PARDO CASI DORADO

| sábado, 28 de febrero de 2009 | 11:23


El nuevo año no es blanco como la navidad, sino pardo como el petróleo. Porque el petróleo es pardo, un pardo con reflejos dorados que se vuelve azuloscurocasinegro cuando descansa quieto y oleoso en sus inmensos domos subterráneos, antes de ir del yacimiento a la tubería y de ahí a la planta de procesamiento y al oleoducto y a la refinería y finalmente a manchar nuestras carteras. Desde campos petrolíferos en el desierto o plataformas en medio del mar del Norte, fiscalizado por miles de válvulas de seguridad, controlada su presión y temperatura por ordenador, el puré viscoso que lleva cincuenta millones de años durmiendo ya no salta dramáticamente desde las esqueléticas torres de perforación como en las novelas de Upton Sinclair, sino que fluye con premura para mover el mundo. 86 millones de barriles de petróleo, 13.675 millones de litros al día, todo un siglo siendo el motor de la Humanidad, cien años promoviendo invasiones, luchas de poder, golpes de Estado, despiadadas especulaciones, heridas medioambientales, guerras privadas… Cada vez que el crudo se constipa, su precio se dispara o desploma, su suministro se expande o ralentiza, se rumorean sus últimas reservas o se hallan otras nuevas, el planeta se estremece y comienza a hacer sus particulares y medievales rogativas pro-pluvia y pro-serenitate.


Alrededor de los hidrocarburos hay toda una jerga de dólares, pulgadas, galones y grados Fahrenheit heredada de la época en que los estadounidenses sacaban el petróleo a puro huevo con una torre de madera, un revólver en una mano y una Biblia en la otra. Una jerga, un monopolio y una dependencia global de los barriles de papel de Wall Street que se deberá corregir a lo largo del nuevo milenio. Una rectificación que no sólo habrá de ser física, sino que deberá estar imbricada con otra moral debido a la ecuación que rige casi todos los males del mundo: la riqueza que es extraída por los pobres, controlada por los fuertes, y luego vendida a un mundo poco o nada consciente de su origen. Y por supuesto evitar que a los gatopardos les sigan los chacales y a estos las hienas, como decía Lampedusa, todos creyéndose la sal de la tierra.

Previsión, precaución y prudencia no es lo mismo que preocupación, obsesión e histeria. Las cosas con calma y tirando de tecnología, que es la fuerza creativa más importante en la actualidad, para ir sustituyendo esos horizontes de plataformas offshore, esas fantasmales instalaciones en medio de la cicatrices color canela de los desiertos, coronadas por la enorme llama que produce la combustión del gas al contacto con el aire. Descanse por fin en paz ese líquido viscoso y pardo casi dorado en sus silos de las entrañas de la tierra. Con todo nuestro agradecimiento. Con todo nuestro rencor.

4 comentarios:

LBO2 dijo...

Auténtica “oda al petróleo” la tuya, a lo que representa, a lo que supone las variaciones de su precio controladas por unos pocos, a lo que ha sido, y a ¿lo que será?.

¿Cuál será la duración de los yacimientos de petróleo?. Un buen economista o un economista liberal (como el que suscribe – me refiero al adjetivo “liberal”, no al de “bueno”) debería decir que infinita. Que no es problema, porque de hecho no lo será. Aunque conociésemos el volumen exacto que descansa en las entrañas de la tierra de ese líquido viscoso y pardo casi dorado y la cuantía anual de consumo de esta energía, el cociente entre ambas cantidades no debe llevarnos a la preocupación....porque para cuando ese agotamiento se produzca, la humanidad, esa humanidad poco o nada consciente de su origen, ya habrá encontrado energías alternativas de las que depender, gracias a la fuerza creativa de la tecnología y de quienes la dominan (que no son tantos)......y efectivamente descansará ese líquido, por fin, en paz.

Que el círculo se repita, que las nuevas energías las extraigan los pobres, las controlen los fuertes y luego las vendan a un mundo no consciente de su origen, dependerá de que se encuentren (o no) modelos económicos mejores que el presente.

Marx fue, con diferencia, uno de los peores estadistas de la historia. Los tres volúmenes de “El capital” descansan en las estanterías de mi despacho. Llegó un día en que decidí dejar de leerlo, porque me parecía increíble e infumable (esto último casi tanto como el “Ulises” de James Joyce, cuya lectura un día inicié entusiasmada al desarrollarse la trama en un día muy querido para mí – un 16 de junio, mi fecha de nacimiento –; no pasé de la página 16.....esa retirada a tiempo, para mí fue una victoria). Retirada a tiempo la de sistemas económicos que se han demostrado fallidos, porque para aplicarlos se necesitan personas que, por definición, son humanas y tienen fallos. Han pasado a mejor vida (o poco rastro queda de ellos) y otros, con agradecimiento o rencor, permanecen....

Creer en el mercado, en las fuerzas del mercado, se ha demostrado como algo más útil para el progreso de la humanidad (el mercado de la energía, es uno más de los posibles mercados). ¿Sistema perfecto?. En absoluto. Tampoco lo es la democracia, como sistema de gobierno, pero es el menos malo de los que se conocen. Y el liberalismo económico, la traslación al sistema económico de los principios de libertad e igualdad que presiden (o entiendo han de presidir) las democracias.

