Hay ciertos especimenes contra los que, con los años, he desarrollado unos agresivos anticuerpos: los culturetas. También son llamados escritores serios, y normalmente son tipos que se jactan de leer sólo a autores muertos y están constantemente haciéndole el testamento a la civilización occidental -la oriental sólo les suena de ir a comer a algún chino-. Como no tienen nada que decir, peraltan su discurso y hablan de literatura exigente, de prosa difícil, que haga sufrir al lector, y que por supuesto es la suya, y declaran la guerra a la literatura plana y facilona, que obviamente es la de los demás. Suelen dar la vara con el Compromiso del Escritor, así, con mayúscula, y yo me digo que si el escritor está comprometido, pues que se case, ¿no? También son proclives a sacar el látigo cuanto oyen cosas como escapismo, placer lector, diversión, contar una historia… y son defensores de una especie de supersimetría literaria, y como el famoso grial del principio simplificador que explique todas las fuerzas y partículas de la naturaleza mediante un único conjunto de ecuaciones -la Teoría del Todo-, ellos se dedican a hacer su canon intocable que engloba las todas obras que son dignas de leer, desterrando a las tinieblas exteriores todo lo que caiga fuera de él. Este canon suele ir acompañado, capa tras capa, de un incesante polvillo de discursos críticos que, afortunadamente, si el libro es potable, no hace más que sacudirse de encima. Yo me pregunto si a lo mejor es que tantos años de educación religiosa han hecho que el placer que da estar entretenido sea igual a pecado. Quizás el concepto de diversión equivalga en su cabeza a prostitución. Lo único cierto es que prohíben, anatemizan, pontifican, pero, sobre todo, tienen todo el santo día un rictus congelado mezcla de superioridad sobre todo organismo basado en el carbono y mala leche. Más: son fervientes defensores del estilo, sí, esa cosa que has de cultivar cuando ya no tienes nada que decir; suelen aducir que el lector ha de ponerse a su altura intelectual, no descender ellos a su estatura unineuronal; promulgan barbaridades del tipo que el relato corto es más difícil de escribir que una novela de quinientas páginas, y que un poema de cinco líneas es aún mas complicado que un relato corto; afirman que cualquier éxito de ventas anula automáticamente la patente de calidad, etc… Agotadores. Son agotadores, pero no por ser anticuados, limitados, moralistas y aburridos, sino por cutres. Por empeñarse en construir modelos ideales a través de cuyas abstracciones pretenden reconducir la voluble riqueza de la literatura, que es como si un entrenador se empeñase en poner de defensa a Messi, o sea, algo muy cutre. Memorias de Adriano, Cien años de soledad, El conde de Montecristo, Yo, Claudio, El nombre de la rosa… según ellos, todos estos títulos serían una mierda. Menos mal que la literatura continúa deslumbrándonos a pesar de estos predicadores de ceniza y quienes seguimos decidiendo somos nosotros, los lectores. La literatura, la verdadera literatura, no tiene nada que ver con las construcciones eruditas del intelecto, con lo prosaico, seco o abstracto, sino con la pasión, con la seducción, que es la única manera de comunicar. La literatura apunta a nuestros sentidos y nos embauca con la sabia alternancia de reflexión y acción; nos produce un soberano placer; nos enseña a mirar el mundo de una manera diferente; nos emociona y, como decía Josep Pla, nos hace pasar el rato, que sigue siendo lo único importante. Como les decía, si alguna vez encuentran cualquiera de los síntomas antes citados en alguna persona, se hallan ante un cultureta. Por favor, por favor, por favor: no le den mi número.
