Si John Ford rodase en Picos de Europa

| lunes, 28 de octubre de 2013 | 7:52


Las últimas estadísticas del cine español confirman el absoluto desarbolamiento del modelo. Como si nos hubiera pasado por encima una carga de elefantes cartagineses, la facturación, los rodajes y los presupuestos se desplomaron, mientras el paro se elevaba como el helio. ¿Cuándo se darán cuenta los gobiernos de que el cine es una cuestión de estado? No se trata únicamente de incentivos fiscales o modelos de financiación, sino de una poderosa y eficacísima herramienta para la imposición de la idea de España en el mundo. Los gringos captaron hace mucho este concepto, utilizando las cámaras para la creación del imaginario nacional y su expansión por el planeta, colonizando usos y costumbres en el resto de países sin disparar un solo cartucho. Se trata de aplicar la idea cervantina de enseñar y deleitar a un mismo punto, de aplicar el “entertainment” a la manera de Billy Wilder o Robert Rossen. Siempre imagino que esta mentalidad hubiera cuajado en decisiones políticas y que un John Ford nacido en Cangas se hubiese aplicado a rodar en España. En vez de un género denominado Western, tendríamos uno llamado Conquistadores; y Centauros del desierto, con sus esplendorosas coreografías de personajes a lo largo y ancho del Monument Valley, sería sustituida por las hazañas de Cortés y Bernal Díaz del Castillo en su épica entrada en México, mientras el Álamo sería borrado por la inverosímil resistencia de Blas de Lezo en Cartagena de Indias. Esto sería aplicable a todo, y como en la canción de Los Nikis, los McDonalds estarán de vacas flacas y vencerá la tortilla de patatas, en Las Vegas se jugará al cinquillo y la moda será el rojo y el amarillo. No me canso de repetir que la realidad se crea, es una cuestión de trabajo, valor y un poco de suerte. Tomen nota de los chinos: como toda potencia seria, ha creado su propia fábrica de sueños -llámese maquinaria propagandística- en una ciudad costera llamada Qing-dao. Pueden fracasar, porque Hollywood es un estado mental macerado con mucha pasta, soberbia, lujuria, talento y glamour, pero al menos lo intentan.  

3 comentarios:

Begoña Argallo dijo...

Una buena película, en mi opinión se hace con una buena historia, un buen escenario y un buen guión.
No hace falta invertir mucho dinero en ello, en estos momentos pienso en "El niño con el pijama de rayas", por ejemplo. Impactante toda en sí.

Quizá algún nuevo director tome nota de esos consejos, quién sabe. Eso será otra historia.

Marañón dijo...

Amigo Ignacio, el desacuerdo de Estado es la tónica desde hace mucho tiempo. Si no son capaces de alinearse por un sistema educativo duradero, un modelo territorial irrenunciable o una política exterior al margen de las siglas, ¿qué puede esperarse en lo demás?
Por no hablar de que a los productos culturales y a sus hacedores lo primero que se les mira aquí es el carnet.
Y luego está el lío mental del propio gremio. Adjunto reflexión al respecto y un saludo:
http://fernandomaranon.blogspot.com.es/2013/05/a-donde-vas-y-para-que.html

Rodericus dijo...

Coincido contigo. Si Blas de Lezo hubiese sido norteamericano, ya tendríamos cuatro versiones de diferentes épocas y directores del sitio de Cartagena de Indias.

Pero es lo que hay. Desconocimiento de nuestra historia, apatía, y pocas ganas de explicar una pasado rico cubierto de niebla y oscuridad

Tendrían que colocar el ensayo de Menendez Pidal sobre El Cid como libro de cabecera en la ESO.

Saludos