El banquete celestial

| miércoles, 28 de junio de 2017 | 9:44

Tras leer la merecidamente célebre colección de relatos Knockemstiff, cuando descubrí la nueva novela de Donald Ray Pollock, El banquete celestial, me apresuré a sumergirme en ella. Knockemstiff era brillante, y siempre temes que la siguiente obra de un autor quede demediada, pero Pollock continúa con su prosa descarnada e impactante, que a pesar de contar cosas tremebundas lo hace de tal manera que no puedes apartar la mirada de sus portentosas imágenes. La novela se plantea como un western, pero, al igual que la última hornada de libros de género, Zebulon, Warlock, En busca de New Babylon… están entreverados de elementos filosóficos, pulp y psicodélicos en una continua reinvención de las historias clásicas. Los personajes de este autor, siempre estigmatizados, malditos, llenos de odio y rabia, en esta ocasión están situados entre Georgia y Alabama en 1917; una especie de hermanos Dalton de quinta categoría que, hartos de pasar hambre, deciden renunciar al banquete celestial que espera en el Cielo a los bienaventurados mansos y pobres para calzarse unos pesados revólveres y dedicarse a asaltar y matar a tutiplén. Entremedias, una galería de magníficos secundarios, atrabiliarios, psicópatas, aventureros, pícaros, siempre lo mejor de cada casa. Donald Ray Pollock es comparado con los hermanos Cohen, con Cormac McCarthy, con Faulkner o Flannery O´Connor, pero se olvidan de Steinbeck y la miseria y el polvo de Las uvas de la ira o Al este del Edén, y de las extrañas novelas de Erskine Caldwell; también de las historias de Harry Crews o Edward Bunker. En todo caso asistimos a la desaparición de un mundo, el salvaje Oeste, y la aparición de la sociedad moderna, y en ese prolegómeno de dos guerras y una depresión los protagonistas sueñan aún con un universo donde poder ser forajidos de leyenda, y una libertad donde los espacios son abiertos y sin ley. Pero los tiempos han cambiado, recitan los personajes de Peckinpah, mucho más lúcidos que estos hermanos Jewet, que solo obtendrán un diorama de un lumpen amoral y violento, en el que los gusanos salen del interior de cadáveres, funcionarios públicos de dedican a rescatar a bebés abandonados en letrinas, hay que mujeres que ofrecen perversiones sexuales, oficiales que están por salir del armario, vagabundos en conexión directa con Cristo, chulos de putas con bombín…