Una barbaridad

| sábado, 18 de diciembre de 2010 | 19:30



Eso es lo que adelantan los tiempos. Y hay gente dedicada exclusivamente a predecirlos: plantillas en IBM o el MIT, futurólogos como Ray Kurzweil o Michi Kaku cumplen hoy la función de los antiguos arúspices hurgando en las entrañas de los animales. A mí estas ruletas me fascinan, y tengo claro que para hacer avanzar el mundo se necesitan dos agentes: uno, el poderosísimo factor suerte, con una nómina de grandes inventos como la Viagra, el LSD, los rayos X, el brandy o la penicilina, y dos, lo que Einstein denominaba atentar contra la razón, que era la única manera de descubrir cosas nuevas. En esa dinámica de internarse en el 'whipe out' del futuro, los jugadores hacen sus apuestas y predicen que en veinte años se manipularán los ordenadores sin mover un dedo, porque estaremos conectados mediante señales eléctricas que surgirán directamente del cerebro a través de microprocesadores implantados; es lo que denominan neurotecnología. Apasionante. O terrorífico. También auguran -siempre en intervalos de veinte o treinta años- el 'Internet de las cosas', en las que los objetos cotidianos irán equipados con chips conectados a la Red, dando lugar a una nueva era de servicios. La consecuencia será que todo estará entretejido mucho más apretadamente, cualquier superficie servirá de pantalla, y la información se superpondrá a la realidad. En cuanto a la micro y la nano-robótica, éstas monitorizarán el interior de nuestro cuerpo, repararán tejidos y curarán enfermedades, y estamos hablando de maquinitas que podrán viajar por nuestro flujo sanguíneo. Habrá ordenadores de mil dólares que tendrán la capacidad de procesamiento del cerebro humano. Y para la gente a quien los idiomas les sigan sonando a chino, no hay problema: el reconocimiento de voz y la traducción automática comenzarán a incluirse en todos los móviles, ordenadores y equipos electrónicos de uso diario, ergo los idiomas dejarán de ser un obstáculo para la comunicación. Etcétera, etcétera, etcétera. Ahora bien, también existen reversos tenebrosos en toda esta epifanía: todos los humanos tendremos un IP particular, las compañías de internet sabrán más sobre nosotros que nosotros mismos, y estaremos localizables en todo momento mediante los rastros digitales. Total, que la privacidad se la comerá el gato. Interacción, procesamiento, ubicuidad, virtualidad. Y todo esto para empezar: ¿abrimos los brazos o empezamos a correr?

5 comentarios:

neville dijo...

Y olvidaremos el tacto suave de la piel y su olor particular en el ser querido ya que todo será más bonito y brillante en la pantalla que en la realidad. Y todos los juguetes nos lo venderan como "progreso" y el que no los tenga se convertirá en un marginal obsoleto y fuera de onda, mientras tanto la libertad de elegir se sacrificará en el altar de la tecnología y las "leyes Sinde" aparecerán ( o no) en la entrada más oculta del periódico digital.

Aún quiero mirarme en el espejo y reconocerme.

Saludos.

Rodericus dijo...

Pues dan ganas de echar a correr, sobre todo si uno valora realmente su privacidád.

Actualmente, hay ofertas de telefonia para empresas, en cuyo "pack" entra un servicio de localización de cada móvil con un margen de error de cien metros. El gerente puede sabér en cada momento donde están los empleados que realizan tareas externas. Y esto es solo el principio.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Ignacio, tus letras ma han gustado, por bonitas y ordenadas, pero no coincido contigo en miedos o placeres tecnológicos.
Soy menos agorero pues la experiencia, el tacto, la luz del sol y tantas otras cosas jamas se podrán reproducir virtualmente o al menos no nos harán sentir lo mismo.

Hace 30 años la informárica estaba en pañales, hoy un miniportatil tiene más capacidad que una habitación llena de macro computadores de los años 80 (no olvidemos la cantidad de pelis que nos han hablado de esto: War games, Superman tres con unas plantillas perforadas con información que daban risa y que utilizaba Richard Prior o la tan de moda hoy en día Tron original)y a pesar de todo ello no se han perdido los paseos por el campo, el deseo sexual, los niños no salen de probetas y la amistad, el cariño o el esfuerzo deportivo siguen ahí como en cualquier época de la historia.

Un ejemplo más: los libros digitales, por mucha publicidad que se les haga, no logran aún vencer al formato perfecto, el libro tradicional que se puede mojar, dejar al sol, tirar desde un séptimo piso y su mensaje permanece intacto.

Ilsa dijo...

En estos temas me mantengo prudente, y la verdad me dan bastante respeto.Lo último que he escuchado,ha sido la creación de una piel artificial.Mientras sea para gente que necesite prótesis,o tenga quemaduras tan graves que no les permitan sentir, lo veo bien.Pero ¡hasta ahí llegamos!.A mí me da miedo, el mal uso de los avances tecnológicos que se produzcan.
Os dejo una frase de Blade Runner para pensar:"Me construyo amigos, mis amigos.Son juguetes, los hago yo,es un hobby.Soy diseñador genético."

Saludos.

IGNACIO DEL VALLE dijo...

Finalmente todo lo que es imaginable se hará. Es un dogma histórico.