Ahogados, asfixiados, ateridos, hambrientos… padres protegiendo a sus familias, buscando darles de comer, un espacio seguro, el mero hecho de poder cruzar de una calle a otra sin que te descerrajen un tiro. Los españoles sabemos de qué va el asunto, nos fuimos a Argentina, a México, a Alemania, a Francia, a Bélgica, en busca de un futuro y provocamos la misma respuesta xenófoba, las mismas interrogantes, el mismo populismo y los mismos recelos, nos vienen a quitar el pan, a dejarnos sin trabajo… A la larga, toda esa savia fortaleció los respectivos países, por lo que la pregunta no es cómo detenerles -las fronteras inexpugnables son una fantasía-, sino cómo asimilarles, cómo proveer fondos extraordinarios, cómo reagruparles familiarmente, cómo tramitar asilos y alimentarles y blindar la tarjeta sanitaria, cómo facilitar que aprendan el idioma para que se pongan a buscar trabajo cuanto antes, porque nadie quiere marginación ni dependencia, ellos los primeros. Pero más allá, debemos seguir haciéndonos preguntas: ¿a qué se debe esta oleada de desesperación?, ¿cuáles son las raíces que están secando la credibilidad europea? Algo tendrá que ver la precariedad laboral, las bolsas de pobreza, la economía sumergida, la desigualdad pavorosa… Siempre me pregunto lo jodida que tiene que estar una persona para encajarse en el tren de aterrizaje de un avión o meterse en una maleta certificada o subirse a un bote hinchable y comenzar a jugar al ajedrez con la muerte. La respuesta siempre es categórica: tiene que estarlo a un nivel que mi mente de europeo acomodado no pueden concebir. Concertinas, muros, fosos, soldados, cuotas, devoluciones… ¿realmente a usted le detendría algo si ve a su hijo morirse de hambre? Estos movimientos serán uno de los grandes retos que tendremos que afrontar en el siglo XXI. El demonio no está solo, sino bien relacionado con el resto de comensales que se van sentando al festín caníbal, la sostenibilidad medioambiental, el control del clima, la pobreza extrema, la planificación urbana, las energías renovables… Y mientras estoy aquí soltando obviedades, alguien se ahoga cerca de Kos, alguien recibe un pelotazo en la limes húngara, alguien se monta en una embarcación inverosímil en la costa libia, un traficante de personas continúa lucrándose, un militante de extrema derecha engorda su crédito político…
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