De Amicitia

| domingo, 29 de septiembre de 2013 | 13:28



En una de esas sobremesas que se alargan infinitamente, salió el tema recurrente de la amistad. Comenzamos a hablar de los esfuerzos y avatares que conlleva mantener las amistades, y más en estos tiempos donde todos hemos sufrido en mayor o menor grado los rigores de las decepciones. Al final, concluimos dos reglas para que las amistades tengan alguna vocación perdurable:

1-Los amigos no pueden trabajar contigo o ejercer el mismo oficio -evitamos las conjuras por competencia-.

2-A los amigos debe irles bien en la vida -evitamos las conjuras por envidia-.

Tras esta destilación, mi contertulio me miró con profunda desolación: "y aun así, Nacho, esto no nos asegura nada...".

2 comentarios:

Rodericus dijo...

¡¡ Bufff !!. A bote pronto, se me ocurren media docena mas de normas, que incluirían dinero, novias o esposas, etc.

Y aún así, ciertamente, eso no aseguraría nada. Las envidias y los celos, abundan mas entre nuestros sentimientos de lo que nos gustaría reconocer. Y los malentendidos, tampoco ayudan mucho.

Mantener una amistad de décadas con alguien es un pequeño milagro. Y me incluyo entre los afortunados que disfrutan de algo así.

Saludos.

Begoña Argallo dijo...

Creo que sólo hay una regla básica en la amistad y es la sinceridad, que no significa herir con la verdad, sino poder expresar el propio punto de vista sobre lo que se considere necesario a modo de ayudar a la otra persona.
Es necesario que donde existe verdadera amistad se puedan expresar las opiniones. Ahí radica la prueba de fuego de una amistad, sabes que estás ante un buen amigo cuando es capaz de decirte cosas horribles y no te enfadas, incluso reconoces el fallo y le agradeces el valor de haberlo dicho.
No hacen falta muchos amigos, sino la suficiente madurez para admitir que en todo se puede mejorar. Un amigo es la persona que te obliga a avanzar aún a riesgo de perderte; creo que eso define la amistad.
Saludos