Encuentro en Chile. Futuro en español

| lunes, 23 de mayo de 2016 | 9:18


El 25 de mayo estaré en Santiago de Chile para las jornadas de cultura en español organizadas por Futuro en Español. En la mesa debatiremos La literatura como base de la identidad latinoamericana, con Carlos Franz, Juan Francisco Ferré, Antonio Skármeta, María Teresa Cárdenas. 



Otras presentaciones de Soles negros:

Feria del Libro de Tenerife: 30 de mayo.

Feria del Libro de Zaragoza: 1 de junio.

Feria del Libro de Huesca: 2 de junio.

El Crack

| jueves, 19 de mayo de 2016 | 9:05

Si continúan teniendo en la cabeza la imagen de Alfredo Landa haciendo el chorras y persiguiendo suecas, tienen que ver las películas El Crack I y II de José Luis Garci. Es cine, es negro, y es español. Germán Areta, alias El Pulga, antiguo poli y ahora “private eye“, el personaje que clava Alfredo Landa, es capaz de echarle un litro de gasolina por encima a Harry El Sucio y poner una cerilla a bailar. La España de finales de los 70 y comienzos de los 80, todo caspa y pantalón elefante, tiene a su particular héroe que recorre Madrid como si fuese Nueva York o San Francisco, y sin ningún tipo de complejos dice que para qué se traen a Madrid templos egipcios -Debod- si ya tenemos aquí al lado La Almudena. Este hijo de puta sentimental, rodeado de secundarios memorables -el barbero que se inventa un pasado en Brooklyn, José Bódalo haciendo de El Abuelo…-, tiene frases contundentes, de esas que se cuelgan en Twitter: “Ya sé que tengo cara de idiota, pero me jode la gente que se fía de las apariencias”, “Hace mucho tiempo que está lloviendo mierda, y si quiere que le diga la verdad, yo ya noto ni el olor”. Madrid es un personaje más de las películas, sus calles de noche, sus parques, sus edificios, la omnipresente Gran Vía, y nos dice que aunque nuestra mente está en Nueva York, Penn Station, el Empire o el Madison Square -la tremenda venganza final sucede en NYC-, no debemos estar acomplejados. Al tiempo, José Luis Garci nos cuenta la transición y las claves de esa “nueva España“, con especial relevancia en El Crack II, mediante una actuación espléndida de Arturo Fernández -sí, el de chatina- haciendo de Don Gregorio, un alto empresario que intenta comprar a Arteta, y que le da un speech prefigurando un futuro que se llenará de Marios Conde, y de una superestructura empresarial que dará las órdenes a los políticos y en la que ya no habrá capos di tutti capi, sino redes de poder que se retroalimentarán y renovarán como serpientes de Gorgona. Inevitablemente, en la película también hay fallos y alguna actuación cursi e irrelevante, pero lo importante es el desparpajo que se respira en su rodaje. Miramos a los padres norteamericanos con fervor y respeto, pero les dejamos claro que, como se pongan farrucos, también ellos pueden “alegrarnos el día”

Las virguerías de Miguel Navia

| lunes, 16 de mayo de 2016 | 17:14


Miguel Navia sigue ilustrando cada domingo "Los días sin ayer", mi novela por entregas en El País Semanal. Ya llevamos siete capítulos, pero en cada ocasión se supera. En esta ocasión clava lo que yo tenía en la cabeza, el club Lorelei de Berlín en 1946, su decadencia, su morbosidad... No se lo pierdan, Miguel es bueno, muy bueno. 

http://elpaissemanal.elpais.com/columna/lorelei/?Id_externo_rsoc=TW_CM


Próximas presentaciones de Soles negros

| domingo, 8 de mayo de 2016 | 18:17


Próximas presentaciones Soles negros:


-LibroOviedo: 11 de mayo.


-Castellón Negro: 13 de mayo.


-Valencia Negra: 14 de mayo. 




El Apocalipsis según Caracas

| martes, 3 de mayo de 2016 | 7:24

Imagínense un lugar: una ciudad bajo la admonición de un cerro llamado Ávila que irradia un esplendor esmeralda. Donde pagar un menú te obliga a contar medio kilo de billetes debido a la inflación. Donde la mayoría es buena gente, pacífica, que desea volver a ser cosmopolita -los "pollos" que ustedes ven por televisión son protagonizados por los radicales o los que no tienen que comer-. Donde es difícil comprar agua embotellada y casi imposible un desodorante. Donde la literatura ocupa un lugar capital, y produce autores como Eugenia de la Torre, Salvador Garmendia, Sergio Dahbar, Juan Carlos Chirinos, José Balza, Juan Carlos Méndez Guedes, Silda Cordiolani. Donde hay un poeta que se llama Rafael Cadenas que escribe cosas como “que cada palabra lleve lo que dice, que sea como el temblor que la sostiene”. Donde alguien les dijo hace ya diecisiete años que todos eran iguales, que no trabajasen, que el estado se haría cargo de todo -y cuando se desplomó el precio del petróleo, todos dejaron de ser tan iguales-. Donde los zumos se convierten en un vicio, y se pueden comer los atómicos tequeños, recomendados como gasolina para subir al Himalaya. Donde la medida estrella del gobierno para ahorrar energía es concederles a los funcionarios dos días más de vacaciones por semana, y los maestros no pueden dar clase los viernes. Donde las operaciones de aumento de pecho entre las mujeres parece ser una religión. Donde el español adopta formas barrocas, homranear, pana, emparrillado, chamo, arrecho, malandro… Donde de casi todo el mundo parece tener un ancestro asturiano. Donde prevalece la paranoia debido a la violencia y los robos, y a veces parecen vivir en una posguerra sin guerra previa. Donde desde las bibliotecas y la universidad se organiza la resistencia, un maquis cultural que vuelve a recuperar espacios públicos y se niega a claudicar ante las presiones políticas. Donde en el aeropuerto lo primero que ves es un cartel con un numero de teléfono que empuja a denunciar al vecino. Donde la mayoría de personas está harta, hartísima, y desean con toda la fuerza de la desesperación que haya un cambio. No se equivoquen: con este artículo no hago otra cosa que animarles a visitar Venezuela. Ellos y nosotros nos lo merecemos. Yo ya quiero regresar.