Hay ciertos especimenes contra los que, con los años, he desarrollado unos agresivos anticuerpos: los culturetas. También son llamados escritores serios, y normalmente son tipos que se jactan de leer sólo a autores muertos y están constantemente haciéndole el testamento a la civilización occidental -la oriental sólo les suena de ir a comer a algún chino-. Como no tienen nada que decir, peraltan su discurso y hablan de literatura exigente, de prosa difícil, que haga sufrir al lector, y que por supuesto es la suya, y declaran la guerra a la literatura plana y facilona, que obviamente es la de los demás. Suelen dar la vara con el Compromiso del Escritor, así, con mayúscula, y yo me digo que si el escritor está comprometido, pues que se case, ¿no? También son proclives a sacar el látigo cuanto oyen cosas como escapismo, placer lector, diversión, contar una historia… y son defensores de una especie de supersimetría literaria, y como el famoso grial del principio simplificador que explique todas las fuerzas y partículas de la naturaleza mediante un único conjunto de ecuaciones -la Teoría del Todo-, ellos se dedican a hacer su canon intocable que engloba las todas obras que son dignas de leer, desterrando a las tinieblas exteriores todo lo que caiga fuera de él. Este canon suele ir acompañado, capa tras capa, de un incesante polvillo de discursos críticos que, afortunadamente, si el libro es potable, no hace más que sacudirse de encima. Yo me pregunto si a lo mejor es que tantos años de educación religiosa han hecho que el placer que da estar entretenido sea igual a pecado. Quizás el concepto de diversión equivalga en su cabeza a prostitución. Lo único cierto es que prohíben, anatemizan, pontifican, pero, sobre todo, tienen todo el santo día un rictus congelado mezcla de superioridad sobre todo organismo basado en el carbono y mala leche. Más: son fervientes defensores del estilo, sí, esa cosa que has de cultivar cuando ya no tienes nada que decir; suelen aducir que el lector ha de ponerse a su altura intelectual, no descender ellos a su estatura unineuronal; promulgan barbaridades del tipo que el relato corto es más difícil de escribir que una novela de quinientas páginas, y que un poema de cinco líneas es aún mas complicado que un relato corto; afirman que cualquier éxito de ventas anula automáticamente la patente de calidad, etc… Agotadores. Son agotadores, pero no por ser anticuados, limitados, moralistas y aburridos, sino por cutres. Por empeñarse en construir modelos ideales a través de cuyas abstracciones pretenden reconducir la voluble riqueza de la literatura, que es como si un entrenador se empeñase en poner de defensa a Messi, o sea, algo muy cutre. Memorias de Adriano, Cien años de soledad, El conde de Montecristo, Yo, Claudio, El nombre de la rosa… según ellos, todos estos títulos serían una mierda. Menos mal que la literatura continúa deslumbrándonos a pesar de estos predicadores de ceniza y quienes seguimos decidiendo somos nosotros, los lectores. La literatura, la verdadera literatura, no tiene nada que ver con las construcciones eruditas del intelecto, con lo prosaico, seco o abstracto, sino con la pasión, con la seducción, que es la única manera de comunicar. La literatura apunta a nuestros sentidos y nos embauca con la sabia alternancia de reflexión y acción; nos produce un soberano placer; nos enseña a mirar el mundo de una manera diferente; nos emociona y, como decía Josep Pla, nos hace pasar el rato, que sigue siendo lo único importante. Como les decía, si alguna vez encuentran cualquiera de los síntomas antes citados en alguna persona, se hallan ante un cultureta. Por favor, por favor, por favor: no le den mi número.
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13 comentarios:
Me sonroja haber utilizado las palabras "occidental", "cristianismo", "racional", etc., en mi último comentario. Qué difícil es esto de la literatura, los que empezamos a veces no sabemos cómo dar lo mejor de nosotros mismos sin tener la duda de resultar ridículos desde otras perspectivas. Aunque la reflexión fuera general, no he podido dejar de sentirme identificada mínimamente, sobre todo por lo de leer a autores muertos. Supongo que primero, he querido comerme lo más amargo, para disfrutar luego con la miel fresca de un desayuno apacible. Estoy de acuerdo contigo, pero ten en cuenta que la prosa difícil muchas veces es una manera de expulsar diablos, como decía Juan Antonio de Prada, soy un escritor atormentado y barroco, o algo así. Yo he escrito prosa más difícil cuando peor lo he pasado. En fin, no me estoy justificando.
Antes de leer esta entrada, iba a contestar diciendo que era mejor tu respuesta que la mía después de reposar la manera de entender las cosas.
