que no me vengan con que es una consecuencia de la cultura de masas porque no es de recibo: en otros países ya había cultura de masas pero un sistema educativo adecuado evitó la deriva que se ha producido en nuestro país. Y no hay espacio en este artículo para seguir enumerando una combinación no adventicia de medidas. Todas apuntan a una educación buena y poderosa, para hacer ciudadanos buenos y poderosos, que representen a un país bueno y poderoso. Estos son los bueyes que deben arar el terreno. Ahora a ver, señor Gabilondo, los que le dejan enyugar.
La poetisa italiana Alda Merini vivió casi veinte años en manicomios. Es la misma mujer en las dos fotos, diferentes estadios de una vida. Tiene poemas furibundos y tiernos, pero a mí lo que me llamó la atención de ella fue una frase dicha en una entrevista hablando del viejo manicomio de Milán:
-El lugar era terror, odio, sombra y muerte, el infierno de Dante, pero hice amigos allí.
EL JUEVES 4 DE FEBRERO PRESENTARÉ EN MADRID EL POEMARIO DE RUBÉN RODRÍGUEZ, PARQUE DE ÍDOLOS. EL LUGAR SERA LOS DIABLOS AZULES, EN APODACA, 6, A LAS 21.00. CON LA ACTUACIÓN MUSICAL DEL GRUPO TENEDOR Y MIEDO. LES ESPERAMOS.
Pdta: hoy hacemos 500 entradas en este blog. Si continúan conmigo, haremos otras 500 más. Muchas gracias.
ESTE MARTES 2 DE FEBRERO, A LAS SIETE Y MEDIA, PRESENTAREMOS EN LA LIBRERÍA CERVANTES DE OVIEDO LA NOVELA EL ORO DEL CIELO, DE JOSÉ MIGUEL CARRILLO. ESTÁN INVITADOS.
Fotos de la presentación.
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