Que lleguen los tiempos de las energías baratas (o a coste cero) e inagotables....Que lleguen los sistemas económicos perfectos, las formas de gobierno perfectas.....Es lo que desea esta liberal que nunca ha dejado de ser, además, una soñadora.

Los sueños, no son más que eso.....Nos ayudan a vivir (al menos, a mí sí). Pero la esperanza en sí misma, esa humanidad poco o nada consciente de su origen, no la debe perder. ¿Qué le quedaría si lo hiciera?.....Un futuro azuloscurocasinegro, a mi juicio.

Personalmente prefiero el azul claro, mi color favorito (me gusta ver la vida, no de color de rosa, sino de color azul), el color de mi casa -de fachada azul y piedra-, el color de buena parte de mi ropa, el color que más me gusta mirar, aunque no es el color de mis ojos (castañoscuroscasinegros) desafortunadamente. ¡No importa!. No es a mis ojos, adónde quiero mirar.....A los del resto de la humanidad, por supuesto, aunque no sepa de dónde viene y adónde va.

Una liberal.

IGNACIO DEL VALLE dijo...

Coincido contigo en lo de liberal ¿conservador?... pues todavía no tengo claro qué cosas conservar del todo, estoy en ello.

Y en el resto también, salvo en que a mí acojona bastante todo lo que huela a perfecto: por acabado, ergo muerto, sin vida, sin posibilidad de seguir mejorando, progresando, que me parece que es la inevitable y conveniente condición humana, lo que nos da esa pizquita de margen para supervivir a cualquier plaga bíblica.

Respecto al Ulises, qué te voy a contar que no hayas sufrido: tan incomprensible como aburrido. Tengo un artículo DE OPINIONES Y CULOS, en el que hablo de todo esto.

Abrazos.

LBO2 dijo...

Efectivamente soy liberal. ¿Conservadora?. Supongo que sí. He recibido una educación de ese tipo que me ha influido, lógicamente, en lo que soy. También soy Géminis (¿naturaleza dual?). No creo demasiado en los horóscopos pero, a veces, dicen cosas acertadas de la gente. Soy conservadora, supongo. Aunque procuro no definirme, o no mirarme demasiado el ombligo. Que me definan los demás. Pasar por un Conservatorio muchos años puede influir y llevar a ser “conservador”. ¿De qué?. De lo que vale la pena. Y para cada uno, lo que considere oportuno. Conservadora o no, te aseguro que a lo largo de mi vida he hecho cosas muy, pero que muy poco tradicionales…..

Acabo de leer el artículo que me indicas, “De opiniones y culos” y si hubiese leído todos los libros que ahí mencionas, podría pronunciarme a favor o en contra. Dado que mi ignorancia es infinita en muchos campos (supongo que la literatura uno de ellos) no puedo hacerlo. Al margen de mi carencia de lecturas (en relación a las de un escritor de oficio) capto la idea, con la que no podría estar más de acuerdo. A cada uno le gusta lo que le gusta, y no hay más que hablar. Sea literatura, cine, música, pintura…..No hay que aspirar a la inmortalidad, está claro, pero algunos parece que la logran. El autor de Hamlet, Chopin, Velázquez,……yo creo que serán inmortales, de algún modo. No sé si lo pretendieron o no.

De lo que sí me alegro es que digas que eres feliz, incluso muy feliz. Espero que te dure ese estado, desde la fecha en que has escrito dicho artículo, hasta ahora y toda la vida….Y por supuesto, en mi opinión, es estupendo que la gente lo diga; para nada, mal educado. Ninguna persona de bien que escuche tal cosa, se puede ver afectada negativamente por ello: porque si en ese momento está feliz, incluso le podrá incrementar su nivel de felicidad derivado de las posibles sinergias. Y si no lo está, si pasa un mal bache, escuchar que alguien es feliz le puede llevar a desear encontrar la llave de su propia felicidad o, al menos, persistir en su búsqueda. Al que le molesta oír de la felicidad de otro, es que es un envidioso – o un resentido -, y sinceramente, la envidia es de las cosas que menos entiendo en esta vida. Aunque digan que vivimos en un país de envidiosos…..

La perfección también está alejada de mi persona. Aunque la envidia no sea una de ellas, tengo muchas imperfecciones. Por ello, también tengo muchos motivos para tratar de mejorarme, día a día. No sé si lo logro. Tampoco me corresponde a mí decirlo.

Anónimo dijo...

1.Marx no era un estadista :-)

2. Siempre me ha fascinado esa bonita paradoja del liberalismo: Por una parte, el pricipio de la libre elección basado en el individuo capaz de elegir racionalmente según sus intereses. Por otra parte la fe en las fuerzas impersonales como la del progreso o la del mercado.
Vivan las incoherencias...nos dan trabajo a los que nos ganamos la vida analizándolas, en el pasado, en el presente y en el futuro. dar.