No entiendo por qué las spoof movies al estilo de los espartanos filogays de Casi 300 tienen tan mala prensa. Habitualmente, me sulibeyo tanto visionándolas como con los partidos de mi deporte preferido, el voleibol-playa femenino, y con algunas en concreto me he descojonado vivo. Reconozco que el esperpento, desde que el señor Thomas Beatie, de Oregón, se quedó embarazado -no me imagino el complejo Edipo-Electra que tendrá el futuro nato-, ha perdido quilates, pero me reivindico en lo dicho. La sesuda crítica, como siempre, las tilda de infantiloides, facilonas e intelectualmente planas, obviando que el cine también es entretenimiento puro y duro, y olvidando a su vez que si el pueblo soberano comprende sus chuflas de todo a cien es sólo porque previamente ha visto todas las películas en cuyas icónicas imágenes se basan. La risa es la única filosofía crítica, decía Octavio Paz, y siempre ha sido muy sano eso de autoparodiarse, es síntoma de inteligencia.
Hot shots -qué grande Charlie Sheen-, Epic movie, Mafia, estafa como puedas, Scary movie, La loca historia de las galaxias, Aterriza como puedas… Todas ellas tenían siempre entre los innumerables chistes de baratillo una escena o frase genial, su instante decisivo como teorizaba Cartier-Bresson, que las definía al igual que la famosa cabeza cortada del caballo de El Padrino o el monólogo milenarista de Rutger Hauer en Blade Runner. Ejemplos altos y blancos pueden ser el baile de claqué de Alien en La loca historia de las galaxias, o el momento en que Casco oscuro -trasunto de Darth Vader- le dice a Lone Starr: Soy el compañero de habitación de la prima del hermano de tu padre, y Lone Starr responde: entonces, ¿tú y yo somos…? Nada, contesta Casco Oscuro, absolutamente nada… No obstante, de todas las chorra-parodias del cine mi favorita sigue siendo el delirante vuelo del Jumbo de Aterriza como puedas. Peli de culto donde las haya, en ella los guionistas siguieron a rajatabla la divisa de que si no haces algo inteligente, hazlo rápido, y encadenaron 600 gags seguidos en 87 minutos. Reconozco que era complicado elegir un momento, pero finalmente me he decidido por la escena en que una azafata sale de la cabina con cara de circunstancia y dice con calma a los pasajeros: perdonen, ¿alguien sabe pilotar un avión?, desatando el pánico general.
Al hilo de estas reflexiones, todo este absurdo, este aire daliniano de las spoof movies ha terminado contaminando la realidad, porque la atmósfera de funeral que respira la economía está repleta también de gags paródicos, burdos y a veces hasta querellables. En España oficialmente no hay crisis, sino desaceleración; las empresas siguen con su empeño característico de privatizar beneficios y socializar pérdidas, unas empresas que sólo entre las cien primeras poseen un tercio del PIB mundial, y que continúan dando remuneraciones faraónicas a los ejecutivos despedidos gracias a paracaídas dorados, stock options y plusvalías; los intermediarios entre agricultor y consumidor cobran pizzos mafiosos hasta convertir las patatas en trufas; hace falta que el sector de la construcción se vaya al carajo para confirmar que la vivienda española estaba sobrevalorada en un 20%; los mismos gánsters-filósofos del capitalismo que defienden el darwinismo de mercado se dedican a los pelotazos en Bolsa mediante cotizaciones amañadas y contabilidades trucadas… Con este Jumbo a la deriva, qué se apuestan a que alguno sale de la cabina y suelta su terrorífica frase: lo más importante es que haya moderación salarial, que los trabajadores renuncien a las subidas vinculadas al IPC.
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