Ignacio del Valle
Biografía
Los demonios de Berlín SEGUNDA EDICIÓN
CAPÍTULO INÉDITO AQUÍ
http://www.elpais.com/articulo/portada/montana/huesos/elpepusoceps/20100808elpepspor_4/Tes
SERIE ARTURO ANDRADEEl tiempo de los emperadores extraños
SERIE ARTURO ANDRADE
Frente de Leningrado. 1943. En medio del Hades helado que fue el frente ruso, la División Azul se encuentra atrapada entre el Ejército Rojo y la Historia. En este escenario hallan el cadáver de un soldado degollado, enterrado hasta la cintura en medio de un lago helado, con una misteriosa frase grabada en el pecho MIRA QUE TE MIRA DIOS. Arturo Andrade y el sargento Espinosa serán los encargados de ir desatando los nudos de un crimen que les conducirá, entre más cadáveres envueltos en sangrientos rituales, a un lugar desquiciado donde reina el vacío, el absurdo, el horror... los emperadores extraños.
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4 comentarios:
A juzgar por la foto, el hotel ha envejecido muy bien. Ya podíamos envejecer así las mujeres...
+
RE: EL VERANO
Por una vez, no te iré a la contra en tu artículo sobre el verano publicado en la sección “En la contra”, porque desde siempre no sólo me ha gustado mucho el verano, sino que es para mí, sin ningún género de duda, mi estación favorita del año. Leí un día sobre una mujer que cambiaba de continente cuando tocaba cambio de estación para así poder vivir siempre en verano. No descarto hacerlo algún día. Y más que las “cosas que pasan en primavera”, mi cumple entre ellas –como al resto de Géminis, en el tramo final de la primavera- las cosas que más me han gustado siempre son las que pasan en verano, cuando me llega o me llegaba mi ocio sin descanso hasta septiembre, el momento de ponerme la ropa que más me gusta o el momento de iniciar algún romance, que en mi caso siempre ha durado más, bastante más que un verano. Y siempre en julio; no sé qué me pasa a mí con ese mes, que todos los romances de mi vida empiezan en él: 16 de julio del 89, en una fiesta del Carmen en el verano de Luanco, 31 de julio de 98, en el Náutico gijonés. Sí, Ignacio. Me gusta muchísimo el verano, y eso que no creo ser yo demasiado macarra, ....o sólo cuando toca.
Declaras que “es el momento de vivir hacia donde te señalan”. ¿De veras?. ¿Cuándo un hombre ha de vivir hacia donde le señalan si realmente es un H-O-M-B-R-E?. Tal y como yo lo veo, Ignacio, un hombre no necesita en absoluto que nadie le diga lo que tiene que hacer, porque sabe sobradamente qué es lo que ha de hacer, o sea, lo que le de la realísima gana hacer. En todos los aspectos de la vida en general y en el amor, en particular, que según se decía por aquí, junto con el honor, es de lo poco que importa en la vida. Por consiguiente, sabrá de sobra lo que le toca hacer tanto a nivel profesional como personal. Si sabe que le toca escribir un libro sobre mafias rusas y retratar el siglo XXI, sabrá también si le toca practicar el fuego a discreción como los guripas, o el celibato monacal, o retractarse de alguna decisión, o disfrutar de un amor de verano o de un ciento. No creo que tenga ningún problema para esto último si al hecho de tener más años que nunca (¡¡menos mal, seguir cumpliendo años!!), se le une el hecho de disfrutar de más éxito profesional que nunca –por otra parte, merecido – y, a la par, estar más atractivo que nunca. Y con el tiempo y una caña, en un chiringuito o donde sea y cuando sea menester, sabrá si lo que desea y necesita en el camino de su vida es una musa inspiradora distinta para cada novela, sea ésta una puta, una pianista o una viuda de guerra, o lo que se tercie, o bien, una compañera para la vida. Si le tiene que llegar el momento, le llegará, si es que no le ha llegado ya definitivamente con el equilibrio proclamado.
