Madrid no necesita torre Eiffel

| jueves, 5 de diciembre de 2013 | 18:42

Siempre digo que tengo doble nacionalidad, soy asturiano y además “gato”. Llevo viviendo trece años ya -cómo pasa el tiempo- en la antigua metrópoli, y no siento ninguna contradicción en este sentimiento. Me cuentan que en la escena matritense la caída de turistas se coloca en el 6,7%, y los precios se han desmoronado. Unos dicen que es la pésima planificación de la alcaldesa y el presidente de la comunidad -a juzgar por la mierda que hubo en las calles, no andan desencaminados-, otros que necesitamos un consorcio que revierta la situación, y los más que Madrid no tiene mitos ni símbolos que guíen las huellas del viajero. Lo anterior se puede discutir, pero en lo último disiento. A lo mejor es que vendemos mal la gloria de la ciudad, puede ser, y si a eso se le suma la deficiente conectividad aérea... Aquí no hay Empires o Puertas de Brandemburgo, a cambio, y sin contar El Prado o los lugares más icónicos, les puedo hacer una legítima defensa de la capital. Madrid no desmerece a Roma o Lisboa, porque también tiene siete colinas; monasterios como La Encarnación o las Descalzas Reales no envidian los tesoros toscanos; asimismo, lugares como el mercado de San Antón nos proveen con una excelente oferta de viandas y bebercio. Es obvio que no disponemos de una plaza de la Concordia donde montar las morbosas guillotinas que rubriquen la libertad con un poco de sangre, pero en la plaza de la Cebada se erigió el patíbulo donde se ahorcó a Rafael del Riego, que también vale una misa. En el Casón del Buen Retiro podrán leer que todo lo que no es tradición es plagio; el Palacio de Cristal pueden golear cómodamente a cualquier castillo bávaro, y cerca se planta el Ahuehuete, un ciprés que lleva ahí 350 años, y que se salvó porque los franceses apoyaron en él una pieza de artillería. Lope de Vega, Cervantes y Saavedra Fajardo recorrieron el Barrio de las Letras entre vinos y tinta; en San Antonio de la Florida hay un Goya que no es habitual, y los Borbones que hemos tenido disfrutaban del mismo atardecer en las Vistillas que el populacho. Hubo pozos llenos de nieve en la glorieta de Bilbao, y la estatua de Eloy Gonzalo sigue recordándonos la que se puede armar con una lata de petróleo, todo en el Lavapiés profundo. Etcétera, etcétera. Señores, vayan a Madrid, y que Dios se la depare buena. 






3 comentarios:

Begoña Argallo dijo...

Creo que en general miramos demasiado para otros países y nos olvidamos de conocer el nuestro a fondo, y sobre todo su historia.
Somos malos embajadores de lo nuestro y a veces lo que nos representa en televisión es de lo peor.
Estamos en una época en que podríamos tenerlo todo a favor para conocer nuestra propia historia de forma amena e ilustrativa, pero pocos se dedican a esa labor. Tenemos mucho más fácil conocer miserias y chusma -si lo quisiéramos-, con solo pulsar un botón.
Hay que cambiar y de prisa.

Rodericus dijo...

Razón tienes, y atractivos no le faltan a Madrid. Quizás sea la falta de una adecuada gestión de la marca de la ciudad.

Aunque cuidado con lo que pedís, porque a lo mejor os lo conceden. Porque aquí, en Barcelona, nos estamos muriendo de éxito en cuanto al turismo. Se está haciendo difícil la convivencia entre el turismo, y la vida propia de la ciudad. En el centro, el comercio tradicional se está extinguiendo a favor de negocios de hostelería orientados hacia el turista, tiendas de de recuerdos infames, y franquicias de marcas de lujo que pagan alquileres exorbitantes y que expulsan a los negocios "normales".

Todo ello está contribuyendo a que el casco histórico se esté convirtiendo en una especie de decorado de Hollywood al servicio de los visitantes, y sin habitantes y vida propios.

Da algo de pena, sobre todo cuando uno ha nacido y crecido allí.

Saludos

neville dijo...

Acabo de volver de Madrid y parece que tu petición para visitarla ha tenido éxito, pues no había visto, hasta ahora, tanta gente inundando el centro, impracticable como no fuera andando por encima de las cabezas.Un consejo a sumar, hay que ir al Matadero de Legazpi a ver teatro, lo he pasado fantástico.

Un saludo.