“He
vivido pobre toda mi vida. Igual que mis padres y los padres de mis padres. La
pobreza es una enfermedad que pasa de padres a hijos sin remedio ni curación.
Pero yo me cansé de ser pobre”. Con esta frase de uno de los protagonistas de
la película “Comanchería” -Hell or High water- se desata la tragedia. En la
profundidad de Texas, en una geografía de pueblos arrasados por la debacle
económica, llenos de deshauciados, de casas en venta, de desarraigo, de
desempleo, pero sobre todo de ausencia de esperanza, dos tipos comienzan a
atracar los mismos bancos que han atracado a todo el inmenso estado. David
Mackenzie firma este sensacional western social, iluminado por un no menos
tremendo guión de Taylor Sheridan. En los espacios interminables de Texas, en los
personajes de frases rotundas y actitudes cínicas y cansadas se respira a
Peckinpah y a Cormac McCarthy, con una estructura narrativa clásica que, sin
embargo, deviene en una rabiosa modernidad. El film desprende el mismo
agotamiento que hacía que Michael Douglas reventase en Un día de furia: dos
personajes representados con coraje y fiereza por los actores Chris Pine y Ben
Foster, que tras una vida de miseria, palizas, mala educación y trabajos de
mierda deciden levantar la bandera de la rebelión. A su caza está el ranger
Jeff Bridges, que en esta peli alcanza el epítome de su talento. Esta es la
América que votó a Trump, la que piensa que los atracadores de bancos solo
pueden ser mexicanos, la que va armada hasta para comprar el pan -cuando
puede-, la que mira cara a cara a un sistema fallido que se ha quitado la
careta, la que refuta a los estómagos agradecidos y bien pensantes, la que
declara que la socialdemocracia lleva mucho tiempo muerta. En ciertos momentos
te preguntas por qué no se unen los perseguidores y los perseguidos para encarar al verdadero enemigo, aunque todos sabemos que el enfrentamiento final es tan ineludible como la rotación del planeta. Si
ustedes pueden ver la película versión original no entenderán nada del acento
texano, sobre todo cuando habla Jeff Brigdes, pero utilizando la salvaguarda de
los subtítulos disfrutarán como enanos de cada inflexión, de cada gesto, de
cada mirada. Créanme, cuando el cine es grande, es lo más grande.
Santander: Martes 21 de marzo, 19.30, Ateneo. Presenta el escritor Javier Menéndez Llamazares.
Ribadesella: Miércoles 22 de marzo, 20.00, Biblioteca. Presenta el editor Jorge Salvador Galindo.
Oviedo: Jueves 23 de marzo, 19.00, Librería Cervantes. Presenta el escritor Manuel García Rubio.
Gijón: Viernes 23 de marzo, 19.30, Ateneo Jovellanos. Presenta Ángel de la Calle.
A mi pesar, no
dejo de estar fascinado por Pedro Sánchez. Lo que no tengo claro es si por su
cerrilidad o por su falta de oportunidad histórica. Lo único seguro es que
Gollum nunca desplegó tamaña tenacidad en la consecución de su anillo. Pedro
Sánchez, a quien la historia recordará como “Noesno”, fue una marioneta que
colocaron en la secretaría general a la espera de que escampase –gran ceguera
de los prominenten- sin tener en cuenta que hay ciertas marionetas que tienen
muy mala leche. A mí me gustan los títeres que cortan sus cuerdas, y fue el
caso. Sánchez dispuso entonces de la oportunidad de gritar que él también era
Espartaco, y lo que sucedió fueron dos derrotas consecutivas y la apertura de
los sellos apocalípticos, con el consiguiente ruido de cuchillería, es decir,
que le hicieron la cama. Tras estas quisicosas, el señor Sánchez, que
personalmente no me producía ninguna impresión ni de seguridad ni de liderazgo
pero que tampoco tenía especialmente enfilado, se destapó como un desesperado
perseguidor de “su tesoro”, ya fuera a costa de la unidad nacional o la
destrucción de un partido con tantos años de historia. Algo estremecedor. Y lo
es porque si tenemos en cuenta que el malhadado Zapatero ha sido el peor
presidente de la democracia –me tuvo tres años encabronado-, yo no contaba con
que alguien lo hiciese bueno. Si alguien interpreta este artículo como un
ataque al PSOE, nada más lejos de mi intención. Los otros dos candidatos a
liderarlo tampoco despiertan en mí la urgencia de sacar los pompones de
cheerleader, pero al menos están por probar. Tengo tanto interés en que el
ecosistema político funcione de una manera higiénica y regular, que mi
preocupación por un partido socialista agrietado es mayúscula. De ahí mi
zozobra por el regreso de la marioneta airada, tanta como la que siento cada
vez que escucho a Pablo Iglesias intentar deslegitimar el principio de
representatividad con aquello de que “hay que sacar la política fuera del
parlamento” y “dar voz al pueblo”, o a Rafael Hernando asegurar que ellos no están engrasando las puertas giratorias o que el gobierno no tiene que ver con la factura de la luz. En caso de que Pedro Sánchez Castejón ganase
–no hay nada escrito- sería un líder nefasto para el PSOE –no quiero ni pensar
en España-, demagógico, tramposo y polarizador. Esperemos que esta sea su
última cabalgada.
Presentaciones de Índigo mar en Madrid y Valencia
De IGNACIO DEL VALLE | sábado, 4 de marzo de 2017 | 20:12
Presentación en Madrid: Librería Alberti, miércoles 8 de marzo, a las 19.00. Harán los honores los escritores Raúl Guerra Garrido y Antonio Gómez Rufo.
Presentación en Valencia: Librería Bartleby, jueves 9 de marzo, a las 19.30. Hará los honores el filósofo Juan Arnau.
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