Calentones

| miércoles, 14 de enero de 2015 | 12:36

Ella le dice: ¿estás sano?, ¿tienes algo? Él le dice: no tengo nada, te lo prometo, siempre he tenido cuidado. Ella duda durante un instante, pero él insiste en que no corren peligro y que es mucho más divertido sin preservativo -ciertamente lo es-. Finalmente la excitación es demasiado intensa y ninguno se preocupa de desenfundar la goma -eso cuando la llevan-. Esta escena es habitual, y quien más quien menos nos hemos jugado la salud, y en algunos casos la vida, en algún calentón. Las causas pueden ser inocencia, desinformación, atracción por el riesgo, desconocimiento… Las últimas estadísticas indican que se le ha perdido el miedo al coco del VIH y ha descendido alarmantemente el uso de profilácticos con parejas de “aquí te pillo aquí te mato“. No creo que me puedan acusar de moralista o aguafiestas, pero si alguna vez se nos va la pinza -porque estas cosas pasan, da igual que se tenga pareja estable-, aparte de la posibilidad de infectarnos con el virus del sida, que es como tener una hipoteca sanitaria de por vida, o tener un embarazo, cuando menos, “milagroso”, si cantamos “bingo” corremos el riesgo de contraer una larga y variada lista de venéreas. A saber: revoltosas clamidias, que pueden regalarle una artritis reactiva crónica; hermosas y supurantes gonorreas, que harán del mero acto de orinar una experiencia inolvidable; la sífilis, que nos obsequia para empezar con sangrientos chancros -échenles un vistazo en fotos-; el engañoso herpes, que parece la maría de las venéreas, pero que si no se trata desarrolla úlceras, cegueras, queratitis o directamente cáncer; la tricomoniasis, que nos hará acordarnos de la madre que la parió por la quemazón que causa en vaginas y penes, aparte del mal olor… En fin, no quiero amargarles el día, la buena noticia es que casi todo se puede curar con un urólogo competente y un tratamiento adecuado, y que no por eso tiene que dejar de ayuntarse -cuanto más, mejor para la piel, el estado de ánimo y la vida en general-. Sin embargo, un preservativo no cuesta nada, y para colocarlo bien, no se necesita una ingeniería, a cambio, la tranquilidad de espíritu y la sangre limpia. Ya sé que no es lo mismo que al natural, pero en la vida no se puede tener todo.