| miércoles, 20 de junio de 2007 | 13:20


SECOND LIFE



A estas alturas supongo que ya conocerán el nuevo juguete de la Red: Second Life. Un mundo digital a imagen y semejanza del mundo real, con moneda propia, el linden, y en el que se puede proyectar un segundo yo denominado avatar -preciosa palabra-. Por lo general todo el mundo en este inmenso chat en tres dimensiones es guapo, un físico cuya perfección depende de la creatividad y el dinero que invierta cada uno, porque en SL también se maneja el vil metal, ya que un euro equivale más o menos a 360 linden. Avenidas, universidades, casinos, casas de putas, discotecas, multinacionales… un nuevo Mátrix donde, hasta ahora, se puede participar sin que te enchufen como si fueras una pila humana. A la gente le encanta fantasear, y además es una necesidad primaria tanto en el plano neurológico como en el biológico; a veces soñamos con lo que no pudo ser, o para justificar un fracaso, o sublimar una frustración, o marcarnos un objetivo, o pasar el rato, o excitarnos… Los sueños son el tercer estado de existencia: estamos despiertos, dormimos o soñamos. Si nos privaran de soñar, enloqueceríamos. Por eso me llama tanto la atención Second Life, porque es un territorio de sueños, un terreno de experimentación como en su momento lo fue América para los ingleses o los españoles, y en el que seremos testigos otra vez de la prodigiosa capacidad del hombre para, en vez de evitar el segundo tropezón en la piedra, llevársela por delante y sobrevivir milagrosamente a todos los desastres que provoca, en la búsqueda febril del siguiente pedrusco. Podríamos tener un nuevo mundo sin crucifixiones virtuales en plan La Pantoja, sin cultura basura, sin políticos que peroren durante horas sin decir nada o se fijen en la bragueta del contrario a la hora de hacer campaña, sin narcos mexicanos que ponen contra la pared a la policía, sin Guantánamos, sin niñas que tengan que salir a la calle con velo o se les ampute el clítoris, sin un mercado de órganos mundial -en Pakistán los riñones están de saldo, sólo 11.000 euros-, sin intimidaciones ni chantajes rusos a Europa, sin el toma y daca sangriento de credos, facciones, grupos e intereses en Oriente Medio, sin operaciones Malaya… vamos, todo sin, como una cerveza cero calorías. Pero para botón de lo que sucederá -de lo que está sucediendo-, una muestra: en Second Life, un mundo sin tierra alguna, el precio del suelo ha subido de forma desorbitada en los últimos meses provocando la llegada de especuladores y forjando las primeras fortunas. ¿Les suena? Nuestra única esperanza reside en la naturaleza simétrica del poder, es decir, que a toda acción corresponde una reacción, y La Casa Encendida ya ha abierto una filial en el ciberespacio, la Sociedad Americana contra el Cáncer ha recaudado unos cuantos miles de euros en un evento benéfico, y ante el intento del Frente Nacional de Le Pen de abrir una sede, se la obligó al cierre a golpe de pancarta virtual por parte de ciberactivistas. En fin, consolémonos pensando que el mundo sólo avanza a base de utopías fracasadas. A lo mejor es culpa mía por aplicar categorías morales a lo que no son más que intereses. De momento, procuren disfrutar todo lo que puedan de su First Life. Por si acaso.