Cómo somos esta gente joven, siempre cambiando de ideas, como una veleta, pero qué sucederá cuando se termine el viento...
Un abrazo.
P.S. Lo del moralismo tiene mucha tela para cortar. Hay una pregunta que escuché ayer en el cine y que puede darnos un indicio de si somos moralistas o no, o de qué se trata ser moralista: ¿Estás a favor del realismo, si o no? No matices. ¿Si o no? Lo del sexo, la perversión, la prostitución o el dinero, no tienen nada que ver con la moral, según yo veo las cosas. Cuídate y ánimo, ok?
Del realismo no, mecachis, del terrorismo. Que si estás o no a favor del terrorismo. Qué despiste de cultureta. Decía que lo del sexo no tiene que ver con el bien sino con pasarlo bien. Bye.
La última: Pasarlo bien o pasarlo mal, ahí hay mucha tela también que cortar. El caso que ponías tú de la prostitución es un ejemplo.
Sinceramente, no acabo de entender la pregunta del terrorismo.
Tú sabes que cuando se habla del terrorismo, quedémonos con dos ejemplos, el vasco y el islamista, siempre hay tres posturas. La que está en contra del terrorismo, la que
está a favor del terrorismo y la que dice "sí, pero...", "no, pero...". Es
decir, que en ciertos casos, cuando considera que se dan ciertas circunstancias, la violencia contra las instituciones estatales o la población civil puede estar justificada. La película creo recordar que se llama "Leones para gacelas" y es la última que ha dirigido Robert Redford. Trabaja Tom Cruise y Meryl Streep.Yo no la vi, la vi en un trailer.
Lo que el personaje de Tom Cruise planteaba en ese momento era que, por un lado, EEUU o sus dirigientes pueden parecernos deleznables en muchos aspectos, así como su política exterior, pero ante esa pregunta, uno tiene que decidir, ponerse del lado de unos o de otros. ¿Derechos humanos o terrorismo? Lo que pasa es que la pregunta tiene trampa, porque ellos , los estadounidenses,
no son terroristas pero iniciaron una guerra. A lo que me refería con esta pregunta es que uno puede considerarse moralista si encuentra líneas que se perfilan con nitidez en una escala de grises. Por ejemplo, estar en contra del terrorismo, sin justificación que valga. No sé si me explico, ¿me explico? Es que el cuadro de este comentario es muy pequeño.
¿A quién apoyamos a los estadounidenses invasores o a los terroristas islámicos? Porque a veces sólo hay dos respuestas posibles, a pesar de que ninguna sea la buena.
Es lo que venías a decir tú con la entrada dedicada a la Yihad. Por lo tanto me parece que ambos somos moralistas.
Ser moralista no tiene por qué ser aburrido si sabes por qué moral te guías y en qué momento romperla. Si es que es una moral de las que, al romperla, no rompe lo mejor que tienes.
Esto me recuerda a que el otro día vi por la tele la película nueva de Starsky y Hutch, cuando Starsky salía de la casa de unos chinos y había un niño chino lanzando cuchillos, y Starsky le decía "tiempo muerto; eh, niño: tiempo muerto", gesticulando con las manos, pero el niño acto seguido le clavó un cuchillo en la espalda y otro en la pierna.
Adeu.
Por el amor de Cristo no me digas que no entiendes lo del chino, es una metáfora de lo jodido que es opinar sobre algo.
Mira, toda opinión es moral, y cuando escribes artículos, opinas, y por lo tanto eres un moralista. Pero en mi artículo yo me refiero a la literatura, y ahí no puedes ser moral. Yo en mis novelas creo que nunca opino, porque hacerlo es estropear la novela. De todas formas no te compliques la vida, los individuos de los que hablo son fácilmente identificables, y seguir por ese camino bizantino implicaría una capilaridad de preguntas y respuestas que nos llevaría un año.