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No sé porqué a esto de los contratos del amor, Ignacio, les veo yo un fuerte parecido con los derivados financieros, opciones y futuros financieros, siendo el contrato del amor una de las posibles opciones de futuro. Una de tantas en la vida. Y al igual que en esos derivados financieros, más en concreto para las opciones (call y put), lo que son los derechos del uno constituyen las obligaciones de la otra. Y, si al uno le llega el día, si le da la realísima gana y si así lo estima oportuno, de ejercer su derecho de solicitar un último baile, lo hará cuando le de la realísima gana y se lo pedirá a quien le de la realísima gana. Seguro que será a la mujer de la que ya no tenga ninguna duda, de que la necesita porque la ama, y no viceversa. Y sus derechos, que son suyos, irán acompañados de su única obligación: cumplir su palabra (de honor, si lo tiene), de bailar con ella el último baile. Y, en cuanto a ella, cumplirá con sus obligaciones varias (ajo y agua), sin pisar, sin empujar, que el baile se estropea si no lo lleva quien lo ha de hacer; eso sí, en el caso de que haya ejercido su único y determinante derecho al respecto: aceptarle a ese hombre el baile y decidir si EL ÚLTIMO TANGO será para él o si ya se lo ha adjudicado definitivamente a otro.
Pero bueno, esa es sólo mi opinión. La de una pianista frustrada que ni sabe gran cosa de la vida, ni sabe gran cosa del amor y, tal vez tampoco, de derivados financieros. No sé cuál de los tres niveles de ignorancia será peor.
Según se desprende además de tu artículo parece que las chicas en top-less, o con sus vestidos vaporosos o con sus piernas de anuncio, te tienen cachondo todo el día, a pesar del incansable priapismo del que acusas a los italianos. Parece ser que ves la paja en el ojo ajeno italiano y no la viga en el propio. Quizás, nunca mejor aplicado lo de viga, y no sé si también lo de paja. En fin, que te dure tal estado de felicidad. Si coges el tren negro hacia Gijón, seguro que encontrarás de todo eso sin problemas. A pesar de ser fan incondicional del autor de “El tiempo de los emperadores extraños”, me temo que no será esta servidora quien te proporcione tal dicha, y no porque ello me disgustara sino porque.......................
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-sólo practico top-less con minúsculo tanga, en la privacidad del porche de mi casa. Detesto las marcas de bronceado; sólo en mí. Me parecen un atentado directo al erotismo. No se me ocurriría practicarlo en la playa de San Lorenzo, donde Lorenzo brilla cuando brilla. Esto es Asturias. En primer lugar, por mi concepto del pudor, creo que dual en mi caso, como casi todo lo demás. A ver si un día las dos son una y me entero de quién soy. Y en segundo lugar, porque tal práctica en mí, que cada vez es más frecuente en San Lorenzo, a mi esposo le disgustaría y molestaría enormemente. Y tal circunstancia trato yo de evitarla, en la medida de lo posible. Mi pudor es dual porque mostrar lo que tengo del cuello para arriba, dentro de la cabeza, creo que ha quedado claro que no tengo reparos en ello. Ahora bien, a mostrar lo del cuello para abajo, si ya lo tenía yo cuando contaba 20 años y, a mi juicio, alguna cosa la hubiera salvado yo de la hoguera, tras el ejercicio de la maternidad, ni te cuento donde está mi nivel de pudor corporal.
-aunque me encantan los vestidos vaporosos porque son muy femeninos y tengo bastantes, lo que aún no he reunido aún este verano son bastantes ganas de ponérmelos. Confío en hacerlo a lo largo del verano. Soy optimista al respecto.
