Déjame entrar

| domingo, 19 de abril de 2009 | 19:07


Tener los cines Renoir en Madrid y poder disfrutar ciertas pelis en V.O es un lujazo. Acabo de ver esta en concreto, en sueco, un idioma con extrañas reverberaciones y reminiscencias, y cuyas infinitas capas de lectura me acaban de dejar en estado de ebullición intelectual. Ha sido una experiencia delicada, hermosísima, brutal. Esto es cine.

4 comentarios:

LBO2 dijo...

Sé de la existencia de dichos cines gracias a mi cinéfilo favorito, que si leyera esta entrada de tu blog seguramente sentiría el picor de la envidia “sana”, suponiendo que tal cosa exista. Son las ventajas para unos, de vivir en la “capi”, que suponen desventajas para los que no estamos allí y no podemos disfrutarlo a diario. Con toda seguridad, mi ex-don Juan no saldría de ese cine si viviera en Madrid.....Un día, al ver una foto en una revista de una importante pareja de este país (no voy a decir cual) entrando en tan selectos cines con una bolsa de palomitas, me hizo una comentario bastante heavy, que tampoco voy a transcribir. Me costó entenderlo un poco, al principio, porque tampoco admiro, valoro, ni entiendo de cine como él, (vamos, ni remotamente), pero tratando de practicar la empatía, algo muy sano en la condición humana, me imaginé entrar en el Auditorio de Oviedo, en sus excelentes jornadas de piano, a escuchar al “dios” Zimerman del piano, interpretar a Beethoven comiendo palomitas. Definitivamente, además de estar prohibido, carecería por completo de sentido intentar disfrutar de ese arte, comiendo palomitas.

Seguramente haciendo eso no se pueden percibir esas extrañas reverberaciones y reminiscencias que dices que tiene el sueco. ¿No hablarás también sueco, verdad?. Sorry, si comes palomitas cuando vas a los Renoir.

Enhorabuena por poder disfrutar de esa experiencia cinéfila este fin de semana. ¡Ventajas de vivir en Madrid!.

Por cierto, me gustaron tus artículos del sábado, en El Comercio y el “Wannsee y el secreto de los nazis” (suplemento El Viajero de El País). Especialmente el primero. Me gustaría darte mi opinión, pero supongo que no viene a cuento dado que no los has puesto en el blog. ¿Porqué no nos cuelgas el “Pastis de coca y marijuana” para pasar un rato con ello?. Está muy bien, je, je.....

Olvídalo si no te parece bien.

José Havel dijo...

Buena recomendación, don Ignacio. Esa película pudimos disfrutarla en Asturias, allá por noviembre, gracias al Festival de Gijón, y es una verdadera maravilla. Un abrazo.

IGNACIO DEL VALLE dijo...

De momento no como palomitas, cuestión de conservar la línea :)

Y de hablar sueco nada, me hago el sueco, el danés, y el noruego mucho, todos los días, pero del idioma ni una palabra. Lo que sucede es que tiene raices comunes con el inglés y sorprende la cantidad de términos que suenan igual y significan lo mismo.

Y las pastis las colgaremos esta semana, ja ja, ya veo que habrá follón. Pues nada, para eso está el blog, para disentir.

IGNACIO DEL VALLE dijo...

Y señor Havel, la peli indescriptible, salí emocionado. Y cómo resuelve la escena de la piscina, tío, es una lección.