En cuanto al terrorismo, es evidente que la violencia es necesaria, no se puede ir de gacela por la vida. Ahora bien, la violencia hay que ejercerla con una resolución de la ONU en una mano y la Declaración de los Derechos Humanos en la otra. No admito la relativización respecto a los derechos humanos o falsas argumentaciones del tipo que no nos podemos inmiscuir en las culturas ajenas cuando, por ejemplo, en algunas existe la ablación o te cortan las manos por robar una pera.
Un abrazo.
De acuerdo. Pero esto me ha hecho recordar un video que me mandaron hace un tiempo por correo, está en youtube. Era un fragmento de un documental. En él, se veía a un grupo de gacelas corriendo por la sabana. Una de ellas es más pequeña y débil. Entonces, un grupo de leones se lanza a por las gacelas y sólo logran prender a la gacela pequeña. Están cerca de un río. Para sorpresa del espectador, un cocodrilo sale del río y arrebata la gacela a los leones. Pero no termina ahí la cosa, porque, por raro que pueda sonar, todas las gacelas arremeten contra el cocodrilo y yo no sé lo que le hacen, pero la gacela pequeña se salva. Completamente, sin ningún matiz. Un milagro, tal vez.
Yo venia a solidarizarme en esto de los pijos culturetas que aburren hasta a los salmones, si se tercia. Pero me veo formando parte de un triangulo: ¿Quien coño es Alejandra? ¿Sólo escribe Alejandra? ¿O es que eres tu mismo haciendote preguntas? ¿esto es un chat entre Alejandra y tu? Pondré esto en conocimiento de tu futura esposa de inmediato o cuando la vea. Creo que ahora pasea en compañia de un opositor a Inspector de Hacienda, que siempre es mas seguro que un escritor, y visto el panorama te golpeará con el latigo de su mas absoluta indiferencia.
A lo que venia: Los cultos estos, que ni cultos ni nada, son unos plomos de cojones -viene en el diccionario- tienen la mania absurda de vestirse de negro sin que yo logre encontrar el motivo para tales atuendos tan uniformes en todos ellos. Ponense gafas de pastina, usan palabras que no entienden ni los academicos y aburren a los monos. Sufren para escribir, lo cual ya es un delirio, pq sufrir sufrirá un picador o una limpiadora, pero no entiendo el motivo de tanto sufrimiento pa terminar pariendo cosas que no lee nadie.
Asi que a eso venia, a decir que me solidarizo cuando me encuentro con Alejandra que me traslada a la fantasia y empiezo a pensar que realmente este blog es una disculpa para tener un lugar virtual de amor con esta mujer. ¡Que tremendo!
Desde que recibí tu mail entro a diario en tu blog y disfruto en silencio, sin participar, de tus artículos, puesto que sobran las palabras ante la belleza. Pero ayer recibí una llamada comunicándome que utilizas tu blog para mantener relaciones con otras mujeres. Mi amigo el opositor es tan solo un amigo a pesar de su insistencia en ser algo mas pues yo me mantengo fiel a nuestro amor. Con que ingrata moneda me pagas..... Yo que pretendía dejarlo todo para irme a Madrid, la piscina sabes que es solo una escusa, la verdadera razón eres TÚ. Bueno da igual ya nada tiene sentido. Como dicen en Notting Hill "cuanto más pienso las cosas menos sentido le encuentro a la vida." Ya no eres superman y lo nuestro nunca será la historia de amor más bonita del mundo.
Oye. Que no. No le daré tu número, pero tampoco vayas tú a darle el mío; no vayamos a fastidiar.
Me has mandado de nuevo al diccionario, ¡vamos bien maestro!, aquí estoy aprendiendo de verdad, en estas clases gratuitas me voy a enterar de lo que es la buena literatura.
Ufff, qué peso me quitas de encima. Un relato corto es más sencillo que escribir que mi libro de 300 páginas. Ufff, menos mal. Porque los cortos los acabo en un plís.
Y bueno que menos mal que en literatura uno puede comportarse como el pueblo llano. Qué peso me has quitado de encima. No soy mala lectora después de todo.
Leer, para mí es sinónimo de disfrutar y si no hay disfrute cierro el libro. Vamos, que no soy tan rara como me creía :)
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