Probablemente hace tiempo que no lo ven, pero yo reivindico estos dos minutos veinticinco segundos como un clásico que se debe visitar cada cierto tiempo. El programa de Dragó era El mundo por montera, el año, 1989, y Arrabal protagonizó uno de los momentos más deliciosos y absurdos de la televisión. Durante muchos años, por la noche y merluza mediante, la frase del ínclito Arrabal fue un grito de guerra. Si ustedes, como yo, se proclaman minoría silenciosa, que lo disfruten.
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