Terror viene del latín “terreo“, temblar. Los camarógrafos del Estado Islámico tienen el oficio suficiente para saber que un hacha mete más miedo que un Kalashnikov por quién sabe qué reminiscencias de nuestro cerebro reptiliano, y se aplican a la labor de enmarcar con el color y la luz y el telón de fondo adecuado sus banquetes de sangre. El uso del terror escenificado es antiguo como la guerra, las Horcas Caudinas que los samnitas infligieron al ejército romano, los seis mil crucificados entre Capua y Roma tras la derrota de Espartaco por los mismos romanos, los quince mil soldados búlgaros cegados por orden de Basilio, el emperador bizantino tras ganar la batalla de Kleidion… pero con los nuevos medios de comunicación, el fenómeno se ha afinado de manera palmaria. Decapitaciones, crucifixiones, esclavización, ejecuciones y violaciones en masa… nos devuelve a un concepto clásico de la guerra tras los ingenuas creencia de que los drones y los misiles y los satélites y las operaciones quirúrgicas de los comandos especiales lograrían convertir un hecho siempre sanguinolento en, diríamos, una maqueta de soldaditos de plomo donde resolver los conflictos con un par charlas y tres movimientos estratégicos. Todo higiénico, todo muy propio. Estos cabrones nos han despertado del sueño de los justos recordándonos que en la guerra se sacan los ojos al contrario, se queman niños, se violan viejos, se practica el canibalismo ritual, con la misma naturalidad con que buscamos un contacto en “wasap”. La difusión viral hace el resto. La única cosa que tienen en mente sus miembros del EI es imponer su santa voluntad a todo quisqui, es decir, el salafismo yihadista, una versión fundamentalista, excluyente y rigorista del pensamiento musulmán, que incluso quiere recuperar Covadonga. Tendría gracia si no fuera tan calamitoso. Nosotros los infieles deberíamos responder con una versión occidental de su sencilla propuesta de esclavizarnos a todos, sin ningún tipo de miramiento diplomático, que resulta ser la misma proposición del coronel Kurtz: "Drop the bomb, Killem all". Luego ya miramos la causas de ese caldo de cultivo donde surgen los monstruos, pobreza, crisis de identidad, falta de oportunidades, las hipotéticas injusticias contra la población musulmana en Europa…
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1 comentarios:
El cancer de la guerra y conflicto se propaga por las tierras fertiles de la injusticia y la ignorancia de loa pueblos empobrecidos y explotados. En el libro por Emanuel Jal,"War Child" el escribio algo que me impacto: "...La pobreza es un virus que te tortura mentalmente y emocionalmente. Es una muerte lenta de la esperanza, humillante y degradante, un parasito que succiona la vida de toda aquel que toca." La esperanza nunca muere.
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