| martes, 12 de febrero de 2008 | 10:19



HUMANO DOBLE CON PATATAS FRITAS Y REFRESCO

Interesante. Por no decir interesantísimo el planteamiento de Raj Patel, autor del libro Stuffed and Starved: Markets, Power and the Hidden Battle for the World Food System -Repletos y hambrientos: los mercados, el poder y la oculta batalla por el sistema alimentario mundial-, acerca de las razones sociales de la obesidad.

Cuando hay algún tipo de análisis sobre la obesidad, éste se limita a expresar los prejuicios sobre el defecto individual y moral que lleva a una persona a ser gorda, y que si la clase trabajadora tiene sobrepeso, sólo ella es culpable. Raj Patel cambia el enfoque y defiende que no somos individuos libres nadando en un océano de opciones no sujetas a coacción alguna, sino que las opciones de los individuos se rigen en su mayoría por las normas sociales, y cada día la industria alimentaria, el ritmo de vida que llevamos y la arquitectura del mundo moderno determinan nuestras alternativas induciéndonos a engullir tentempiés y después salir corriendo. Como tenemos tendencia a olvidar cómo nos determina el entorno, nos resulta fácil pensar que nuestros alimentos están hechos para nosotros, cuando últimamente el capitalismo, cada vez más, tiende a hacernos a nosotros para nuestra comida.


Raj Patel pone un ejemplo transparente: en pleno siglo XX, cuando el apartheid se introdujo en Sudáfrica, la población negra ya no podía disponer de las mismas comodidades que los blancos en los centros de trabajo. En Durban, esto supuso que los caddies negros que trabajaban para los blancos en los campos de golf ya no podían comer en la cantina de trabajo. En cierto modo, la aparición del Bunny Chow, plato típico de Durban, fue una reacción a esta situación. Fusionando la comida india con la europea al untar de curry una rebanada de pan, se creó un alimento caliente que podía comerse deprisa mientras se volvía al trabajo.

Para apuntalar estas afirmaciones, un informe de la Agencia de Pautas Alimentarias Británica de julio de 2007 descubrió que las personas de ingresos bajos tenían las mismas posibilidades de sufrir obesidad o sobrepeso que los grupos de mayor renta, aunque, en promedio, las primeras solían consumir menos fruta y verdura. Por lo tanto, argumenta Raj Patel, hay que cambiar urgentemente de forma de pensar a la hora de mitigar el incremento de peso en la sociedad, y que esas dolencias dejen de ser rehenes de una cirugía que, desde su primera intervención en 1954, ha llevado a cabo miles de ellas anuales, y de las empresas farmacéuticas, que han incrementado su control sobre este sector del mercado que mueve cantidades ingentes de dinero.

¿Su conclusión?: menos cirugía bariátrica y alimentos nutracéuticos -destinados a reducir el apetito-, y más sociología; menos juicios morales y más política.