-carezco de piernas de anuncio. No digo yo que no me hubiese gustado tenerlas, pero desde luego no me tocó. Lo que sí tocó es aceptarlo, ya de adolescente, cuando una se compraba sus primeras medias, y se daba cuenta de que nunca tendría aquellos kilómetros de piernas que se veían en la fotografía del paquete de Marie Claire, en los que en muchos casos se daba la extraña circunstancia de que eran no mucho más anchas en la parte superior del muslo que en los tobillos, lo cual, las hacía parecer ópticamente más largas aún. Increíble pero cierto, para algunas. Para la inmensa mayoría, para las piernas normales y corrientes, que son las que tenemos las mujeres normales y corrientes, hay tobillos, pantorrillas y jamoncillos, en creciente dimensión y en longitud normal. En fin. Afortunadamente también llega el día en que te das cuenta de que lo más importante no es tener unas piernas recién salidas de un anuncio de medias, sino una piernas capaces de poner bien cachondo a tu compañero de cama y que se muera de ganas de que le abraces con ellas.
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Eso sí. Aunque sin piernas de anuncio de medias, mis medias son y serán siempre MEDIAS. O sea, a media pierna, a medio muslo, de las que terminan en unos lindos bordados auto-adherentes. Porque yo, de verdad, de verdad, que a las medias-enteras o panties en versión anglosajona, no les veo la gracia por ninguna parte. Y si alguna se la encuentra, por favor, que me la diga. ¿Que son más cómodas y quitan frío?. ¿Que las hay modalidad vientre-plano?. ¿Y qué, si llega el día en que tu vientre ya no lo es, porque le han sucedido cosas bellas e importantes al vientre?. ¿De qué sirve tratar de aparentarlo si ya no se posee?.
En este mundo, donde el gran Enrique (no el Iglesias) nos da la bienvenida al Club de los Imposibles, donde parece imposible encontrar y tener y mantener el amor que transforma el mundo, donde los juramentos no se tornen en papel mojado, donde las promesas no sean para un rato, donde los matrimonios sean para toda la vida, donde las palabras tengan su auténtico y acertado significado, pues por lo menos, que las medias sean eso, medias, y así, al menos ellas, no defrauden y respondan a las expectativas creadas y sobre todo, porque son mucho más elegantes y ágiles cuando llega el momento en el que una está total y absolutamente cachonda, que afortunadamente, a diferencia de lo que afirma el señor del Valle, no es todas las horas del día. ¿Acaso podría una mujer reconocer tal cosa?.
Rematas diciendo que eres un poco macarra. ¿De veras?. Entonces, si finalmente coges el tren negro a Gijón (o no), vienes al sitio adecuado. Porque este pueblo de Xixón está lleno, llenito de macarras. Será por eso que a esta emigrante ovetense le cuesta tanto integrarse. Una, cruzando un paso de peatones, sobriamente vestida con una chaqueta larga azul marino y cara de pocos amigos, pero sólo porque hace un tiempo que no los ve, es capaz de oír: “Rubia, puta, quiero romperte el culo”. El día en que una se convierta en la mujer invisible llegará, más pronto que tarde. Y tal vez no sea tan bonito como la peli de “El hombre invisible”. Pero bueno, si es para oír esas cosas, tampoco pasará nada. O no sucederá nada si para entonces ya ha encontrado un Leit-motiv a su vida, ajeno a la posesión de la belleza física. Lo cual resulta más fácil y, por supuesto, obligatorio, para las que carecemos de belleza publicitaria, sea de anuncio de champú o de medias.
Happy summer and happy life!. You deserve both things. Sure!.
P.D.: El verano gijonés se anima y ha comenzado a llegar gente importante. Y más que está a punto de llegar....Bunbury nos dio un concierto estupendo el pasado sábado. Estuvo muy entregado con el público asturiano y dio varias propias. Como los toreros que dicen que se retiran y luego vuelven, también él lo ha hecho; pues mejor. Si se puso tan peculiar nombre, supongo que también es del club de fans de Oscar Wilde.
Fdo: A Woman of No Importance.
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