Solo con leer la dedicatoria de “Ecuatoria”, la nueva novela de Patrick Deville, ya puedes intuir que aquí hay tomate: “A Brazza y otros héroes como él, traidores e indecisos”. No había leído la anterior novela del francés, “Peste & Cólera”, pero me decidí a acercarme al autor y no quedé defraudado. “Ecuatoria” es una novela-crónica de estructura tornadiza que parte de la aventura de Pierre Savorgnan de Brazza, el fundador de la capital congoleña, Brazzaville, pero pensar que va solo de colonialismo es como pensar que “Mad men” va solo de machismo y dry martinis. Deville despliega ante nosotros una tela de araña histórica y temporal que conecta a un desterrado Ovidio en el Ponto Euxino -a saber qué le hizo a la nieta de Augusto-, con Stanley, Julio Verne, Albert Schweitzer, Celine, Livingstone, Pierre Loti, Conrad, y lanzando sus últimos y pegajosos hilos a los conflictos angoleños protagonizados por el Che, Jonás Savimbi y Agostihno Neto -cuyo cadáver continúa congelado y perdido en algún lugar de Rusia-. “Ecuatoria” nos habla de un retal de África que comprende el Congo, Angola, Gabón, Santo Tomé -cuyos golpes de estado de andar por casa son de antología-…, y nos habla de unos hombres y unas mentalidades diferentes, capaces, como Henry Morton Stanley -sí, el de “Livingstone, I presume”- de cruzar todo el continente llevando consigo champán para servirlo caliente en cubiletes de plata, o como Albert Schweitzer, de remontar los ríos en vapores, vestido de blanco, con un equipaje de setenta baúles y un piano para tocar a Bach por las noches. Imagínense. Como escribía Conrad, estos hombres estaban nutridos de ilusiones, porque “si no renunciarían pronto a la vida y ese sería el final del género humano”, pero también son, como escribe Deville, “vidas destrozadas por la tentación del heroísmo”. Yo me lo he pasado estupendamente leyendo esta mezcla iconoclasta de historia, reportaje, biografía, novela, que cruza tantos géneros como fronteras, una muestra más de la vitalidad de la literatura, ese muerto que cada año se entierra y cada año se va de romería.
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