Cuidadín con la memoria

| miércoles, 14 de octubre de 2015 | 12:33


Se ha puesto de moda hacer limpieza étnica con las placas de las calles, e igual que los planes de educación, lo que prima es cambiarlas según el color del partido reinante. Esto es muy antiguo, los romanos, y antes los egipcios, practicaban alegremente el “damnatio memoriae” y se ocupaban de borrar la memoria de los antecesores rompiendo estelas de mármol y pulverizando monumentos. Está bien eso de eliminar nombres de criminales de guerra y carniceros varios del bando franquista -hay unos cuantos-, pero sin olvidar su correlato en las chekas republicanas y los comisariados políticos. En este juego de toma y daca pasaban por allí los artistas, y el nomenclátor comienza a temblar. Los fachas andaban a la gresca con Max Aub, y ahora los rojos andan a la caza de José María Pemán. En cuanto no son de tu cuerda, leña: Luis Rosales no es un poeta interesante, sino el tipo sospechoso de haber vendido al pobre Lorca, y a Arias Navarro -el carnicerito- se le puede meter en la misma bolsa que Foxá, Agustín González, Salvador Dalí, Álvaro Cunqueiro, González Ruano, Concha Espina, Dionisio Ridruejo, Jardiel Poncela, Eugenio D´Ors, Vizcaíno Casas, Gerardo Diego, Luca de Tena, Julio Camba, Josep Plá, Lázaro Galdiano o Alfonso Paso. Lo decía bien Juan Cruz en un artículo, todo lo que no sea mentira y ofensivo es pedagogía, y el callejero forma parte de nuestra memoria. De paso también quieren tumbar el Arco de la Victoria, volar el Valle de los Caídos, llevarse por delante el Cerro de los Ángeles, y lo que se le ocurra al iluminado de turno. ¡Incluso quieren quitarle la plaza a Manolete, y las calles a Manuel Machado, Evita o De la Cierva, que qué tendrán que ver! Que algunos de ellos escribían fatal o eran unos jetas o simplemente caen mal, no es óbice para ponerlos en la picota. No obstante, no pasa nada, cuando cambien las tornas se volverán a colocar las antiguas, pero, como decía Cervantes, “no te vayas y así evitarás la vuelta”. Por cierto, que también le quieren dejar compuesto y sin plaza a Alfredo Mahou, sí, el de la cerveza. Habrase visto. 

1 comentarios:

Rodericus dijo...

Durante la transición, allá por el cuaternario, fui testigo del cambio de nomenclatura en bastantes calles de Barcelona, lo cual al principio era algo enredado, costaba algo memorizar los nuevos nombres y situar la calle en su espacio.

Creía que todo eso había quedado atrás, pero me temo que la "guerra de nombres" solo ha tenido una tregua momentánea, y volveremos a las andadas. A los actuales inquilinos del Ayuntamiento les estorban los nombres monárquicos, y un dia de estos comenzará la "purga", con el lógico cabreo de los vecinos de las calles, avenidas y plazas afectadas.

Voto por el sistema yanqui de adjudicarles un número a las calles y las avenidas, y nos ahorraremos problemas en un futuro.

¡¡ Porque es que no aprendemos de nuestro pasado !!.

Un abrazo.