No me canso de escuchar la milonga de que el artista, para crear bien, en profundidad, tiene que sufrir. El levitante de guardia nos habla de la ilimitada extensión de su tormento, de la increíble intensidad de su dolor, de la incesante variedad de la tortura intelectual. Bien, cada vez que escucho el enfermizo y cansino discurso, considero que se tiene en bien poco el sufrimiento, o bien la persona que lo dice ha tenido la desmedida fortuna de experimentar poco dolor. Sufrir, es decir, sufrir de verdad, es tener una hernia discal jodiendo de tal manera que no te puedes ni mover de la cama. Sufrir es que se te muera un hijo. Sufrir es tener un cáncer acampado en la médula de los huesos royendo tu vida segundo a segundo. Sufrir es encontrarte sin comerlo ni beberlo bajo un cartel con la leyenda Arbeit macht frei. Eso es sufrir. Lo demás es un cuento. Cierto es que para crear se necesita cierto grado de neurosis, cierta compulsión y obsesión, un trabajo intenso, una concentración que te roba horas de sueño, te aparta de la realidad y te pone, en muchos casos, de mala hostia. Ahora bien, de ahí a decir que te duele y que te va la vida en ello, en fin, hay gente que se le da bien el teatro o el storytelling del marketing. A mí en cuanto me sueltan que solo lo doloroso puede ser verdaderamente memorable, me largo a comprar una botella de Pol Roger. Si a ti te gusta sufrir, métete a supernumerario y cómprate un cilicio, pero yo te aseguro que por ello no vas a escribir mejor. En literatura lo único que da réditos es currar dieciséis horas, agotarte, esforzarte al máximo en el proceso de controlar primero las herramientas del oficio, y luego olvidarlas para buscar la pasión que comunica el sentimiento. Y tener en cuenta que, a día de hoy, todo está inventado, y los que asocian su obra con innovación, no son más que recopiladores, mezcladores, recicladores de formas preexistentes, unas en desuso y otras olvidadas, y que parecen nuevas al combinarse con otras, pero que son más antiguas que andar de pie. Por eso me dedico últimamente a leer a Heródoto con un copazo de Chateau du Busca XO bien cerca, porque el único sufrimiento que me interesa a la hora de aprender o crear, es cuando el viejo me cuenta de la tremebunda venganza que los escitas le aplicaron a Ciaxares. Menudos cabrones, oigan.
Les voy a hablar de hechos inapelables. Si Europa no lucha junta, nos colgarán por separado. Si Europa no deja de ser una asociación de Estados libres y se convierte en un Estado federal, acabaremos siendo la hetaira complaciente de algún sátrapa oriental. Y para convertirnos en un país de facto, además de transformaciones económicas -el presupuesto europeo para 500 millones de habitantes equivale al de Dinamarca, que tiene 5,5-; cambios políticos -centralización de decisiones, legislación común, un presidente del que sepamos el nombre-; organización militar -1,8 millones de soldados con 27 mandos militares diferentes-, hay que hacer una cosa en la que nadie parece haber pensado: crear europeos. Tan importante como tener portaaviones con la bandera de la Unión Europa en el Índico y Pacífico, para que los colegas asiáticos sepan que estamos, es construir la mentalidad de sus ciudadanos. Un europeo tiene que saber un mínimo de tres idiomas y poder moverse con comodidad por el territorio, coger un avión a Viena o Tallin como si fuese de Madrid a Oviedo, sentirse igual de cómodo en un pueblo de Sicilia que en Gijón. Un europeo tiene que levantarse por la mañana y decir soy europeo como dice soy español o austriaco, y luego vivir en una provincia que se llama Bélgica o Eslovenia. Que eso no es real, me dice alguien. Real es todo, le respondo yo, porque las ideas son a veces más reales que lo que puedes tocar, es lo que mueve a la gente, por lo que se erigen catedrales, muere gente o se construyen carreteras. La idea europea, de querer ser europeo, eso es lo esencial. Y a lo mejor sobra gente, a lo mejor se ha sido muy alegre dando carta franca a todo dios, porque a lo mejor no todo el mundo quiere ser europeo, sino la integración económica que eso representa -y no solo me refiero a un Reino Unido deshojando la margarita, hoy sí hoy no-. Y eso no es suficiente en absoluto. Como tampoco lo es que motores como Alemania y Francia sigan empeñados en un trato intergubernamental para crear Europa, en efecto, pero con traje tirolés y un cruasán en la mano. Y que Obama no diga chorradas como que la crisis del modelo europeo se basa en el derroche del Estado de bienestar. Piensen todos que hasta hemos tenido que cambiar el horario de los partidos de fútbol para que puedan verlos en Hong Kong. Y es solo el principio.
Silencio en la nieve: cartel y tráiler oficial
De IGNACIO DEL VALLE | martes, 15 de noviembre de 2011 | 3:31TREMENDO EL TRABAJO QUE HA HECHO GERARDO HERRERO. ESTRENO EL 20 DE ENERO DE 2012
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"Afinando los sentidos" en Onda Cero Radio
De IGNACIO DEL VALLE | lunes, 14 de noviembre de 2011 | 0:27Volvemos a la radio de la mano del gran Arturo Téllez. A partir del viernes 18 de noviembre, quincenalmente en Onda Cero Radio, estrenaremos una nueva sección: AFINANDO LOS SENTIDOS. Hablaré de la actualidad cultural de Madrid, teatro, exposiciones, conciertos, conferencias, restaurantes... un panóptico de toda la emergencia artística que bulle en esta nueva Atenas que es la capital del reino. Les esperamos.
¿Saben cuál es el vestido más copiado de la temporada low cost? Es este, un vestido negro con transparencias asimétricas de la colección otoño-invierno de Stella McCartney. Como decía la mala de El diablo viste de Prada: estás equivocado si crees que la moda no te incumbe...
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